La corsetería centenaria de Zaragoza que empezó siendo algo más que una tienda

La Suprema lleva ya 114 años atendiendo a las mujeres (y sus intimidades) en su local casi intocado de la calle de César Augusto. 

Ana Tazón, legataria actual de La Suprema, un comercio familiar a punto de cumplir 115 años de historia en Zaragoza.
Ana Tazón, legataria actual de La Suprema, un comercio familiar a punto de cumplir 115 años de historia en Zaragoza.
Oliver Duch

"Está bien admitido que el rubor del sexo quede avasallado en presencia del médico. No todas las mujeres tienen el valor para llevar a cabo el sacrificio de este innato sentimiento: muchas soportan sus dolencias o no las declaran sino cuando ya se han puesto fuera de los alcances de la terapéutica, por sustraerse a la investigación clínica de un hombre, siquiera sea este un sabio…". Son las palabras escritas en el año 1882 por el catedrático de Medicina Joan Giné, que pasó a la historia no solo por su calidad como médico, sino también por ser el profesor y apoyo académico y personal de la que acabaría convirtiéndose, no sin enormes dificultades -muchas veces propiciadas por sus propios profesores y compañeros-, en la primera mujer licenciada en Medicina de España: Dolores Aleu. 

Aleu dedicó toda su vida a la ginecología y a la atención integral a la mujer en este sentido, de la misma manera que lo hizo su mentor. Las reflexiones de Giné dan idea de una época en la que la salud femenina (sobre todo la íntima) se las tenía que ver también con el pudor, cuando no con el oprobio. De manera que algunas de estas cuestiones se resolvían en unos 'centros de salud ginecológica' sobrevenidos: las corseterías.

Antiguamente, la ropa interior era en general escasa y áspera, de manera que las llagas, rozaduras, picores o alergias eran habituales. Para acabar con esta situación fue determinante el descubrimiento de nuevas fibras, que transpiraban más, pero sobre todo, se podían lavar. El rayón acabó sustituyendo al lino, el poliéster se mezcló con la lana -lo que permitía lavar la ropa de invierno- o se introdujo el nylon, abriendo enormes posibilidades a la hora de diseñar ropa interior. Aparte de estos avances, conforme avanzaba el siglo XX las tiendas de ropa interior supusieron un espacio de confianza para las mujeres, donde se ejercía una labor asistencial oficiosa. En ese círculo, sin presencia masculina y de cierta familiaridad, afloraban complejos físicos, cuestiones ginecológicas, dolencias derivadas del postparto o por desconocimiento de lo más básico de la higiene íntima. Hoy en día, la industria corsetera dedica cada vez más esfuerzos a investigar los más variados patrones y tejidos para mujeres mastectomizadas, deportistas o personas transgénero.

Ese arco social e histórico se ha vivido en primera persona en La Suprema, un negocio que empezó en 1910 vendiendo corsés y casi 115 años más tarde despacha sujetadores fabricados con los tejidos más innovadores. Ana Tazón, nacida en Zaragoza en 1974, es la presente legataria de un negocio que ha permanecido sin interrupción en manos de la misma familia. En concreto en las de sus mujeres.

Teresa Vigata fundó en 1910 la tienda -entonces en la zaragozana calle Cerdán, ahora César Augusto-, después de comenzar cosiendo corsés artesanalmente para venderlos de manera ambulante junto a su marido.

En esa calle establece en el piso de encima de la tienda también su hogar, que se rompe de manera prematura al quedar viuda en 1915. Con 34 años toma en solitario las riendas del negocio, que no cerró ningún día, ni en la Guerra Civil.

Finalmente, unas complicaciones serias en la vista la apartaron de La Suprema, de la que se hizo cargo su hermana Aurora. Tras Aurora llegaron sus hijas, Pilar y María. Después, la hija de esta última, Mari Carmen. Ahora, al frente está Ana Tazón.

"A las mujeres les pasan muchas cosas a lo largo de su vida. Todo eso se cuida aquí y a todo procuramos darle solución", defiende Ana, que siempre ha tenido su vida ligada a La Suprema. "Aquí pasaba las horas con mi madre y mis tías y, aunque yo estudié y me llegué a dedicar a otras cosas, al final volví a la tienda sin que nadie me impusiera nada".

Atención especializada

La Suprema vive en 2024 de un público fiel, al que se atiende de manera especializada. Pero también de nueva clientela que busca esa tríada ideal de la lencería que reúne estética, funcionalidad y confort. En ese sentido y paradójicamente, las lencerías pequeñas son capaces de ofrecer mucho más 'stock' de tallas que una gran cadena. Por no hablar de las calidades. "En La Suprema tenemos un rango de tallas amplísimo. Aquí puede venir una mujer casi con cualquier tamaño de pecho o de condición al respecto y, si no tenemos en ese momento, sabemos lo que necesita y se le encarga". Es algo que ella misma lleva en el ADN: "Mis antecesoras decían que de La Suprema no se podía ir nadie sin la prenda que necesitaba".

Cómo elegir el mejor sujetador

No solo La Suprema sino otras lencerías de toda la vida luchan en la actualidad, sobre todo, contra la venta 'online', a la que tratan de hacer frente desde su capacidad de dar soluciones reales, algo que en ocasiones también pasa por hacer cierta pedagogía. "Ya hay gente joven y no necesariamente con pechos particularmente grandes o caídos, que entiende que siempre se puede mejorar en cuanto a sujección o en cuanto a comodidad". "En un sujetador, lo más importante es el contorno, porque al final es como se reparte el peso", explica. Igualmente, considera que es "importante entender que para que haya sujección tiene que haber tela, piezas, y casi siempre tirantes. Al final, un sujetador es un andamio", ilustra. "Si queremos llevar un sujetador para un vestido palabra de honor o con un escote profundo, hay que tener en cuenta que la sujección y el realce jamás podrán ser los mismos".

Todo este tipo de cuestiones, que tanto tienen que ver con la idea de sacarse partido ("el tipo de ropa interior que llevemos influye determinantemente en cómo sientan las cosas"), son algunas de las cosas que todavía hoy, casi 115 años después de que Aura Vigata subiera por primera vez la persiana, se ventilan en La Suprema.

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