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El detenido por el crimen de Las Fuentes alega que actuó bajo los efectos del 'tusi'

Su abogada defensora mantiene que su confesión no puede ser tomada por cierta porque estaba drogado. 

Retiran el cadáver de la víctima de su domicilio en la calle de Jaime Herrerín de Zaragoza.
Retiran el cadáver de la víctima de su domicilio en la calle de Jaime Herrerín de Zaragoza.
Francisco Jiménez

Jhojan J. A., de 28 años, escuchó este viernes desde la cárcel de Zuera la petición de la Fiscalía para que sea procesado por el crimen de I. G. H., de 48, quien fue asesinado el pasado 21 de octubre en su domicilio de la calle Jaime Herrerín del barrio de Las Fuentes. 

El cadáver fue hallado cuatro días después de que trabajadores sociales del Ayuntamiento de Zaragoza solicitaran la presencia de la Policía para entrar en su vivienda, dado que no respondía a sus llamadas. El cuerpo presentaba numerosas heridas incisas en el cuello, así como otras en la nuca, en el mentón y también algunas defensivas en el antebrazo, codo y palma de la mano izquierdos.

El 27 de octubre Jhojan J. A. se entregaba a la Policía Nacional y confesaba ser el autor del crimen. El joven manifestó entonces que se encontraba bajo los efectos del ‘tusi’, una droga a la que dijo ser adicto, y alegó que lo que hizo fue “defenderse” de la víctima porque pensó que iba a agredirlo sexualmente. No obstante, su abogada defensora, Rocío Notivoli, mantiene ahora que si bien dijo eso ante la Policía y en sede judicial, sus manifestaciones “no se ajustan en modo alguno a la realidad de los hechos”.

La letrada alegó que, tal y como manifestó Jhojan J. A., el 21 de octubre había consumido ‘tusi’, una droga muy adictiva cuyos efectos duran entre 4 y 8 horas generan "episodios de pánico, ataques de ansiedad, alteraciones emocionales y despersonalización". Por esa razón, considera que sus declaraciones "no deben ser tomadas por ciertas", ya que su voluntad "estaba mermada en el momento de los hechos por la gran ingesta de alcohol y de cannabis”

Durante la comparecencia celebrada este viernes en el juzgado para que las partes concretaran las imputaciones –dentro del trámite que prevé la Ley del Jurado-­, el fiscal planteó que Jhojan J. A. debe ser procesado por homicidio, o incluso asesinato, mientras que la defensa solicitó el sobreseimiento.

Para el representante del Ministerio Público la confesión y las pruebas recogidas por la Policía en el lugar de los hechos indican que él fue el autor del crimen y solicitó al juez que llame a declarar al padre del detenido, ya que fue a la primera persona a la que contó lo que había hecho.

Otra de las acusaciones que pueden pesar sobre Jhojan J. A. es la de robo, ya que cuando se marchó de la casa de la víctima se llevó dos teléfonos móviles, un patinete, un ordenador y varios frascos de perfume. Uno de los terminales trató de venderlo en un establecimiento de compra-venta y el fiscal ha pedido que el dueño sea citado para tomarle declaración.

En cuanto al argumento de que pensaba que la víctima lo iba a agredir sexualmente y por eso se "defendió", la abogada resaltó que en la vivienda se hallaron diferentes elementos, como una camilla de masaje, geles, lubricantes y preservativos que pueden indicar que el fallecido podía buscar una práctica sexual.

La víctima y el presunto agresor se conocían de vista del barrio. Según declaró el propio acusado ante la Policía, en la tarde del 21 de octubre se encontró con I. G. H. cuando este se dirigía a casa cargado con unas garrafas de agua y, como se dio cuenta de que él no se encontraba bien, y lo invitó a subir para tomar unas cervezas y que se relajara.

Ambos estuvieron bebiendo y consumiendo alguna sustancia y, en un momento dado, I. G. H. le pasó una mano por los hombros y los brazos, algo que le disgustó, pero no le dijo nada. Luego la víctima salió del cuarto y regresó con otra cerveza y, al acercarse a él de frente tuvo la sensación de que podría agredirlo sexualmente dado que estaba bebido y drogado y, sin pensar, cogió un cuchillo y se lo clavó en el cuello.

El fallecido presentaba repetidas heridas en la misma zona así como otras de defensa y murió desangrada sin recibir asistencia. La Policía encontró esa habitación revuelta, con una vitrina rota y cristales en el suelo. Después, el homicida se apoderó de distintos efectos y se marchó ya de noche. No se llevó ni su cartera ni las tarjetas. Por el camino se deshizo de todos los objetos salvo de los teléfonos, uno de los cuales intentó vender.

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