Una fuga temeraria que acabó con 4 policías heridos en la Z-40 se salda con penas de prisión

Los acusados son tres hombres y una mujer que fueron sorprendidos robando en una casa del barrio zaragozano de Miralbueno.

Un coche de la Policía Nacional.
Un coche de la Policía Nacional.
POLICÍA NACIONAL

Los cuatro protagonistas de una peligrosa persecución ocurrida el pasado mes de mayo en Zaragoza que puso en riesgo a conductores y agentes de la Policía Nacional admitieron ayer los hechos y serán condenados a penas de entre dos y dos años y medio de prisión. 

Además, deberán pagar multas por cuatro delitos de lesiones, indemnizar a los policías heridos y abonar los daños causados en un coche policial. También deberán resarcir económicamente a los propietarios de las dos viviendas que asaltaron en Miralbueno, robos que fueron el origen de todos los hechos que sucedieron después.

El primero se produjo el 26 de mayo en una vivienda unifamiliar de la calle de Lagos de Alba, a la que accedieron tras escalar la tapia perimetral. Dentro se apoderaron de enseres, relojes y joyas por valor de 2.170 euros y se dieron a la fuga sin ser detectados.

Cinco días después, en la cercana calle de Ibón de Orbiceto, en la urbanización Las Acacias, volvieron a entrar en otra casa y sustrajeron efectos de valor. Pero, en esta ocasión, un vecino había visto cómo dos personas encapuchadas y vestidas de negro se bajaban de un Opel con matrícula GDC y accedían a ese domicilio, por lo que avisó a la Policía.

La Sala del 091 envió una dotación policial camuflada que, al llegar, observó a un turismo de las mismas características alejándose a gran velocidad del lugar. Los agentes iniciaron en ese momento un seguimiento y dieron el alto al vehículo, en el que iban cuatro ocupantes. Sin embargo, el conductor, identificado luego como Hugo C. C., hizo caso omiso a las indicaciones y emprendió una temeraria fuga por las calles de Miralbueno, en las que se saltó varios semáforos en rojo y circuló en dirección prohibida. Así llegó hasta la carretera de Logroño, donde se saltó la mediana y reventó una rueda delantera al subirse al borde del quitamiedos.

A pesar de ello, continuó la marcha hasta incorporarse a la Z-40. En su huida, tal y como recoge el escrito de la Fiscalía y la acusación particular, el conductor fue haciendo maniobras bruscas con la intención de que los vehículos policiales colisionaran o se salieran de la carretera. En un momento dado, los agentes se colocaron a la par de los sospechosos para que se detuvieran y la reacción del conductor fue dar volantazos hasta que chocó contra ellos, lo que provocó que detuviera la marcha.

Sin embargo, la fuga no terminó ahí, ya que los cuatro ocupantes –Hugo C. C. y los que luego fueron identificados como Javier R. F., Saul U. F. y Carmen M. G.– salieron corriendo en diferentes direcciones. La escapada también fue peligrosa, ya que el primero de ellos atravesó los seis carriles de la Z-40 hasta que dos agentes le dieron alcance en el arcén.

Hugo C. C. presentó una fuerte resistencia a ser detenido y terminó causando lesiones leves a los dos funcionarios. Javier R. F. también se resistió al arresto e hirió a otros dos policías: uno sufrió la fractura de la base del quinto metacarpiano, de la que tardó 90 días en curar; el otro tuvo un esguince cervical que requirió tratamiento rehabilitador, tardó 99 días en curar y le ha quedado de secuela un algia postraumática.

La Fiscalía solicitaba para cada uno de los acusados una pena de cinco años de cárcel por un delito de robo continuado. Para Hugo C. añadía un año de prisión por conducción temeraria, seis meses por resistencia y dos multas por las lesiones leves. A Javier R. le sumaba 6 meses de cárcel por resistencia y 18 meses de cárcel por los dos delitos de lesiones.

La acusación particular, ejercida por Carlos Álvarez en representación de dos policías, solicitaba penas algo mayores pero, al final, junto con la fiscal y las defensas, entre ellas la ejercida por Francisco García Berenguer, acordaron rebajarlas si los acusados admitían los hechos, como así fue. Javier R. deberá indemnizar a un agente con 4.300 euros y a otro con 6.700, aunque es insolvente. 

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