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Artesanía, gastronomía, arte y un viaje al siglo XVIII de la mano de Francisco de Goya

Entre recreaciones, talleres y espectáculos para niños y adultos, miles de personas se han acercado este sábado a la plaza del Pilar por las Fiestas Goyescas. 

La plaza del Pilar, este sábado, durante la celebración de las Fiestas Goyescas.
La plaza del Pilar, este sábado, durante la celebración de las Fiestas Goyescas.
Guillermo Mestre

Un soldado especialista en armamento explica cómo se dispara un fusil y para qué sirve la piedra de pedernal. Va vestido con el uniforme del ejército español de 1809, pero a su alrededor decenas de personas alzan sus teléfonos móviles para inmortalizar un momento de la explicación. Parece una escena anacrónica, o propia de la última serie de Netflix sobre viajes en el tiempo, pero se ha dado este sábado en la plaza del Pilar de Zaragoza. ¿El motivo? Las Fiestas Goyescas, que celebran este puente su segunda edición con el objetivo de trasladar a la ciudad al siglo XVIII de la mano del célebre pintor aragonés. 

Gastronomía, artesanía, arte y recreaciones se dan cita estos días en el corazón de la capital y están consiguiendo congregar a miles de ciudadanos que pasean entre los puestos del mercadillo o hacen fila para fotografiarse junto a los cuadros gigantes de Francisco de Goya o posando con alguna de las letras corpóreas que conforman su nombre. También con alguno de los bustos intervenidos por distintos artistas de la tierra que se exponen en la plaza de la Seo. El Ayuntamiento también ha programado distintos espectáculos para niños y adultos, con títeres o música en directo, y numerosos talleres. 

La capital aragonesa acoge más de medio centenar de actividades culturales, turísticas, gastronómicas y sociales que girarán en torno a la figura y obra de Francisco de Goya

Animados por las temperaturas veraniegas de estos días, numerosas personas se han acercado desde media mañana a la plaza del Pilar para disfrutar de la celebración. Frente al público, decenas de puestos con quesos artesanales de toda clase, joyas y colgantes 'llamadores de ángeles', cosmética natural con aloe vera, mochilas, bonsáis, pulpos de peluche con simpáticas expresiones y hasta poesía escrita en piedra. A algunos, todo ese despliegue les pillaba por sorpresa: "Acabamos de llegar de Logroño para pasar el puente entre Zaragoza y el Pirineo, pero no teníamos ni idea", explicaba Marga López, todavía con la maleta en mano, que no obstante aseguraba estar "encantada" con el cambio de planes. 

Entre los comerciantes -en la primera edición no hubo mercadillo- aplaudían la buena afluencia de la celebración. "Hay buen ambiente, las ventas aquí siempre funcionan bien", aseguraba Verónica Zaragoza, una habitual de la capital aragonesa que ha logrado ya tener hasta "clientes fijos" tras quince años desplegando su puesto de juguetes infantiles. Sin embargo, lamentaba que el horario de trabajo marcado por el Consistorio sea ininterrumpido, porque durante las horas del mediodía la clientela se reduce considerablemente. 

La mayor expectación se la llevaban el Campamento Napoleónico y las recreaciones de los cuadros más famosos de Goya, donde se ha instalado incluso un marco para que los visitantes puedan sacarse fotografías como si fueran personajes de una obra del pintor. "Los de la etapa oscura están muy bien pero mi preferido es este -decía Martín Mateos, señalando 'El quitasol'-, porque mi abuelo tiene uno igual en su casa pintado por él". También se llevaba muchos elogios el cuadro de 'Los fusilamientos de 3 de mayo', con el que Goya quiso plasmar la lucha del pueblo español contra la dominación francesa. 

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