¿Qué tiene en común un edificio de Conde de Aranda con el Vaticano?

La singular construcción en chaflán de la plaza del Portillo y Agustina de Aragón presume de inspiraciones constructivas, incluso, con la iglesia de San Carlos Borromeo de Viena.

Un combo de fotos con el edificio de Conde de Aranda, la catedral de Viena y los planos del Vaticano.
Un combo de fotos con el edificio de Conde de Aranda, la iglesia de San Carlos Borromeo de Viena y los planos del Vaticano.
Heraldo

En una paseo calmado por Zaragoza pueden descubrirse la singularidad y la belleza de muchos edificios que con el trasiego diario suelen pasar inadvertidos. Hay quienes ven en la Casa Servera de la avenida de Cataluña una suerte de ‘flat iron’ zaragozano y quienes se apasionan también con la historia del edificio de La Adriática, el que fuera primer rascacielos de la ciudad y que luce en lo alto un león de San Marcos.

Más o menos de la misma época, mitad del siglo pasado, es el edificio ubicado en la calle Conde de Aranda, a la altura del 101, un impresionante inmueble que en su día dio más de un quebradero de cabeza dado que las alineaciones de la calle eran harto complicadas. De hecho, aún hoy si se camina por la acera izquierda de Conde de Aranda hacia el Portillo, se ve que hay un salto de siete metros entre una fachada y otra, que da la impresión de un abrupto corte en la calle.

Fue en el año 1938 cuando la Caja de Ahorros y Monte de Piedad encargó la construcción de una de sus sedes en la entonces avenida del General Franco. Lo más singular es que el inmueble hace esquina pero en su planta evita los ángulos rectos haciendo una suerte de rotonda y destaca también la balaustrada y la cúpula de su pequeño torreón. El autor del proyecto fue el conocido arquitecto Teodoro Ríos Balaguer, autor de otras obras tan insignes y simbólicas en Zaragoza como el edificio del Cine Elíseos o la sede de la Diputación Provincial, so pena de haber sido también el responsable de las obras de consolidación y embellecimiento de la basílica del Pilar.

El edificio, aún con una plaza del Portillo en obras, en el año 1972.
El edificio, aún con una plaza del Portillo con poca actividad, en el año 1972.
Ayto. Zaragoza

El caso es que Ríos para su diseño era profundo conocedor de la arquitectura religiosa y repasó una y otra vez los planos de San Pedro del Vaticano: aún a muy reducida escala, el edifico de Conde de Aranda presenta reminiscencias del gran templo de Bernini y comparte con los palacios romanos algunos rasgos distintivos. Su otra gran influencia fue la iglesia de San Carlos Borromeo de Viena y, de nuevo, eliminando columnas salomónicas y reduciendo ambición y pretensiones sí es cierto que puede evocar lejanamente al templo vienés.

El esbelto edificio de Ríos está catalogado como de interés arquitectónico de grado B y tiene 28 metros de altura (la basílica vaticana se eleva 137), divididos en cinco plantas. Según su ficha de Patrimonio, está catalogado por ser “un bello ejemplo de la arquitectura clasicista que se generalizó en los años 20 del pasado siglo”. En realidad, se construyó dos décadas más tarde de que en Zaragoza desembarcara aquella tendencia clasicista de la que se pueden ver no pocos ejemplos en inmuebles del Coso o de la plaza de los Sitios. Fue hace ahora cien años cuando se construyeron decenas de casas solariegas, si bien la mayoría de las que pueden verse por los alrededores del Coso, Don Jaime I o, incluso, de Santa Engracia tienen muchos ángulos y presentan fachadas rectilíneas. Como la que nos ocupa, muchas de las construcciones que han pervivido fueron impulsadas como sedes de entidades locales y bancos.

El edificio de Ríos, que tuvo dos redacciones diferentes en 1938 y 1939 debido a las complejidades del solar, se ideó para destinarlo a oficinas y viviendas. Lo que el arquitecto absorbió de los planos vaticanos fue la resolución de los ángulos en rotonda, así como la terraza balaustrada con torreón coronado por cúpula en el chaflán de la casa. Otras cúpulas de importante valor patrimonial son las que pueden verse en la calle de San Jorge o las que cierran la plaza de España, mientras que en Independencia hay remates que se consideran más palomares. El torreón de Conde de Aranda es en realidad un pequeño espacio (de no más de veinte metros cuadrados) “con vanos en arco de medio punto abiertos entre columnas de orden toscano”, se lee en las fichas del archivo municipal. No obstante, hay más elementos que evocan al clasicismo italiano como la pequeña cúpula con pequeños vanos circulares sobre el propio torreón o el orden de las enormes pilastras que alcanzan en la fachada hasta tres plantas entre los vanos adintelados.

El edificio del Cine Eliseos también evita ángulos rectos y es obra del mismo autor.
El edificio del Cine Eliseos también evita ángulos rectos y es obra del mismo autor.
Heraldo

Quienes conocen en profundidad la obra de Ríos explican que en las décadas de 1930 y 1940 fue autor de los planos de muchos edificios de viviendas en la calle Costa, el paseo de Pamplona, Hernán Cortés o la propia Conde de Aranda, donde los números 35 y 79 también responden a su tiralíneas. Estos, sin embargo, habrían de encajarse en una descripción más “racionalista” y no tan ecléctica como alguna de sus obras más populares.

A muchos zaragozanos este edificio puede recordar también a otro emblemático en pleno centro de la ciudad, que igualmente cuenta con una cúpula pero mucho más singular al ser dorada. Hablamos del edificio del número 47 del Coso zaragozano, que fue sede del Banco Zaragozano y hoy ocupa Caixabank. Este inmueble fue construido en 1929 por el arquitecto Roberto García Ochoa –su nombre se puede leer en la fachada– y su lenguajes clasicista se entremezcla aquí con algunos orientalismos decorativos, que también contaban con gran predicamento hace ahora cien años.

El edificio de Conde de Aranda, 101, en la actualidad
El edificio de Conde de Aranda, 101, en la actualidad
H. A.

Otro edificio con semejanzas al de Conde de Aranda es que a comienzos del siglo pasado se levantó en el chaflán de las calles de San Jorge y San Andrés, del que se dice que tiene “clara influencia parisina”. Este inmueble se ubica justo en el solar que había ocupado durante siglos la Casa Zaporta (la casa que acogía el palacio de la Infanta) y fue obra de los arquitectos donostiarras Ramón Cortázar y Luis Echalde.

De vuelta a Conde de Aranda, además de los relieves clasicistas otro rasgo que podría evocar a las construcciones vaticanas es la habilidad de Ríos en combinar los remates abalaustrados (en los cuerpos de los miradores) con algunos frontones triangulares, también presentes en San Carlos Borromeo de Viena. Con esta iglesia comparte igualmente un tramo abalconado con una balaustrada continua en su planta principal.

El edificio, con una superficie construida de 1.406 metros cuadrados, se puso a la venta en su conjunto hace ahora cuatro años, pero ya fue adquirido y dividido en viviendas y oficinas, algunas de las cuales aún están libres. Por descontado, al ser un bien de interés arquitectónico, hay ciertos elementos intocables en caso de reforma como la cerrajería, la caja de escaleras o, por supuesto, la fachada.

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