Vicente Pizarro todavía recuerda cómo “salvó de la quema” de su madre sus primeras colecciones y las resguardó en casa de su abuela hasta que a su madre se le pasó el afán por limpiar la casa de ‘trastos’. Este miércoles, casi 40 años después, este reportero zaragozano de RTVE presentará una de ellas en forma de libro: ‘¿Quieres un chicle?’, una obra dedicada a todos aquellos chicles que se vendieron en España desde finales de los años 50 hasta principios de los 90. Con la presentación, que tendrá lugar en la sala de ámbito cultural del Corte Inglés de Independencia a las 19.30, el autor se cobrará así “una deuda pendiente con este pequeño dulce”.

“El chicle siempre ha estado muy presente en nuestra vida: por su frescor, para relajarnos o como sustituto al tabaco, pero siempre fue un actor secundario en los libros dedicados a las colecciones”, explica el periodista, quien hace año y medio decidió poner fin a esta situación y otorgar protagonismo a este dulce que tanta felicidad le ha dado.

El sabor, los cromos o regalos con los que venían o simplemente las tardes que compartía con sus amigos en un banco mascando chicle son algunos de los recuerdos que Pizarro conserva en su memoria como si fueran un tesoro. “Son un viaje al pasado, a la infancia donde la única preocupación era pasarlo bien”, asegura el periodista quien se define como un nostálgico nato: “No va mal serlo de vez en cuando para ver de dónde venimos”.

‘¿Quieres un chicle?’ es tanto un viaje al pasado como un viaje de los sentidos. Chicles Bazoka, Cheiw, Chicles niña, Dunkin o los chicles del General de Confitería son algunas de las marcas que aparecen en sus páginas junto a sus envoltorios y cromos de forma luminosa y colorida. “Ha sido un proceso de elaboración costoso, no solo tuve que ordenarlo todo de forma cronológica, sino también escanear y retocar después las imágenes para que se vieran bien”, explica Pizarro cuya colección particular ocupa entre el 80% y 90% del libro. “El resto lo completé mediante otros coleccionistas, rastrillos, almacenes o a través de internet”, añade.

Olor a fresa ácida

Pero este libro no solo entra por los ojos, sino también por la nariz. Menta, Coa-cola, regaliz, chocolate e incluso canela fueron algunos de los sabores, y olores, con más éxito y  ‘¿Quieres un chicle?’ también huele. “Quería que la primera sensación al abrir el libro fuera la misma que cuando se desenvolvía un chicle”, confiesa el autor cuyo sabor favorito era el de fresa ácida. Este ya no se puede encontrar, pero Pizarro logró ponerse en contacto con una empresa de esencias personalizadas que impregnó el libro con un aroma muy parecido.

‘¿Quieres un chicle?’ espera convertirse en “una base de consulta para la gente en general”, pero sobre todo para que todas estas marcas no se pierdan en la memoria y “que los hijos puedan ver cómo se divertían sus padres o tíos”, dice Pizarro. Y es que ya no queda como tal ninguna de las marcas que aparecen en el libro (una empresa holandesa acabó comprando Boomer, aunque conservó el nombre).

“Antes los chicles era un divertimento hasta que llegaron los sin azúcar en los 90, más sosos e insípidos”, lamenta Pizarro quien aún recuerda, y conserva, su favorito: la colección de monstruos 'hippies' de los chicles Dunkin. "Fueron los primeros que me compré con la propina que me daban mis abuelos", concluye.