El campo aragonés también tiene sed: "El trasvase sería un ultraje después de tantos años de lucha"

Frente a las continuas amenazas trasvasistas, agricultores aragoneses de Monegros, Bardenas o La Litera Alta recuerdan que llevan décadas esperando el agua para regar.

De izquierda a derecha, Alberto Villagrasa, Carmelo Lorente y Abel Samper, en unas tierras pendientes de transformar de Monegros II, dentro del término municipal de Bujaraloz.
De izquierda a derecha, Alberto Villagrasa, Carmelo Lorente y Abel Samper, en unas tierras pendientes de transformar de Monegros II, dentro del término municipal de Bujaraloz.
Patricia Puértolas

La respuesta es unánime cuando se busca la opinión de quienes llevan más de un siglo agarrándose a la promesa de ver regar sus campos. "Aragón también necesita agua y antes, estamos nosotros, con derechos reconocidos y dinero ya aportado; no se pueden llevar lo único que nos queda para desarrollarnos y sobrevivir", contesta Alberto Villagrasa, agricultor de Monegros II, al ser cuestionado sobre la aspiración de Cataluña de derivar agua del Ebro para regar olivos y viñedos en el Priorato (Tarragona).

"¿Cómo lo vamos a permitir? Sería una aberración, un ultraje, después de tantos años de lucha, espera y sacrificio", afirma otro de los agricultores de la zona, Antonio Samper, natural de Bujaraloz, que lleva toda la vida peleando por un recurso que frene la despoblación y ofrezca un futuro a los más jóvenes. Y no es el único. Aragón suma 50.000 hectáreas de secano pendientes de transformar. De ellas, 13.000 están en la zona más occidental de Monegros II, que se divide en cuatro sectores, con dos cada vez más cerca del ansiado regadío. Las obras del XIII, que afectan a 1.700 hectáreas de La Almolda, ya han sido licitadas; y las del VIII están por fin en marcha, lo que permitirá poner en riego 6.200 de Bujaraloz, Peñalba y Fraga.

Farlete o Monegrillo, a cero

Para llegar hasta aquí, unos y otros comparten más de un siglo de lucha y esfuerzo. Y también de renuncias. De hecho, las hectáreas se redujeron de 62.000 a 18.000 y finalmente, a 13.000, "dejando por el camino localidades a cero, entre ellas, Farlete o Monegrillo", apostilla otro agricultor de la zona, José Antonio Samper, que reside en La Almolda.

"Aquí la rentabilidad del agua está garantizada, con proyectos, estudios y costes muy definidos. El regadío es nuestra única opción de futuro y por ello, hemos tenido que acabar por renunciar a la financiación estatal y adelantar el dinero. Nosotros llevamos ya dos años pagando por un regadío que todavía no ha llegado", indica, refiriéndose al modelo implantado por el anterior Gobierno de Aragón, donde los regantes expectantes se convertían en promotores de las obras y costeaban gran parte de la inversión. En La Almolda, el proyecto ronda los 24 millones de euros.

Una aspiración desde 1915

La promesa realizada a los habitantes de Monegros II se remonta a la Ley del 7 de enero de 1915 de Riegos del Alto Aragón. Y, además, a diferencia de lo que ocurre con la pretensión de Cataluña, las obras pendientes están incluidas en el Plan Hidrológico de Cuenca vigente hasta 2027. "Si les damos la mano nos cogerán el brazo", dicen los regantes expectantes, que ponen en duda la urgente necesidad de la zona del Priorato y el uso final del agua. "A ver si va a terminar en un tubo hacia Port Aventura", advierte Samper. "Nosotros hemos dado ya mucho a cambio de nada y demostrado nuestra imperiosa necesidad. Para beber, se puede derivar agua; para regar o desarrollar la industria o el turismo, no", insiste.

A las puertas de jubilarse como gestor de la comunidad Montes Negros de Bujaraloz, Carmelo Samper, también lo tiene claro. "No se puede ser solidario con algo que está por llegar y que necesitas", señala. Y recuerda que incluso las zonas de regadío vienen de dos años de restricciones. Para los más jóvenes, la mera propuesta de la Generalitat de Cataluña resulta "injusta", dice Abel Samper. A sus 25 años, el joven, vecino de Bujaraloz, solo ve futuro si se vincula al agua. "El regadío nos da grandes opciones de desarrollo. Y las necesitamos", subraya. Los Monegros es un territorio de 227.000 metros cuadrados y una población de tan solo 20.000 habitantes, donde la agricultura y la ganadería son su principal motor económico.

El valor añadido del agua

También la zona de Bardenas lleva décadas esperando el agua para abastecer 8.000 hectáreas más, incluidas en el Plan Hidrológico. Luis Mené, agricultor de Tauste, recuerda que el sector XVIII de este canal (con 2.600) cuenta con una declaración de impacto ambiental favorable desde 1998 y "dotación de agua aprobada". Él tiene una exploración de 20 hectáreas de regadío por aspersión y cuando se desarrolle su sector, sumará otras 30, "que me ayudarán a disponer de más tierras para la rotación de cultivos y para poder sembrar cereales de invierno en la mitad de la superficie, garantizando agua suficiente para los cultivos de verano, ya que todavía tenemos el recrecimiento del pantano de Yesa sin finalizar".

El agua aportará un valor añadido, ingresos para amortizar los gastos de maquinaria y modernización de regadío. El agricultor de Tauste admite que, ante cualquier propuesta de trasvase, "se me ponen los pelos de punta", y advierte de que en un contexto de cambio climático cada vez habrá menos excedentes. "Los regantes de Bardenas, en marzo o abril de 2023 , no teníamos agua para sacar el cereal de invierno. Si no hay excedentes, cómo vamos a trasvasar", concluye.

"Prometen y prometen y nunca llega el agua"

Una gran franja de territorio de las comarcas de La Litera, el Somontano y el Cinca Medio, situada en la margen izquierda del Canal de Aragón y Cataluña, espera el regadío desde 1992, cuando se firmó el Pacto de Piñana. Este acuerdo le concedió una dotación de 49 hectómetros cúbicos, la misma que para el desarrollo de los riegos de Alguerri-Balaguer, en Lérida, que ya son una realidad.

"El regadío de La Litera Alta es un proyecto que se ha vendido muchas veces, y no podemos plantearnos el futuro y nuevas inversiones si prometen y prometen y nunca llega el agua", afirma Mario Cequier, agricultor de Estadilla de 43 años, miembro de la junta de la comunidad de la Carrodilla y uno de los futuros beneficiarios de este desarrollo, declarado de interés social desde hace más de 30 años.

El plan arrancó con la previsión de transformar 12.000 hectáreas y con el paso de los años se han ido recortando por normativas ambientales hasta 9.000. "Ya tenemos una concesión de agua de la CHE, reconocida en el Plan Hidrológico del Ebro, pero ahora no va a las hectáreas sino al resto de regantes del Canal de Aragón y Cataluña", explica Cequier. El agua, dice, ayudaría a que las explotaciones fuesen más viables y a que jóvenes cualificados pudieran invertir en otro tipo de cultivos más rentables. "Somos un grupo de gente joven aguantando en la zona, intentando hablar con las instituciones, en Madrid y en Zaragoza, pero siempre estamos en esta espera", lamenta.

El agricultor de Estadilla ve con sana envidia cómo el Canal Alguerri-Balaguer ya riega, lo que atribuye a la agilidad de la administración catalana y a la presión de los agricultores de la zona, sin obviar el factor de la influencia política de Cataluña en Madrid. "Aquí a veces, más que pensar en planificar, pensamos en el día a día. Deberíamos aprender de esa presión y preguntarnos por qué no regamos nosotros", concluye este futuro regante de La Litera Alta.

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