Cuando Zaragoza fue francesa: "El santo de Napoléon se celebraba con corridas de toros y fuegos artificiales pero la gente tenía miedo"

El 20 de febrero de 1809 la capital aragonesa capitula ante los franceses y se pone fin a los Sitios de Zaragoza. Comienzan así cuatro años de ocupación en los que la ciudad estuvo bajo la órbita de Napoleón.

Tras la capitulación de Zaragoza en 1809, la ciudad pasa a la órbita napoleónica durante casi 5 años.
Tras la capitulación de Zaragoza en los Sitios, en 1809, la ciudad pasa a la órbita napoleónica durante casi 5 años.
Asociación Cultural Los Sitios

‘La Virgen del Pilar dice que no quiere se francesa, que quiere se capitana de la tropa aragonesa’… Y sin embargo, lo fue. Esta popular y conocida jota expresaba el sentir de los zaragozanos durante los Sitios de la ciudad, entre 1808 y 1809, cuando España entera luchaba contra Napoleón en la Guerra de la Independencia. Pero, a pesar del sentir popular de la época, Zaragoza sucumbió y pasó a formar parte de la órbita del imperio napoleónico durante casi 5 años, de 1809 a 1813.

Y es, precisamente, durante estos días de febrero y comienzos de marzo de hace exactamente 215 años cuando Zaragoza se convierte en una ciudad francesa. Se trata de una de las etapas menos conocidas de nuestra historia más local y comienza tras la capitulación, el 20 de febrero de 1809. Es entonces cuando las tropas de los vencedores entran en la capital aragonesa por primera vez como dueños y señores de la villa. Sin embargo, su primera impresión no fue para nada agradable. “Lo que se encuentran al entrar es la devastación total y una destrucción terrorífica”, dice Gonzalo Aguado, presidente de la Asociación Cultural Los Sitios. 

Los muertos, a miles por las calles

“Era un auténtico caos después de meses de asedio. Las calles estaban llenas de escombros, los edificios destruidos y los muertos se amontonaban a miles en las puertas de las iglesias”, enumera Aguado. Además de la guerra, el tifus estaba haciendo estragos entre la población y seguía muriendo gente a diario por la enfermedad a razón de más de 300 al día. De hecho, en los primeros 25 días en la Zaragoza en manos de los franceses murieron 8.000 personas más por esta causa.

"En los primeros 25 días de ocupación francesa murieron 8.000 zaragozanos a causa del tifus".
Imagen creada por IA de Zaragoza al final de los Sitios.
Imagen creada por IA de Zaragoza al final de los Sitios.
Asociación Cultural Los Sitios

Por este motivo, las primeras disposiciones de las nuevas autoridades fueron de saneamiento. “Era una situación dantesca. Se organizaron cuerpos de policía para sacar todos los cuerpos que estaban por las calles y los enterraron en fosas comunes a las afueras de la ciudad, la más importante fue la de Macanaz”, donde se depositaron más de 10.000 cadáveres, explica.

Al mismo tiempo comenzó un proceso de limpieza de las calles que se prolongó hasta el 5 de marzo. Fue entonces cuando el Mariscal Lannes entró por primera vez en el corazón de Zaragoza en una entrada triunfal hasta la plaza del Pilar donde el obispo auxiliar lo recibió con toda la pompa y ceremonia. No había lugar para la protesta o los abucheos populares. La población estaba diezmada y enferma, los soldados supervivientes habían sido encarcelados o ajusticiados y se castigaba con especial dureza cualquier amago de rebelión. “En esos primeros días encontraron a un francés muerto en una calle y, como no sabían quien era el culpable, sacaron a todos los hombres de las casas de enfrente y los fusilaron. Fueron los días más tristes de la historia de la ciudad”, afirma Aguado.

"Encontraron a un francés muerto en la calle y, como no sabían quién lo había matado, fusilaron a todos los hombres de las casas de enfrente". 

Los franceses, de fiesta en fiesta

A partir de ahí, la ciudad comienza a recomponerse. Llega desde Francia el general Suchet que asume el gobierno de la ciudad con el objetivo de “normalizar” la vida de sus habitantes, según explica Pedro Rújula, profesor de la Universidad de Zaragoza en su artículo ‘La Zaragoza francesa’, del libro ‘Los Sitios de Zaragoza, publicado por HERALDO. “Ordenó que todos los funcionarios juraran fidelidad a José I -Bonaparte-, volvieran a sus puestos y se abrieron las escuelas”, escribe.

Fue un periodo de dominación silenciosa y la época con más fiestas que ha vivido la ciudad”, añade Aguado. “Se organizaban corridas de toros y fuegos artificiales con cualquier pretexto: el santo de Napoléon, su boda, el nacimiento de su primer hijo y cada victoria de las tropas napoleónicas se celebraba como propia. Las fachadas de los edificios se iluminaban con velas -luminarias- y la noche zaragozana se convertía en un espectáculo”, describe el presidente de la Asociación Cultural Los Sitios. 

"Se organizaban corridas de toros y fuegos artificiales por cada victoria francesa, por el santo de Napoléon o por su boda".

Con tanta fiesta, Suchet buscaba la participación de todos los ciudadanos y se señalaba a quien no lo hacía como contrario al nuevo gobierno. “Si no ibas a los toros corrías el riesgo de ser detenido, encarcelado o cosas peores, por lo que la gente iba aunque no tenían ganas de fiesta”, afirma Aguado. Suchet se cuidó bien de respetar la religión y los lugares de culto zaragozanos y acudía a misa cada domingo al Pilar con su esposa, más por dejarse ver entre la población, que por fervor religioso. “Buscaba la aprobación de los zaragozanos y e intentaba llegar hasta ellos por este medio, pero la gente estaba atemorizada", indica.

"Suchet acudía a misa cada domingo al Pilar, más por dejarse ver  que por fervor religioso". 

"En una ocasión aparecieron unas pintadas, a modo de graffiti, en la fachada de la Seo que decía ‘mierda para los franceses’ y como no sabía quien lo había hecho, detuvo al Cabildo al completo. Tuvieron que interceder las autoridades y pagar la consiguiente multa para dejarlos en libertad", continua Aguado.

Suchet también intentó recuperar la economía local. “Contrató diferentes servicios y dio dinero a sus soldados para que lo gastasen, pero también subió mucho los impuestos que fueron fuente de conflictos”, continúa. Los labradores volvieron a las huertas y se reconstruyeron y mejoraron algunas zonas.

Herencia francesa en Zaragoza

A pesar de esta breve experiencia con lo francés, aún conservamos algún elemento de esa época en la ciudad. “Se creó el germen de lo que se convertiría en el futuro en el Paseo de la Independencia con un bulevar de estilo francés, también el Paseo de las Damas, que se llama así porque era el lugar por donde salían a pasear las damas francesa”, apunta el presidente de la Asociación Cultural Los Sitios. 

También el nombre de Venecia para referirse a la zona alta de Torrero, junto al canal, es de esta época. “Se puso de moda entre los franceses pasear en góndola por el canal, se hacían obras de teatro y había cantantes de ópera amenizando el recorrido”, concluye Aguado.

Sin embargo, la Zaragoza francesa fue breve. La situación en el resto de España es cada vez más insostenible y las tropas francesas comienzan un repliegue general. En 1814 entran en la ciudad los ejércitos de los generales de Espoz y Mina y Duran que vienen de Cariñena y Soria, respectivamente, y liberan Zaragoza. Los franceses abandonan la villa por el Arrabal, no sin antes volar una de las arcadas del Puente de Piedra tras ellos para evitar que los persigan, y se retiran a Cataluña para partir, definitivamente, hacia Francia.

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