Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Voluntariado contra la brecha digital en Aragón

Conseguir que la tecnología no sea obstáculo ni riesgo sino una aliada para todas las personas, jóvenes o mayores, es la meta de quienes regalan su tiempo en el cibervoluntariado.

Taller ofrecido por la Fundación Cibervoluntarios en el IES La Azucarera para aprender a usar Tik Tok de forma segura y responsable.
Taller ofrecido por la Fundación Cibervoluntarios en el IES La Azucarera para aprender a usar Tik Tok de forma segura y responsable.
Francisco Jiménez

"Profe, ¿cuánto dura esto?", pregunta alguien al entrar al aula. "La hora de clase", responde su profesora. Va a ser una hora un tanto especial porque, hoy sí, podrán sacar el móvil de la mochila para aprender a hacer un uso seguro de Tik Tok. Son alumnos y alumnas de 4º de ESO del IES La Azucarera de Zaragoza y hoy viernes, a tercera hora, reciben en su asignatura de Digitalización la visita de Maite Zapata, cibervoluntaria que ha venido a profundizar con ellos en la mejor forma de sacar partido a esta red social y cómo estar alerta ante los riesgos. "No os voy a enseñar a hacer vídeos o bailar –avisa–, este taller no va de la parte creativa, sino de lo que hay detrás de Tik Tok, hoy vamos a hablar de bienestar digital".

Las profesoras de este grupo, Silvia Portolés y Pilar Coma, decidieron incorporar este contenido de la fundación Cibervoluntarios, con quien su centro tiene un convenio, porque "Tik Tok lo usan sí o sí, están en la adolescencia y lo prueban todo, así que les viene bien un poco de formación, ser conscientes de lo que comparten, ver qué es bueno para ellos y qué no", comenta Portolés. Maite, la cibervoluntaria, trata de romper la pared de hielo de un auditorio adolescente: "¿Qué es Tik Tok para ti? ¿Para qué lo usáis?". Las respuestas van cayendo: "Una plataforma", "una aplicación", "yo lo uso para divertirme", "yo, para poner música", "recomiendan libros", "para pasar el rato"... Para despertar otras posibilidades, la cibervoluntaria les pregunta si lo usan mucho para estudiar. Vuela una mosca y nadie respira. "Ah, ¿no?". Los jóvenes no siempre conocen las opciones educativas que también esconde esta red. Descubrir las oportunidades que ofrece como plataforma de entretenimiento, creatividad y aprendizaje es otra meta del Campus Tik Tok del que esta sesión forma parte, un programa que ofrece talleres gratuitos y recursos educativos para adolescentes, familias y docentes.

"A estas edades utilizan mucho las redes sociales, sobre todo Tik Tok", señala la profesora Pilar Coma. "Lo ven como algo divertido, sobre todo para intercambiar información, y a veces solo ven lo bueno, lo que les gusta, no se dan cuenta de que pueden hacer daño a otros compañeros con un comentario". Cree que es bueno para despertar su atención que venga a hablarles de todo ello alguien externo al centro. "Ayuda a que atiendan", dice.

En los vídeos que componen la presentación de este taller en el IES La Azucarera van saliendo ideas interesantes. Como la importancia de cuidar nuestra identidad digital, "esa marca personal que nos identifica y que incluye lo que publicamos, lo que compartimos, lo que la gente habla de nosotros, el impacto que generas en tu comunidad...". También lo que compartimos, así que, atención: "Antes de compartir, hay que confirmar si es verídico, es la forma de frenar los bulos que corren por internet".

Con los móviles en la mano, el alumnado va descubriendo secretos útiles en la pestaña de Ajustes. Como medida preventiva, "poned vuestra cuenta como privada en vez de pública para tener mayor control de la gente que nos sigue", en una red que tiene más de mil millones de usuarios, aconseja Maite Zapata. Se puede también restringir comentarios y limitar el tiempo de uso. Los peligros se escriben en inglés –‘grooming’, ‘cyberstalking’, ‘sexting’...– y necesitan traducción y comentario en este taller que termina con los móviles de vuelta al fondo de unas mochilas que ahora van cargadas de recomendaciones prácticas y unos gramos de sentido crítico para circular por las redes de forma más responsable y segura.

Voluntariado tecnológico

La fundación Cibervoluntarios cuenta con 92 personas voluntarias en Aragón, en colaboración con 73 entidades. Gracias a su labor, a través de 63 actividades realizadas en la Comunidad, se ha formado en competencias digitales a 1.076 personas, y para los próximos meses ya hay programadas otras 21 actividades gratuitas para toda la ciudadanía, además de formaciones específicas para mujeres, personas mayores, jóvenes y emprendedores, con atención especial a las personas que viven en zonas rurales.

Natalia García, coordinadora de la fundación Cibervoluntarios, incide en lo mucho que "sigue haciendo falta que intentemos promover el uso de la tecnología como medio para paliar la brecha social, generar innovación social y empoderar a la ciudadanía". Un enfoque que puede incluir tanto a una persona mayor que aprenda a pedir ‘online’ cita previa en su centro de salud o a operar con su banco como a otra persona más joven que no le cuelen más ‘fake news’ porque ha activado su pensamiento crítico y conoce herramientas con las que verificar los contenidos que llegan a sus dispositivos.

La transformación digital de la sociedad ha llegado a tantas facetas de la vida que hace falta manejar unas herramientas mínimas para poder comunicarnos con otras personas, informarnos, tratar con la Administración, comprar... Pero lo que a quienes usamos a diario este juego de llaves nos parece cotidiano, normal y corriente, es un mundo, una brecha que les parece insalvable, para otras personas.

¿Qué anchura tiene esa brecha digital?

Según el Plan Nacional de Competencias Digitales, 15 millones de personas carecen de competencias digitales básicas en España. El informe ‘Competencias digitales’, publicado este año (con datos de 2021), del Observatorio Nacional de Tecnología y Sociedad, del Ministerio de Transformación Digital, refleja que solo el 27% de los mayores de 65 años tienen competencias digitales básicas o avanzadas, pero resulta más llamativo otro dato: solo el 51% de quienes tienen entre 55 y 64 años, personas que todavía están en edad de trabajar. Además, la brecha digital es mayor en personas en riesgo de exclusión y en las zonas rurales. En cuanto a las personas desempleadas, solo el 49% maneja estas competencias frente al 63% en personas ocupadas; en las zonas rurales, un 55% frente al 69% en las ciudades.

En Aragón, según el Instituto Nacional de Estadística, casi un 34% no tiene apenas habilidades digitales (un 31% en el conjunto de España) y con habilidades básicas tenemos en la Comunidad a un 17% de la población, frente al 19% como cifra nacional.

Desde su experiencia en la coordinación de la fundación Cibervoluntarios, Natalia García sabe que, aunque la falta de tiempo o los cambios en las circunstancias vitales hacen que haya alguna baja en el plantel de voluntarios, ayuda el hecho de ser "un voluntariado muy flexible: cada cual participa cuando tiene un huequito, en su tiempo libre, deciden cuándo, con qué colectivo, si ‘online’ o presencial, los propios voluntarios marcan cómo materializan su participación". Dentro, el mismo motor: la motivación, "las ganas de crear un mundo mejor, de dedicar su tiempo y su conocimiento a que los demás aprendan y sean autónomos en su día a día en el manejo de las tecnologías digitales".

Diseña un móvil ético.

Otras organizaciones tienen el voluntariado como fuerza y la brecha digital como oponente. Desde Ingeniería Sin Fronteras, el enfoque es apostar por una electrónica ética. "El consumo de productos electrónicos es desmedido, según el último estudio, en 2020 se alcanzaron los 53,6 millones de toneladas de residuos electrónicos al año", destaca César Enrique Riera. 

Por eso buena parte de las actividades que programan se centran "en sensibilizar respecto a la fabricación, uso y fin de la vida útil de los dispositivos electrónicos, buscando concienciar a la población en general, y en especial a la juventud, sobre un uso responsable y ético de los aparatos electrónicos". Lo intentan a través de charlas y talleres en institutos de educación secundaria y ciclos formativos, en los que "abordamos las cuatro fases de fabricación de los dispositivos y el impacto ambiental y social que tiene el hiperconsumo de la electrónica". También proporcionan a su público, estudiantes de 14 años en adelante, alternativas de consumo y formas de alargar la vida útil de sus dispositivos. 

"En promedio –explica–, cambiamos de móvil cada año y medio; lo habitual es que los dispositivos vengan ensamblados y el usuario no pueda cambiar a batería, que es lo que muchas veces se estropea". Haciendo visible todo esto ante el alumnado, "también buscamos empoderar a la juventud y la ciudadanía en general, para intentar ser conscientes y poder demandar que las industrias electrónicas sean responsables y lo más éticas posible en la fabricación de los dispositivos, respetando los derechos humanos y el medio ambiente". Como dinámica, piden a los participantes en estos talleres que simulen ser una compañía tecnológica y diseñen un móvil que sea lo más ético posible.

Se encuentra en fase embrionaria un proyecto en colaboración con la Oficina de Software Libre de Unizar y el Campus digital de FP para iniciar un banco de reciclaje de dispositivos, en este caso ordenadores, "para promover la utilización de equipos de segunda mano y, de esa forma, reducir la brecha digital en personas que, por una o otra razón, no cuenta con un dispositivo electrónico para desarrollar sus labores académicas o de otro tipo". En Ingeniería Sin Fronteras Aragón hay ahora mismo activas unas diez personas, suelen ser estudiantes de Ingeniería o carreras de Ciencias o titulados recientes.

Mi hermano mayor universitario

Universitarios con la Infancia es una asociación de la Universidad de Zaragoza nacida en 2012. El suyo no es un programa específico sobre tecnología, sino del ámbito educativo en general que se desarrolla en Zaragoza ciudad y barrios rurales, para ayudar con refuerzo escolar y actividades extraescolares a niños en riesgo de exclusión, y ofrecer actividades formativas para familias (fundamentalmente para madres). Sus voluntarios, mayoritariamente estudiantes de cualquier grado de Unizar, van una vez a la semana al colegio en una hora fija y dedican una hora u hora y media cada semana, y así durante todo el curso, de noviembre a mayo. Entre las extraescolares que imparten: lectoescritura, huerto escolar y periódico escolar, ajedrez, teatro, bailes, circo... y, este año, también informática en un colegio de Valdefierro.

Javier Campos, vicepresidente de Universitarios con la Infancia, describe con una metáfora su programa de voluntariado: la idea del ‘hermano/a mayor universitario’, "es decir, facilitar a niños y niñas de familias en riesgo de exclusión una figura, un referente, de hermano o hermana mayor universitaria (del que carecen en su familia)". Su forma de actuar es acudir a estos colegios y salas de estudio de Zaragoza que se muestran interesados y acordar con ellos las actividades concretas que necesitan. Este curso, cuentan con unos 85 voluntarios, "la mayoría chicas (un 85% aproximadamente), estudiantes de 1º o 2º curso (es decir, de entre 18 y 20 años) de algún grado de Unizar, de todas las facultades y escuelas, aunque suele haber más voluntarios de grados relacionados con la educación, la salud y el trabajo social". En este curso trabajan con unos 20 colegios o salas de estudio.

Y así, desde distintas organizaciones, estas personas voluntarias regalan una parte de su tiempo para quitarles el miedo a romper algo de los mayores que no se aclaran con el móvil o, en el otro extremo, inocular un poco de precaución en los jóvenes que no son conscientes de los riesgos de las redes. Importantes granos de arena para rellenar esa brecha digital y allanar nuestra relación con la tecnología.

Maite Zapata, de Fundación Cibervoluntarios, en la sala Multiusos del IES La Azucarera, antes de impartir su taller.
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Maite Zapata, fundación Cibervoluntarios: "Todos podemos necesitar ayuda en la vida con un trámite digital"

Maite Zapata se pone en el lugar de las personas a las que, como cibervoluntaria, presta apoyo: "Todos podemos necesitar ayuda en algún momento de la vida con un trámite digital". Tiene 37 años y es venezolana. Aunque su formación inicial fue Turismo, reorientó su perfil hacia el márquetin digital y las redes sociales. Reconoce que "siempre me ha gustado ayudar a personas no tan familiarizadas con la tecnología, que está presente en casi todo". Especialmente a colectivos vulnerables, personas en riesgo de exclusión, mayores... Ahora está poniendo en pie su propia marca personal de márquetin digital para mujeres emprendedoras.

César Enrique Rivera Meza, de Ingeniería Sin Fronteras, en la Escuela de Ingeniería y Arquitectura de Unizar.
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César E. Rivera Meza, Ingeniería Sin Fronteras: "Tengo la pasión de enseñar y sembrar conciencia"

Entró en Ingeniería Sin Fronteras "hace cuatro añitos" y entre las temáticas sobre las que César Enrique Rivera Meza actúa como voluntario, impartiendo charlas de sensibilización en institutos, se encuentra la electrónica ética. Tiene 30 años y, tras haber hecho Ingeniería Química en Nicaragua, su país natal, cursa complementos formativos de este grado en la Universidad de Zaragoza para homologar su título. Cuando trata de conectar con el alumnado que escucha sus charlas "aterrizamos el tema en lo cercano: el uso del móvil, las horas que dedican y cómo alargar su vida útil". El voluntariado canaliza su "pasión de enseñar y seguir sembrando conciencia".

Santiago Hernández tiene una larga experiencia como cibervoluntario.
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Santiago Hernández, fundación Cibervoluntarios: "No hace falta ser Bill Gates para ser cibervoluntario"

En su blog reluce la palabra ciberoptimismo, y también en sus palabras. Santiago Hernández (Zaragoza, 1977) recuerda cómo, en 2006, escuchar a Yolanda Rueda, presidenta de Cibervoluntarios, le hizo ver que eso de "trabajar con ordenadores y ayudar a las personas encajaba con mis dos perfiles: docente –soy maestro y doy clases particulares– e informático. Esa noche me hice cibervoluntario". Le interesa mucho cómo la tecnología ayuda en la educación de personas con diversidad funcional. Anima a seguir sus pasos porque "no hace falta ser Bill Gates para ser cibervoluntario, sino ser tú mismo, ir poco a poco y tener un mínimo compromiso".

Carmen Olóriz, voluntaria de Universitarios con la Infancia, momentos antes de dar su clase en el CEIP Jerónimo Blancas y Tomás.
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Carmen Olóriz, Universitarios con la Infancia: "Es injusto que las personas mayores se queden atrás"

Cada cual da lo que tiene, y este curso Carmen Olóriz puede dedicar una hora a la semana a impartir la extraescolar de Informática a un grupo de siete niños de 4º de primaria del CEIP Jerónimo Blancas y Tomás, en Valdefierro. También ayuda con la web a la asociación Estelar. Acaba de cumplir 18 años y de empezar Enfermería y el tiempo no da para más, aunque le gustaría. Ya con 15 años se estrenó como voluntaria con Cruz Roja; en bachillerato, junto a compañeros del instituto, acercaron la tecnología a personas mayores en centros cívicos. Un alumnado al que le encantaba ayudar a ponerse al día: "Es injusto que las personas mayores se queden atrás".

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