Investigadores de la Universidad de Zaragoza hallan un nuevo hábitat prehistórico en Peña Miel, en La Rioja

Permitirá conocer mucho mejor los rasgos de la transición del Paleolítico medio al Paleolítico superior en la Cordillera Ibérica.

Desarrollo de los trabajos en la sala externa de la cavidad.
Desarrollo de los trabajos en la sala externa de la cavidad.
Universidad de Zaragoza

Unas excavaciones en la cueva de Peña Miel (Nieva de Cameros, La Rioja), realizadas este mes de octubre, han permitido localizar un nuevo espacio de hábitat prehistórico en la parte interior de la cavidad, que será excavado en extensión en próximas campañas.

Los trabajos de esta campaña los han realizado investigadores del Instituto de Investigación en Patrimonio y Humanidades (IPH) y del Instituto Universitario de Investigación en Ciencias Ambientales (IUCA) de la Universidad de Zaragoza, pertenecientes al Grupo de investigación Primeros Pobladores y Patrimonio Arqueológico del Valle del Ebro (P3A).

El estado de conservación de este nuevo espacio parece óptimo y permitirá conocer mucho mejor los rasgos de la transición del Paleolítico medio al Paleolítico superior en la Cordillera Ibérica.

Esta campaña pretendía evaluar el potencial arqueológico restante en la cavidad, precisar las dataciones ya obtenidas en años anteriores mediante radiocarbono AMS y estimulación óptica de la luz (OSL) y confirmar la posible presencia de humanos modernos en las fases más recientes de ocupación.

El equipo investigador ha estado dirigido por los profesores Carlos Mazo (IUCA) y Rafael Domingo (IPH), junto a las profesoras Pilar Utrilla (IPH) y Lourdes Montes (IUCA), la investigadora posdoctoral Cristina López-Tascón y la predoctoral Ekaterina Shveygert, junto con alumnas del Grado de Historia de la Universidad de Zaragoza.

Las dataciones por luminiscencia han sido realizadas por Alicia Medialdea, del Centro Nacional de la Evolución Humana de Burgos.

La cueva de Peña Miel fue la primera gruta paleolítica excavada en España. El pionero investigador francés Édouard Lartet la visitó en 1865 y desarrolló trabajos arqueológicos en los que recuperó materiales líticos y óseos en cinco niveles arqueológicos, que atribuyó a la “Edad del Reno”.

En aquel momento aún no se había fijado la periodización de la Prehistoria que ha llegado hasta la actualidad. El propio Lartet venía de excavar, en los años precedentes, yacimientos icónicos como Aurignac, Le Moustier o La Madeleine, que posteriormente dieron nombre a algunos de los periodos paleolíticos.

Los trabajos de Lartet sirvieron para que la cueva fuese mencionada en las principales obras de sistematización del pasado prehistórico ibérico pero, poco a poco, fue cayendo en el olvido.

A inicios de los años 80, un equipo de la Universidad de Zaragoza, encabezado por Pilar Utrilla, reencontró la cavidad, la excavó con metodología moderna y la publicó en la serie de Excavaciones Arqueológicas en España del Ministerio de Cultura, en 1987.

En esa intervención se comprobó que las ocupaciones en la cavidad se debían a grupos neandertales que la habían utilizado como refugio. Presentaba, en la primera sala, tres niveles atribuidos a las fases finales del Musteriense, con industrias líticas características, un notable conjunto de piezas en industria ósea y una fragmentación de la fauna extrema, que parecen indicar su empleo como campamento de uso prolongado con un buen acondicionamiento del espacio.

El más reciente de los niveles musterienses ofrece en su parte superior materiales que por sus rasgos y materia prima utilizada podrían haber sido elaborados por humanos anatómicamente modernos, de cultura material auriñaciense (la cultura Auriñaciense sustituyó a partir del 38.000 antes del presente, aproximadamente, a la cultura Musteriense en el inicio del Paleolítico Superior).

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