El primer día de clase de los profesores aragoneses: "Entras al aula y 30 pares de ojos te miran"

Ganas, ideas nuevas, nervios e incertidumbre se entremezclan, también para los docentes, cuando se estrenan en el aula. Un curso más comprobarán que los alumnos enseñan, y mucho.

La profesora Begoña Abecia, maestra especialista de Inglés y Música en educación primaria, guía una jornada de audición de libros en el CEIP San Juan de la Peña de Jaca.
La profesora Begoña Abecia, maestra especialista de Inglés y Música en educación primaria, guía una jornada de audición de libros en el CEIP San Juan de la Peña de Jaca.

Incluso repitiendo en el mismo centro o con la misma clase, "nunca hay un curso igual. Cuando eres maestro o educador, el primer día de cada curso se vive con intensidad". La profesora Begoña Abecia recuerda todas las primeras veces en cada centro en los que ha estado, tanto como estudiante durante las prácticas como siendo ya maestra. Todo comienza. "Es un día que sientes como si celebrases el Año Nuevo".

Como tantos otros profesores y profesoras por estas fechas, encara cada nuevo curso con una mezcla de nervios y ganas. "Las primeras semanas son de mucho trabajo para preparar la bienvenida y los materiales para los niños y niñas y me gusta hacerlo lo mejor que puedo –señala–. Normalmente, hasta que no ha pasado septiembre no suelo relajarme. Mi sensación es que, tanto para los maestros y maestras como para familias y alumnado, septiembre es un mes un poco caótico que personalmente vivo con mucha intensidad, pero sin perder la motivación y las ganas". 

Este curso, después de dos años en el CEIP San Juan de la Peña de Jaca y tras haber aprobado con plaza en 2022 la oposición al cuerpo de Maestros, especialidad en Música, la han destinado como maestra definitiva a un Colegio Rural Agrupado. Será tutora y especialista de Música en el centro de Boltaña del CRA Alto Ara. Por delante, el reto de adaptarse "a la novedad absoluta: el pueblo en el que voy a vivir, mis compañeros y compañeras, el alumnado, la forma que tienen de trabajar...". Un desafío que afronta "llena de ganas de comenzar de nuevo y de continuar aprendiendo". Porque eso, no dejar nunca de aprender y de seguir formándose, es lo que aconseja a cualquier docente que vaya a dar clase por primera vez. "Los niños y niñas cada día cambian y no les gusta lo mismo de un curso para otro". Por eso anima a asistir a talleres, cursos y formaciones "que nos ayuden a ser creativos y que nos den herramientas para llegar a un alumnado que está acostumbrado a las pantallas y a recibir mucha información en poco tiempo. Muchos profesores y profesoras están compartiendo sus experiencias innovadoras; hay que nutrirse de ello y explorar", destaca Abecia.

Para Juan Antonio Rodríguez, maestro rural con destino en Alpartir (Zaragoza) desde el curso 2008-09, "dar clase también es un proyecto moral al que hay que dedicarse en cuerpo y alma, con la convicción de que un mundo mejor es posible. Y para ello, nada mejor que dejarse aconsejar por docentes con experiencia".

Antes de obtener su plaza definitiva, Ana Belén Pérez Lasheras, profesora en el CEIP Ana Mayayo de Zaragoza, estuvo 11 años de interina, recorriendo Huesca, Saravillo, Fabara, Cariñena, Used, Calatayud, Épila, San Mateo de Gállego, Alcalá de Ebro... En su camino le ha sorprendido encontrar tantos maestros vocacionales que, "estando a punto de jubilarse, siguen enseñando con todo su cariño, paciencia y comprensión. Transmiten paz y seguridad. Esos son mis ejemplos a seguir", asegura. 

Ella ha trabajado "en CRA donde me ha tocado itinerar, en unitarias donde la enseñanza es muy diferente a la escuela de la ciudad, con alumnos de diferentes niveles y edades, he trabajado de compensatoria, con etnia gitana y con adolescentes que me decían que para qué me esforzaba si, en cuanto cumpliesen los 16, iban a trabajar y ganar más dinero que yo…, pero pese a su poca motivación hacia el estudio, la experiencia fue enriquecedora, siempre se aprende algo". Su consejo para profesores noveles es "que las cosas con alegría se aprenden mucho mejor".

Paciencia y muchas ganas recomienda Irene Abós, maestra del colegio zaragozano Soledad Puértolas de Valdespartera. Además de "hacer las cosas con cariño y amor y escuchar a los alumnos y alumnas, para ir conociéndolos poco a poco y acompañarles en el proceso de aprendizaje, ya que cada alumno tiene un desarrollo evolutivo diferente y nos tenemos que adaptar a sus necesidades", añade.

Especial hincapié en la colaboración hace Pilar Luna Mingarro, profesora de Matemáticas en el IES Ramón y Cajal de Huesca, que impulsa a todo nuevo docente a "que trabaje en grupo, que continúe formándose a lo largo de toda su carrera, que tenga todos los sentidos bien abiertos para detectar las necesidades de sus alumnos y que se arme de paciencia".

Con espíritu práctico, Ion Ormazábal, docente del zaragozano IES Pedro de Luna, propone llevar una lista de las cosas que quieres hacer, a él le relajaba en sus comienzos. Y aporta otro consejo: "Las clases perfectas no existen. Y, desde luego, la primera clase tampoco. No te preocupes, tienes todo el curso por delante".

El turolense Manuel Marqués, profesor en la Escuela de Hostelería y Turismo, "les diría que escuchen, que se apoyen en sus compañeros, que confíen en su preparación y que sean ellos mismos". Pese a llevar 30 años, todavía le resulta estresante enfrentarse a la primera clase del curso, "incluso con grupos de alumnos a los que ya conozco". Su primer reto personal es mantener la ilusión, "no entrar en el modo rutina, una tentación que se presenta más fuerte a medida que van pasando los años". El segundo es conectar con las personas a las que da clase, pues nota que cada curso está "un poco más lejos de su edad y lograr esa conexión, imprescindible para conseguir resultados significativos, es un poco más difícil, pero también te rejuvenece y eso no tiene precio".

Ion Ormazábal dará clase este curso en el IES Pedro de Luna de Zaragoza.
Ion Ormazábal dará clase este curso en el IES Pedro de Luna de Zaragoza.
Toni Galán

"Entras al aula y 30 pares de ojos te miran"

La primera vez que Ion Ormazábal  (Zaragoza, 1982) dio clase en un instituto fue hace diez años, una sustitución de un mes a una compañera que se casaba. "Ese momento en el que entras en el aula y 25 o 30 pares de ojos te miran de arriba abajo es curioso", reconoce. "Las primeras veces que das clase tienes ganas de que salga todo bien: que las clases sean perfectas, caer bien a todo el alumnado… Luego te das cuenta de que hay días mejores y peores". 

Ha sacado su plaza en las últimas oposiciones y ahora sabe que "no tiene nada que ver entrar por primera vez en un aula de 1º de ESO que en un aula de 1º de bachiller; entrar en un aula hablando en inglés (por ser la asignatura bilingüe) o en castellano; entrar como profesor o como tutor…". Algo que ha aprendido con el tiempo es "a observar a los estudiantes en esas primeras sesiones. Ellos te evalúan cuando entras en el aula, te van a ‘medir’, tú debes hacer lo mismo con ellos. Si les dejas sentarse como quieran en la primera sesión, verás cómo se forman pequeños grupos, aquellos alumnos que se quedan un poco rezagados, cuánto tardan en quedarse en silencio mientras los miras…, y vas viendo por dónde puede haber problemas o en qué alumnos te puedes apoyar más para dar clase".

Ana Pérez Lasheras es actualmente profesora en el CEIP Ana Mayayo de Zaragoza.
Ana Pérez Lasheras es actualmente profesora en el CEIP Ana Mayayo de Zaragoza.

"En un mes me saqué el carné para ir y venir"

Ana Pérez Lasheras (Jaca, 1973) impartió su primera clase en el CEIP Pío XII de Huesca, una reducción de jornada de la titular de Música. "Me tenía que desplazar de Zaragoza a Huesca, así que lo primero que aprendí fue que necesitaba el carné de conducir y en un mes me lo saqué. El coche es imprescindible en este trabajo, te toca salir fuera de casa, ir de pueblo en pueblo... No puedes estar dependiendo de nadie". Cuando llegó al colegio "el equipo directivo me dijo que parecía muy joven". A pesar de que "era un centro complicado –había muchos alumnos de etnia gitana y había dos aulas cerradas de educación especial, una de ellas con alumnos mayores–, yo estaba contenta: por fin podía hacer lo que más me gustaba, conocí personas maravillosas que me ayudaron mucho y con las que aún tengo amistad". Reconoce que lo que "me marcó en mi primer día fue el hecho de darme cuenta que enseñar no es lo mismo que saber conocimientos. Yo sabía muchos conceptos musicales, pero no tenía ni idea de cómo transmitirlos".

Manuel Marqués lleva 30 años en el CPIFP Escuela de Hostelería y Turismo de Teruel.
Manuel Marqués lleva 30 años en el CPIFP Escuela de Hostelería y Turismo de Teruel.
Toni García

"Qué nervios para disimular la inseguridad"

Mi primera experiencia profesional fue en septiembre de 1993, en el colegio de las Terciarias de Teruel", rememora Manuel Marqués Orrios (Teruel, 1967). El primer recuerdo que le viene a la cabeza está relacionado con su primer contacto con el claustro del centro: "En él había varios profesores que me habían dado clase y eso me producía un respeto terrible, aunque la acogida fue estupenda, me ayudaron en todo momento y hoy en día conservo buenos amigos de aquel claustro".

De la primera clase, "recuerdo la tensión, los nervios intentando que no se notara la inseguridad –obviamente, no lo conseguí– y lo que me costó llegar al final de la clase, no se terminaba nunca, había preparado diferentes actividades para la ocasión, pero, a la hora de la verdad, las cosas no salían como estaba previsto".

En los primeros cursos aprendió que "el alumno, la persona, es lo más importante, más que el temario o que las notas, si consigues aportar algo al crecimiento personal del alumnado, eso queda".

Juan A. Rodríguez es maestro rural con destino definitivo en Alpartir desde 2008
Juan A. Rodríguez es maestro rural con destino definitivo en Alpartir desde 2008
Laura Uranga

"La escuela rural fue un grato descubrimiento"

Cuando se formaba, nadie le había hablado a Juan Antonio Rodríguez Bueno (Granada, 1974) de las características de la escuela rural, que para él fue "un grato descubrimiento" desde el principio. "Mi primera experiencia docente fue en abril de 2001 en el Colegio Rural Agrupado Arco Iris con sede en Conchel, en la provincia de Huesca, donde itineraba por la ribera derecha del Cinca para dar Educación Física al alumnado de distintas edades en varias localidades. Era también mi primera experiencia en la escuela rural, con lo que ello supone: grupos heterogéneos, transportar material deportivo en el coche, clases en espacios naturales, comidas en fiambrera... ¿Pero esto qué es?", pensó. Fue "un grato descubrimiento que ha marcado mi carrera profesional, pues desde entonces siempre he trabajado en el ámbito rural: Javalambre, Pirineos, Moncayo, Sierra de Albarracín, Maestrazgo o Sierra de Algairén". 

Ha aprendido que "la diversidad nos hace mejores profesionales y mejores personas. La idiosincrasia de la escuela rural que atiende a toda la diversidad de la localidad supone un reto profesional que se supera con la implicación del pueblo y la cercanía de las familias, lo que hay que visibilizar y poner en valor".

Irene Abós dará clase este curso en el colegio Soledad Puértolas de Valdespartera
Irene Abós dará clase este curso en el colegio Soledad Puértolas de Valdespartera
Oliver Duch

"Sentí miedo, vértigo, ganas e ilusión"

Su primer día fue en el colegio Carmelitas, en Zaragoza. Irene Abós (Zaragoza, 1993) tan solo tenía 22 años, "había estado en ese colegio haciendo actividades extraescolares y estuve haciendo una sustitución de tres meses". La primera vez delante de un aula como profesora especialista de Inglés en infantil "tuve suerte de tener unas compañeras que me ayudaron mucho. Recuerdo sentir un poco de miedo y vértigo porque era mi primera vez y a la vez muchas ganas e ilusión por la oportunidad que me estaban dando de comenzar mi aventura como maestra, que era lo que siempre había querido ser desde pequeña". 

Aprendió "a ser flexible y a la vez organizada con la programación del aula, a escuchar a mis compañeras y a dejarme aconsejar y, sobre todo, a disfrutar de mi trabajo. Y muy importante: a no ser tan exigente y perfeccionista, ya que cuando trabajas con niños en la etapa de infantil no siempre sale todo como esperabas". Lleva tres oposiciones aprobadas con nota pero sin plaza y no ha dejado de trabajar como interina. Este año toca oposición e irá "a por todas".

Begoña Abecia será tutora y especialista de Música en el CRA Alto Ara, en Boltaña.
Begoña Abecia será tutora y especialista de Música en el CRA Alto Ara, en Boltaña.
Oliver Duch

"Nada sale tal y como habías planeado"

Cuando Begoña Abecia Martínez (Zaragoza, 1995) entró en aquella clase de 2º de primaria de Jesuítas como estudiante de Magisterio, durante sus primeras prácticas, todo le pareció "diminuto: las mesas, las sillas, sus batas..." porque había conocido aquella aula como alumna. Ese primer día "estaba muy nerviosa e ilusionada. Tenía miedo de no saber cómo comprender al alumnado e incluso de interactuar con él porque, al fin y al cabo, son personas con una realidad a la que tú debes acercarte y trabajar desde ella y eso es algo que no te enseñan en la carrera, tienes que aprenderlo observando, escuchando y, muchas veces, equivocándote". 

Aunque tenían 7 años, "cuando me tuve que presentar delante de ellos solo podía pensar en que había 20 desconocidos mirándome y esperando a saber quién era". Las primeras veces que comienzas a trabajar como maestra "quieres hacerlo todo a la perfección, estar al día con tu programación y seguir las unidades didácticas al pie de la letra. Luego, cuando llegas a clase, nada sale tal y como habías habías planeado, porque en el aula te encuentras con seres humanos que tienen realidades muy diferentes. No hay dos niños iguales, ninguno aprende igual que otro". Al final, "fueron los niños y niñas los que se acercaron a mí y me hicieron partícipe con un cariño incondicional. Aunque estuve ayudándoles y apoyándoles tal y como me indicó mi tutora de prácticas, terminé aquellos días de prácticas sintiendo que había aprendido yo muchísimo más que ellos".

Pilar Luna Mingarro, profesora de Matemáticas del IES Ramón y Cajal de Huesca.
Pilar Luna Mingarro, profesora de Matemáticas del IES Ramón y Cajal de Huesca.
Verónica Lacasa

"Ante las dificultades, te ayudan los compañeros"

El primer día que Pilar Luna Mingarro (Huesca, 1977) trabajó fue en el IES Manuel Bartolomé Cossio de Haro, La Rioja, en 2004. "Me llamaron para hacer una sustitución tan breve que no recuerdo más que la ilusión de preparar la maleta, el viaje y la llegada al IES para conocer a quienes iban a ser mis compañeros". 

Tras algunas sustituciones más, "la primera vez que trabajé un curso completo fue en el IES Valle del Guadalope de Calanda, en el curso 2005/06. Me tocó ser tutora de un grupo de 3º de la ESO, a media jornada. Recuerdo preparar intensamente las clases y los materiales y también algunos días en los que la clase no se desarrollaba como yo había imaginado. Eran momentos difíciles en los que los compañeros te ayudaban para poder reconducir las situaciones". Al siguiente curso trabajó en el departamento de Matemáticas del IES San Alberto Magno de Sabiñánigo, donde aprendió "lo interesante e importante que es trabajar en equipo con el departamento entero, tanto si son compañeros con los que compartes nivel como si son compañeros de otros niveles. Tuve también la suerte de compartir departamento con un maestro del que pude aprender cosas que no se aprenden en la Facultad de Matemáticas, y que te ayudan mucho en el quehacer diario del aula y en el trabajo con las familias".

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