crónica política

Otra vuelta de tuerca para alcanzar la gobernabilidad en Aragón

Azcón apura las negociaciones con Vox, Teruel Existe y el PAR para alcanzar una acuerdo antes del 23 de agosto, fecha límite para la investidura.

Alejandro Nolasco, diputado de Vox, conversa con Jorge Azcón, líder del PP-Aragón.
Alejandro Nolasco, diputado de Vox, conversa con Jorge Azcón, líder del PP-Aragón.
Guillermo Mestre

La aritmética electoral no basta para diseñar un gobierno. Los números chocan con las filias y las fobias, se impone la estrategia política que muestra que tan importante es captar el apoyo de los votantes como convencer a los hipotéticos socios de que un acuerdo es beneficioso para todos. No es empresa fácil alcanzar un consenso. Y no es que no den las cifras, que de hecho dan y con holgura, pues los 28 escaños del PP y los 7 de Vox permiten conformar una mayoría suficiente para gobernar sin agobios. El escollo a salvar es el precio a pagar en cuota de poder y en imagen de gobierno. Se incorporan a la partida socios innecesarios, Teruel Existe y el PAR, excluyentes entre ellos, que como se saben prescindibles lanzan esperpénticas propuestas como arrastrar a CHA a la derecha o una gran coalición de PP, PSOE... y PAR, que dilatan la negociación mientras el panorama nacional se embarra y amenaza al futuro de Aragón.

La convocatoria de elecciones generales para el 23-J trastocó los planes de Jorge Azcón, que siempre ha sido el único candidato posible frente a una izquierda que no suma y que se situó tras el 28-M en la oposición. Mantuvo una ronda de contactos del 5 al 20 de junio en las Cortes, que comenzó con el plantón del secretario general del PSOE-Aragón, Javier Lambán. Fue el aún presidente de la DGA en funciones quien recibió al líder popular en el edificio Pignatelli para comunicarle que le parecía una "desfachatez" su propuesta de que se abstenga un partido al que la ciudadanía ha situado en la oposición. Los seis partidos restantes acudieron a la cita, y tres de ellos, Vox, Teruel Existe y el PAR, se mostraron dispuestos a dialogar.

Con la constitución de las Cortes, el 22 de junio, se vivió un momento de máxima tensión. Vox rechazó, de inicio, una secretaría en la Mesa, porque le sabía a poco, y acabó situando a Marta Fernández en la Presidencia. Confiaban en el PP en replicar en Aragón el modelo balear, pero erraron. Para Alejandro Nolasco, líder de Vox en Aragón, la cesión fue una "gentileza". Para algunos diputados, un traspiés; y de los que tienen consecuencias. No solo les chirría el papel institucional de Fernández, cuestionada por polémicas declaraciones; también la cesión de una figura estratégica.

Y es que la Presidencia de las Cortes, que ordena los debates, si se ejerce con habilidad puede ahorrar al Ejecutivo más de un disgusto. Tener el control de la Mesa de Cortes es vital, y será una de las cuestiones a solucionar si, finalmente, Azcón es investido presidente y decide que Mar Vaquero, ahora vicepresidenta primera, cambie la Aljafería por el Pignatelli. De ser así, ¿quién la sustituirá? ¿Será el único cambio o habrá alguno más?

Quedó claro que la investidura iba para largo cuando Marta Fernández optó por una sosegada ronda de contactos, del 29 de junio al 7 de julio, para acabar declarando candidato a Azcón ya en plena campaña para las generales. Con la popular Marga Prohens proclamada presidenta de Islas Baleares y María Guardiola y Carlos Mazón a punto de serlo en Extremadura y Valencia, en los tres casos con apoyo de Vox, se llegó a pesar en convocar la investidura en julio. Pero se desechó.

Retrasar el pacto para la gobernabilidad benefició, sobre todo, al Partido Popular, que obtuvo un espectacular resultado en Aragón (siete diputados de trece y nueve de doce senadores). Aunque sean insuficientes en la agridulce victoria de Alberto Núñez Feijóo, cuya relación con Vox puede tener una incidencia directa en los futuros gobiernos de Murcia y Aragón. En el partido de extrema derecha advertían la semana pasada de que la investidura de Azcón depende de que el PP nacional "reconsidere" sus relaciones. Desde entonces han cambiado algunas cosas, aunque es difícil saber si a mejor o a peor.

El vicesecretario de Coordinación Autonómica y Local del PP, Pedro Rollán, reconocía el sábado que su partido está dispuesto a hablar con Junts. Feijóo pedía ayer por carta al socialista Pedro Sánchez un encuentro, esta misma semana, para iniciar un diálogo "en beneficio de la estabilidad política e institucional". Actúa, decían este domingo desde el PP-Aragón, "con la misma altura de miras" que tuvo Azcón al reclamar a Lambán "responsabilidad para facilitar la gobernabilidad al PP". Tras criticar el "cinismo" de Lambán al pedir acuerdos de PP y PSOE a nivel nacional en una entrevista en HERALDO, reconocían que "mucho se temían" que Sánchez actuará como el barón aragonés "negándose a acordar nada con el partido ganador de las elecciones porque son el mismo PSOE sectario". Sánchez declinó la invitación de Feijóo.

Está por ver si este acercamiento de Feijóo a Sánchez tensa su relación con Santiago Abascal, que divide a los barones, y dificulta, con ello, la negociación con Vox en Aragón donde la cuenta atrás, con el 23 de agosto como límite para evitar la repetición electoral, se está a punto de activar.

Hay programada una Junta de Portavoces en las Cortes este martes, la primera de la legislatura, a la que se podría llevar la convocatoria de la sesión de investidura si hubiera un acuerdo para la gobernabilidad. Se celebraría, si así fuera, 48 horas después.

Todo puede pasar. De la luz y taquígrafos que impuso la extrema izquierda para apoyar que Lambán arrebatara a Luisa Fernanda Rudi (PP) las riendas de la Comunidad, se ha pasado a un hermetismo (casi) total, donde Vox, el partido que tiene en sus manos, con siete escaños, el futuro del Gobierno aragonés continúa sin hablar.

Tras esta última ronda de contactos sabemos que Azcón, aunque prefiere un Gobierno en solitario, no descarta ninguna opción. También que Teruel Existe dirá ‘no’ a un pacto PP-Vox, aunque podría aceptar el escaño de senador autonómico para llevar la voz de la España vacía a la Cámara Alta después de que la polarización y sus vaivenes ideológicos la silenciaran en el Congreso el 23-J. El PAR quiere ser el "pegamento" de la "gran coalición PP-PSOE" o la "nota de color y aragonesismo" de un acuerdo PP-Vox, para el que no pide sillones, aunque los que descabalgaron a Arturo Aliaga quieran trabajar. Y queda una sensación extraña, la de que cuando se tarda en sellar un pacto es porque la negociación se complica más de lo previsto. Una vuelta de tuerca más.

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