Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Entrevista

Clara Savirón: "Hablamos poco con nuestros padres, no los conocemos como personas"

La hija pequeña del físico José María Savirón presenta su biografía en un acto que se celebra hoy en la FNAC.

Clara Savirón, delante del edificio Paraninfo
Clara Savirón, delante del edificio Paraninfo
Oliver Duch

Clara Savirón nació en Zaragoza en 1975. Física de formación, es consultora de innovación en Itainnova. Publica la biografía de su padre, el físico José María Savirón, titulada ‘Todas las cosas que no me contaste’. Hoy, un prestigioso premio de divulgación lleva su nombre.

Dicen que no morimos del todo mientras alguien nos recuerda. ¿Estamos destinados al olvido?Totalmente. Inevitablemente estamos condenados al olvido. Tratar de alargar la memoria de mi padre, José María Savirón, es lo que me ha llevado a escribir su biografía. Personalmente, me lo pedía el cuerpo porque yo no había cerrado esa etapa, pero al escribirla, me fui dando cuenta de que hoy mucha gente le recuerda con cariño, muchos fueron alumnos suyos, de mi generación y de otra más, de todos los pelajes, como decía él, pero ¿dentro de unos años? Así, al menos quedará un libro que alguien podrá leer cuando nadie se acuerde de él.

¿Le dio clase su padre?En 2º, de Mecánica y Ondas. Era divertido, en los años noventa éramos muchos en clase, el ‘baby boom’. Yo quería hacer Bellas Artes, pero él me empujó a hacer Físicas. Pensaba que un físico es versátil, capaz de enfrentarse a cualquier cosa, en la investigación y en la empresa. Fue muy mentor para mí, pero yo era un poco rebelde; cuando dejé el doctorado, se enfadó mucho conmigo.

Ha titulado la biografía que hoy presenta en la FNAC ‘Todas las cosas que no me contaste’. ¿De qué hablarían hoy, si fuera posible?No llegó a conocer el euro ni la caída de las Torres Gemelas. Le sorprendería ver cómo son ahora los ordenadores, los Mac y los iPhone, seguro que de tecnología hablaríamos mucho. Me encantaría ver con él cómo ha evolucionado la I+D y la propia universidad, tras haber participado en la puesta en marcha de tantas cosas que yo conozco ahora, incluida la fundación del ITA, donde trabajo.

Para escribirla, ha tenido que reconstruir su vida.Ha sido laborioso. Consultando periódicos digitalizados, fue emocionante encontrar reflejada su faceta deportiva, jugaba al balonmano e incluso le preseleccionaron para ir al Mundial con la selección nacional, también practicaba el atletismo, sobre todo lanzamiento de disco y peso.

¿Él guardaba documentación?Fue un hallazgo dar, en el trastero de mi hermana, con toda la documentación de mi padre, sus artículos científicos, su correspondencia, recortes de periódico... El reto fue ir poniendo todos esos retales en orden cronológico y hablar con gente para comprender cómo una cosa le llevó a la otra.

Al retratar a su padre, la ciencia y la universidad de aquella época salen también en la foto.En los años cincuenta, sesenta, setenta..., cuando empieza Justiniano Casas con la parte de Física, es que no tenían de nada, por eso hacían mucha física teórica. Poco a poco, con muy poquito dinero y una carga lectiva muy fuerte porque había pocos catedráticos, consiguieron hacer física experimental, que es la que te da los datos y te permite probar hipótesis. Ves las fotos de cómo construían el aparataje y es increíble; eran muy artistas. La de Zaragoza fue la primera universidad española con un ordenador propio. Para hacer los cálculos de los experimentos, dormían al lado y lo iban alimentando de fichas. Y lograron posicionarse a nivel internacional. Una universidad  con un equipito como el de Zaragoza, pero con gente con unas cabezas privilegiadas y unas ganas enormes de hacer física.

¿Hacia dónde se encaminó su ciencia?En física nuclear, puso en marcha el grupo de separación de isótopos, dentro del Departamento de Física Fundamental, que dirigió después de Casas. Se empezaba entonces en España a investigar en este campo, y la Junta de Energía Nuclear necesitaba disponer de isótopos para energía y para aplicaciones médicas. Pero otro hecho relevante es que supo ver que los intereses de la ciencia dentro de su campo se encaminaban hacia la mecánica de fluidos y, a principios de los ochenta, comenzó a impartir una nueva asignatura optativa en 4º de Físicas. En paralelo, puso en marcha una nueva área de Mecánica de Fluidos en la Escuela de Ingeniería de Unizar.
​Fue uno de tantos científicos desconocidos por la sociedad, merece la pena que se rescaten historias como la de mipadre y las de otros científicos de esta tierra que no valoramos ni damos a conocer.

Fue muchas cosas: investigador, maestro, divulgador, gestor...En Itainnova hablamos mucho en inglés, así que, usando ese lenguaje, diría que era un ‘influencer’, un gran contador de historias o ‘storyteller’ y un ‘headhunter’ porque le encantaba la gente joven y veía el talento, también un ‘teambuilder’, el equipo que montó fue brutal. Con una empatía enorme, fue mentor de muchos y de toda la familia. Esa parte humana es la que más recuerda la gente, sabía escuchar, templar gaitas, hasta cuando le tocó repartir, como presidente del Conai, el poco dinero que había para hacer ciencia. Cuando se creó el primer plan nacional de investigación, media ciencia nacional la gestionaban  aragoneses, gente muy buena, como Luis Oro.

¿Hablamos poco con nuestros padres?Muy poco. No los conocemos como personas. No les preguntamos nada: ¿a qué jugabas?, ¿qué te dio miedo?, ¿qué querías hacer y no pudiste? Yo no sabía que mi padre quiso hacer Ingeniería de Caminos.

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