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San Isidro, la cooperativa fundada en 1908 para ayudarse entre los vecinos de Albelda

Hace 115 años, 30 hombres de este pueblo de La Litera formaron lo que al principio se conoció como sociedad de socorros mutuos. Ahora, tiene carácter agrícola y cuenta con 158 socios.

La Cooperativa San Isidro de Albelda está en marcha desde 1908.
La Cooperativa San Isidro de Albelda está en marcha desde 1908.
Heraldo

Hace 115 años, 30 hombres de Albelda (La Litera) se unieron para fundar lo que en un principio se llamó Sociedad de socorros mutuos y Cooperativa de consumos. Además, había otro socio de mérito, que aunque no hacía aportaciones mensuales, sí había hecho una fuerte contribución inicial para poder arrancar este proyecto. Un proyecto que hoy es la Cooperativa Agrícola San Isidro, con carácter eminentemente agrícola. Pero hasta llegar a esta situación, desde su fundación en 1908 las cosas han ido cambiando poco a poco.

“Aquella primera sociedad tenía varios objetivos, todos relacionados con prestar ayuda a los vecinos y socios en ámbitos muy diferentes. Así, se ayudaba en la crianza de los hijos en familias con partos múltiples, se cuidaba a los enfermos o, en los fallecimientos, los socios se encargaban del funeral”, explica Elisabet Gómez, actual gerente de la Cooperativa San Isidro. Esta era la parte de socorros mutuos, pero había otra faceta, la que guarda más relación con la actualidad, que consistía en suministrar artículos de primera necesidad a sus miembros a precios módicos, garantizando la cantidad y calidad del género.

Esa primera rama más social desapareció 30 años después de la fundación de la cooperativa, que en 1930 pasó a llamarse Sindicato Agrícola y Caja Rural de Albelda, centrándose en el sector agrícola. “El objetivo era unir a los propietarios y obreros de la zona en defensa de sus intereses, así como desarrollar la agricultura y las industrias agrícolas”, explica Gómez. Así, se compraban aperos para la sociedad o se transformaban los frutos, entre otras tareas. En esta época la cooperativa dio un salto y pasó a contar con 150 socios.

Al mismo tiempo, se construye una almazara para fabricar aceite ya que tanto Albelda como los pueblos de alrededor (Tamarite, Alcampell, Castillonroy…) siempre han sido tierra de olivos. Esta producción se mantiene hoy en día, a razón de 46.000 litros de aceite el año pasado. De este total, más de la mitad es para los clientes que llevan sus olivas a este molino para que las conviertan en aceite. “Cada cliente recibe el aceite de sus propias olivas, sin que este haya sido mezclado con otros. Es un trabajo totalmente individualizado que incluye el envasado del producto para que se lo lleven a casa para consumo particular”, explica la gerente de esta cooperativa cuya especialidad es prestar este servicio de maquilas.

"Se ayudaba en la crianza de los hijos en familias con partos múltiples, se cuidaba a los enfermos o, en los fallecimientos, los socios se encargaban del funeral"

El resto de la producción, se saca a la venta para el público general y, en el caso de 2022, cuando la campaña no ha sido especialmente buena, se han destinado a la comercialización entre 15.000 y 20.000 litros de aceite. Se vende bajo el nombre de Olivera de la Gesa y se puede encontrar tanto en las instalaciones de la cooperativa (calle Olivo, número 13) como a través de su página web o en varios puntos de venta de la zona.

Un trabajador de la cooperativa en la almazara de aceite.
Un trabajador de la cooperativa en la almazara de aceite.
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De la prensa tradicional a la mecánica

En los casi cien años que se lleva haciendo aceite en la almazara de la Cooperativa San Isidro los procesos se han ido modernizando y adaptando a los tiempos. “Actualmente contamos con un sistema de producción continuo que se diferencia del método tradicional en que la decantación, que antes se hacía utilizando los llamados pocillos decantadores, ahora se realiza mediante maquinaria, que acelera el proceso”, explica Gómez. Esta mejora se hizo en 2001, habiendo empleando hasta entonces y durante 70 años la prensa tradicional de capachos. “Con el cambio se dejó el sistema tradicional en paralelo al continuo por miedo a que los clientes no aceptasen el nuevo, pero esto no ocurrió y el antiguo no se volvió a poner en marcha nunca más”, apunta. Para seguir mejorando la calidad de su producto, cada año, la cooperativa destina una parte de sus beneficios a mejoras y formación del personal.

"Antiguamente, una familia podía vivir de una explotación de este tipo pero ahora hay menos gente que quiera trabajar en el campo"

Junto con la producción y venta de aceite, la Cooperativa San Isidro presta otros servicios. En 1930, cuando se puso en marcha la almazara, también funcionaba como fábrica de piensos, había un almacén de cereal y abonos y hacía de centro de recepción de fruta. Además, en el centro del pueblo la cooperativa tenía entonces un horno de pan. De aquello, todavía sigue en funcionamiento, además del molino, la comercialización de cereal y la carga y descarga de fruta. “Aunque actualmente solo hay seis productores”, puntualiza Elisabet. Por otro lado, se han incorporado nuevas vías de negocio, como la venta de suministros agrícolas (abonos, fitosanitarios, etc.) y también tienen artículos de ferretería, alimentación para animales domésticos o pellet para estufas, entre otros productos.

La cifra de socios de aquella época apenas ha variado hasta la actualidad, cuando son 158 los cooperativistas. Lo que sí ha cambiado es la presencia de mujeres, que ahora son 21. Las instalaciones están en el mismo lugar de siempre, y se han ido ampliando con el tiempo hasta alcanzar los 2.250 metros cuadrados que ocupa actualmente la cooperativa, que cuenta con varios almacenes para guardar todo lo que se comercializa. No tan positivo es el hecho de que cada vez hay menos agricultores. “La producción agraria ha pasado de ser de pequeñas explotaciones familiares donde todos colaboraban a tener que llevarlas entre unos pocos agricultores cada vez más especializados”, reflexiona Elisabet. “Antiguamente, -añade- una familia podía vivir de una explotación de este tipo pero ahora hay menos gente que quiera trabajar en el campo”. Un bajón del sector agrícola se ve directamente reflejado en el perfil de los miembros de esta cooperativa: “Muchos son casi socios honorarios, que ya no tienen producto agrícola. La mayoría tienen únicamente algo de olivas”.

Con la pandemia, la Cooperativa San Isidro se lanzó a crear su tienda online y, desde entonces, hacen envíos, sobre todo de aceite, a toda España. Además, aunque sus principales clientes son personas de la zona, también reciben encargos por teléfono, a la vieja usanza. Son clientes de fuera, incluso de Francia, que conocen el buen hacer y los productos de calidad de esta cooperativa de Albelda y que no quieren prescindir de ellos. 

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