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Turismo de sequía en Aragón: lo que el agua esconde

Los embalses de la margen izquierda del Ebro se encuentran en mínimos que no se veían desde hace 25 años. En el de Yesa han aflorado con más protagonismo las termas y el antiguo balnerario de Tiermas.

En algunas zonas del embalse de Yesa se puede contemplar un paisaje casi desértico estos meses. Restos de troncos cual naufragio asoman entre un fondo de tierra seca, resquebrajada, en aquellas zonas en las que la falta de lluvias ha dejado sin vida un suelo cubierto antes de aguas turquesas. Actualmente se encuentra solo al 25% de su capacidad, con 110 hectómetros cúbicos, en los que todavía se puede ver alguna embarcación, pero la media de llenado de los últimos cinco años en esta época ha sido de un 40% y 174 hectómetros cúbicos, según las últimas mediciones de agosto de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE). Se trata de uno de los pantanos de la margen izquierda del Ebro que se encuentra devorado por la sequía, en niveles que no se veían desde hace 25 años.

Esta situación hace que cobre más protagonismo el tesoro que oculta el embalse en épocas de bonanza hidrológica: los restos de las antiguas termas romanas de Tiermas, uno de los pueblos de los que tuvieron que salir sus habitantes hace más de medio siglo precisamente para construir el embalse. Estos días se llenan de turistas que disfrutan del único aspecto positivo que tiene la bajada del nivel del pantano, la posibilidad de darse baños de agua caliente  natural y de barro en las pequeñas piscinas que se supone que ya utilizaban los romanos.

Las ruinas de Yesa pueden entrar dentro de lo que se ha empezado a llamar 'turismo de sequía'. En España y Europa han aparecido desde construcciones de hace cientos de años a barcos hundidos de los que ya no se tenían noticias. Todos ellos se han convertido en una señal de alarma ante un año falto de lluvia, pero también en un reclamo turístico para los lugares y los amantes de los ‘selfies’.

Una docena de coches aparcados a la orilla de la carretera que lleva a las antiguas ruinas de Tiermas y otros que se atreven a bajar a lo que antes era pantano dan idea de que el lugar es cada vez más conocido. Familias con niños, parejas jóvenes y matrimonios de mediana edad, españoles y franceses, paseaban este viernes por el espacio, alguno sin complejos al meterse al agua desnudo y otros acompañados de sus mascotas.

Termas de Tiermas en el embalse de Yesa.
Termas de Tiermas en el embalse de Yesa.
Verónica Lacasa

La estampa desde la carretera retrotrae al visitante a épocas en las que se buscaba en los baños su aspecto curativo y no era solo una actividad de ocio. Pequeñas cabezas asoman por encima del agua en busca de tranquilidad, con algún que otro chapoteo de los niños. Pablo de 9 años y Álvaro de 6 son dos de los más pequeños, que se sorprenden porque el agua está "muy caliente", comentan a su padre. "Yo me he bañado de joven en septiembre y octubre. Cuando hace frío fuera es una gozada", cuenta Pablo Subías, sin perderles de vista.

En el pequeño espacio para el baño parcelado por las propias piedras descansan en cada zona una familia o pareja. Ellos son de Zaragoza y están en Jaca pasando unos días. "Tan poca agua no la había visto nunca"·, asegura, sobre el pantano en general. 

Pablo Subías, con sus hijos en Tiermas.
Pablo Subías, con sus hijos en Tiermas.
Verónica Lacasa

Lamenta la suciedad que se acumula en la carretera, donde aparcan más coches, aunque pasen las brigadas de conservación a limpiar. Este viernes se afanaban varios operarios bajo un sol de justicia en recoger numerosos papeles, latas e incluso algún calcetín y una chancla, entre otros objetos perdidos.

Anabel y Fernando, matrimonio de Pamplona en las termas del embalse de Yesa.
Anabel y Fernando, matrimonio de Pamplona en las termas del embalse de Yesa.
Verónica Lacasa

El olor a huevo podrido es el característico del lugar debido a las aguas sulfurosas que lo bañan, con abundancia de azufre y que tendrían cualidades terapeúticas. "Al principio el olor choca, pero poco a poco ya no te das cuenta", comentan Anabel Pintado y su marido Fernando, llegados desde Pamplona, que salen de darse un baño. "Para mi gusto hay mucha gente", comenta ella, que pide que se adecúen más zonas de baño a lo largo del pantano, para aprovechar el enclave. Navarros y aragoneses, las comunidades que rodean el embalse, son mayoría, junto a un buen número de  familias francesas.

Gwendoline y Adrien Waflart, franceses residentes en Pau, en el embalse de Yesa.
Gwendoline y Adrien Waflart, con su hijo Noah, franceses residentes en Pau, en el embalse de Yesa.
Verónica Lacasa

Gwendoline y Adrien Waflart han llegado desde Pau con su hijo Noah. "Lo descubrimos hace cuatro años", cuentan sobre el enclave natural, en el que han aparcado en primera fila para contemplar las vistas desde su furgoneta. "Es un lugar paradisíaco, magnífico", alaba Adrien. Desde su experiencia tampoco habían visto el embalse tan vacío. De hecho, confiesan que "es la primera vez que vemos las termas". 

Algunos de los curiosos que se acercan se muestran preocupados porque el hecho de que afloren de nuevo las ruinas no es una buena noticia. "Somos de campo y se me ha caído el alma de verlo así y los pueblos deshabitados del camino", confiesa Luisa Valero, vecina de Ejea de los Caballeros, municipio zaragozano a una hora del embalse, que ha parado este viernes al pasar por la carretera con sus hijas Sonia y Yesica Onco. Teme que si continúa la falta de lluvias pueda haber restricciones para los regantes. "Viendo esto, el futuro que tenemos de riego lo veo más crudo", reconoce. 

Luisa Valero con sus hijas Sonia y Yesica Onco, en las termas de Tiermas, bajo el embalse de Yesa.
Luisa Valero con sus hijas Sonia y Yesica Onco, en las termas de Tiermas, bajo el embalse de Yesa.
Verónica Lacasa

Mientras mira las ruinas de lo que un día fue un balneario, se acuerda de las personas que tuvieron que dejar sus casas para construir el embalse. "Tengo conocidos que vivían en Tiermas y mi suegro es de Ruesta", cuenta. En este último pueblo abandonado se encuentran alojados un grupo de sindicalistas de la CGT, que llegan navegando en kayak hasta la zona de las termas. Ruesta fue cedido por la CHE en 1988 al citado sindicato para su rehabilitación y este ha conseguido reformar dos casas que sirven de albergues del Camino de Santiago además de la ermita. Este fin de semana celebra unas jornadas sindicales del Metal.

Desde la CHE explican que, de momento, no se han aprobado más restricciones para los agricultores. Además, "en todos los casos, el uso prioritario del agua, el abastecimiento, está garantizado" han asegurado desde la confederación, en relación a la situación de sequía que se vive este verano en la margen izquierda del Ebro, mientras que hay "normalidad" en la derecha. El peor escenario se da en el caso de los afluentes Aragón, que alimenta al embalse de Yesa, y el Arba en Aragón y del Segre en Cataluña.

El abastecimiento a poblaciones como Zaragoza, a las que llega el agua de Yesa estaría asegurado. "En las poblaciones que no consumen agua de infraestructuras reguladas (embalses o canales), sino que lo hacen solo o también de acuíferos y pozos, pueden tener problemas, dada la sequía y que los acuíferos y pozos son fuentes naturales de abastecimiento", han advertido desde la CHE. Algunos municipios ya han necesitado racionar reservas o recibir agua para sus vecinos. Sin embargo, en las poblaciones abastecidas por infraestructuras reguladas "tienen el 100% de agua garantizada".

En toda la cuenca, de media, se ha registrado este verano un 12% menos de reservas de agua (en los embalses) respecto al verano de 2021, por estas fechas. En el caso de Aragón, un 15% menos de reservas que en 2021, calcula la CHE.

En el caso del riego, en primavera de 2022, dada la situación en ese momento de las reservas de agua y con la previsión de un verano seco, las agrupaciones de regantes hicieron un primer cálculo de cuántas hectáreas y qué cultivos debían regar, han indicado desde la CHE. La Confederación realiza un seguimiento continuo de las reservas de agua, y está en contacto con estos regantes. "La campaña de riego se está realizando en Aragón con ajustes en estas cuencas en situación de alerta y emergencia", han apuntado.

El pueblo de Mediano vuelve a emerger

La falta de agua ha devuelto también construcciones deshabitadas a la superficie del embalse de Mediano, perteneciente al municipio oscense de La Fueva. Solo está lleno al 13%, frente al 45% de media de los últimos cinco años, según los datos de la CHE. Tan solo hay 56 hectómetros cúbicos frente a los 153 que debería haber en un verano normal. Esto hace que los visitantes puedan ver con claridad el pueblo de Mediano que quedó sumergido bajo sus aguas.

Además de aflorar nuevos lugares con encanto, la sequía también perjudica al turismo. Este se ve afectado por las restricciones que trae consigo la falta de agua, por ejemplo, a la hora de llevar a cabo actividades de ocio. Las empresas de turismo activo del entorno del río Gállego, uno de los que ha perdido más caudal, han tenido que limitar su oferta a las mañanas y gracias a las sueltas de agua controladas de la CHE.

En Canelles, el embalse con mayor capacidad del Pirineo y el segundo del Ebro, las compañías que se dedican al turismo de aventura se han visto obligadas a buscar emplazamientos alternativos.

Al final de la campaña de riego, y coincidiendo con el fin del “año hidrológico”, los embalses están en su nivel más bajo. Los técnicos de la CHE esperan que, con las lluvias de otoño e invierno, y el nuevo ciclo y año hidrológico, que empieza el 1 de octubre, estos empiecen a llenarse.

Sin embargo, no basta con unas cuantas tormentas como las de estos días. "Es bueno que llueva, para empezar el nuevo año hidrológico en un estado un poco mejor. Y siempre ayuda que las lluvias empiecen a hidratar la tierra, pero no cambia la situación planteada para este próximo mes", han reconocido. La sequía seguirá echando un pulso al agua en Aragón, al menos, hasta el otoño.

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