Ambar prepara su semana grande: "No se pueden hacer unas fiestas de pueblo sin cerveza"

Más de 500 personas trabajan estos días a pleno rendimiento en La Zaragozana para llevar pedidos a los miles de bares, peñas y barras que se instalan en los festejos populares de todo Aragón.

Actividad en la fábrica de La Zaragozana, en La Cartuja, ante la semana más fuerte de fiestas patronales.
Actividad en la fábrica de La Zaragozana, en La Cartuja, ante la semana más fuerte de fiestas patronales.
Toni Galán

En la fábrica de La Zaragozana del barrio de La Cartuja no se para. Dentro y fuera de estas instalaciones la actividad es constante durante todo el año para fabricar, almacenar y transportar la cerveza Ambar en cualquiera de sus acabados. Sin embargo, estos días son especiales. Aragón está de fiesta y la cerveza no puede faltar. Para ello, más de 500 trabajadores -entre repartidores, personal del servicio técnico y encargados de los pedidos- se afanan en llegar a todos los bares, peñas y barras que estos días se montan en casi cada rincón de la Comunidad.

El verano, en general, es temporada alta. “El calor es nuestro mejor comercial”, señala Jesús Soler, director de Operaciones del grupo Agora, al que pertenece La Zaragozana. En los meses de junio, julio y agosto se entregan más de 300.000 albaranes de compra, con un incremento del volumen global del 37% con respecto a la media del resto del año. Sin embargo, hay días en los que el crecimiento de la actividad supera el 100%. Estas semanas de agosto son un claro ejemplo. “En Aragón tenemos una cobertura total, y tenemos que llegar a todos los rincones”, apunta Soler.

En verano se transportan 102.400 toneladas de cerveza, el equivalente a 10 veces el peso de la Torre Eiffel

Entre junio y septiembre, Ambar tiene previsto organizar 8.092 eventos. Bajo este epígrafe entra todo lo que sea montar una infraestructura lista para servir cerveza, y que vaya más allá de llevar la bebida a un bar. Es decir, un evento puede ir desde movilizar un enorme camión cisterna con 21.000 litros de cerveza -como el que se preparó para la Quebrantahuesos- hasta montar un simple tirador con un barril en la peña de un recóndito pueblo de 50 habitantes.

A lo largo del año, La Zaragozana organiza unos 13.500 eventos, por lo que el 65% se concentran en esta época estival. Esto obliga a movilizar a un equipo de 250 repartidores, 100 personas del servicio técnico y 200 trabajadores que organizan y distribuyen los pedidos desde las 19 delegaciones de distribución propia que hay abiertas. “Hay que hacer muchas cosas en poco tiempo, por lo que todo tiene que ir muy rodado”, apunta el director de Operaciones de la compañía.

Todo empieza mucho antes. La fabricación de la cerveza lleva su tiempo y no se puede improvisar, así que el ritmo de producción se empieza a acelerar antes incluso de la Semana Santa. Más adelante, ya en julio, comienza el frenesí de la actividad logística con las primeras fiestas. No se parará hasta octubre, cuando suenen los fuegos artificiales que cierran las fiestas del Pilar de Zaragoza.

Entre tanto, los operarios trasladan de punta a punta de Aragón mesas, sillas, barras, mostradores, botelleros… y cerveza, claro. Mucha cerveza. Entre junio y septiembre el grupo organiza 400.000 repartos. Cada uno lleva una media de 256 kilos de productos y material, por lo que en total se transportan solo en verano más de 102.400 toneladas. Es el equivalente a diez veces el peso de la Torre Eiffel.

Cuando una peña de un pequeño pueblo de Aragón pide un tirador de cerveza para pasar las fiestas, Ambar tiene que organizar el pedido, cargarlo, llevarlo y montarlo. Aunque no lo parezca, un tirador de cerveza tiene su ‘ciencia’, y generalmente se instala para que lo maneje gente no profesional. Por eso, es importante explicar bien cómo funciona, cómo se cambia el barril, cómo se mantiene... Tras la fiesta habrá que desmontarlo, volver a trasladarlo y limpiarlo. “Durante esos días se acumulan proteínas, hay calor… el material vuelve con olor a peña”, señala muy explícitamente Jesús Soler. Por eso, tras su uso todo se lleva a una nave de Cogullada de 7.000 metros cuadrados donde se limpia, se sanea y se vuelve a preparar para mandarlo a otro punto del mapa festivo aragonés.

Para la empresa, en ocasiones estos actos no resultan excesivamente rentables por los gastos de transporte, personal, montaje… Sin embargo, son lugares y momentos “en los que hay que estar”, apunta Soler. “La cerveza es un fenómeno social, no se pueden hacer unas fiestas de pueblo sin cerveza”, añade.

Actividad en la fábrica de La Zaragozana, en La Cartuja, ante la semana más fuerte de fiestas patronales.
El director de Operaciones de La Zaragozana, Jesús Soler.
Toni Galán

La mayoría de los pedidos que llegan estos días son para que instalar barriles con sus tiradores. “A la gente le gusta servir sus propias cañas… Yo muchas veces recomiendo las botellas, porque con eso no se malgasta cerveza seguro”, señala el director de Operaciones del grupo. Las costumbres, en los últimos años, apenas han cambiado, con la excepción de que “ahora se vende algo más de cerveza 0,0”. Para que el consumo no falle, la clave es “que haga buena temperatura”. “Si hace calor, la gente se junta para tomar una cerveza porque es lo que apetece”, apunta.

Este año, el primero de casi total normalidad tras la irrupción de la pandemia, se está recuperando el ritmo de ventas. Las previsiones hablan de que no se rebasará el nivel de 2019 en volumen total, aunque sí en facturación. No obstante, el fuerte incremento de las materias primas (luz, gas, latas, botellas, maltas…) va a provocar que el margen de beneficios se reduzca. En la calle, en plena situación de incertidumbre económica, el consumo no se resiente en exceso, en parte porque la cerveza “es un lujo accesible”. “Yo siempre digo que con una cerveza, unas olivas y una terraza… hace falta poco más”, comenta Soler.

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