Noches frescas para el cereal

Trigo, cebada, avena y centeno requieren un frío invierno para crecer sanos, dar flores y frutos.

En Aragón se siembran variedades de cereales de ‘ciclo largo’, que se plantan a finales de octubre y brotan en enero. "Necesitan del frío, y a cambio también resisten el frío –precisa Alicia Cirujeda–, los brotes de trigo que vemos ya en los campos pueden aguantar hasta 18 grados bajo cero". El cereal de ciclo largo necesita noches con temperaturas por debajo de cuatro grados, aunque son menos exigentes que los frutales y precisan una cantidad de días mucho menor. De hecho, incluso con un otoño tan cálido ya las han obtenido y podrán germinar sin problemas. "El frío que sufren los cereales es el que llega a destiempo; ahora soportan el frío pero cuando crezcan ya no será lo mismo. Si hiela a principios de abril sí que se daña la cosecha". Los cereales están adaptados al clima aragonés, que solo tiene temperaturas muy extremas en olas de frío excepcionales. La tierra suele estar por encima de cuatro grados, el estado óptimo para que estas gramíneas desarrollen sus raíces. "Cuanto más grandes son, mejor captarán el agua si hay sequía".