DEFENSA

Fallece el general Navarro, condenado por las falsas identificaciones del Yak-42

A causa del cáncer de pulmón que sufría, la Audiencia Nacional suspendió la aplicación de la sentencia, tres años de cárcel, por el jucio del Yak-42.

El general de Sanidad Vicente Navarro, la máxima autoridad militar condenada por la Audiencia Nacional por falsear la identidad de 30 de los 62 fallecidos del accidente del Yak-42, murió ayer en el hospital Central de la Defensa, el antiguo Gómez Ulla, donde había ingresado esta semana en estado terminal, aquejado de un cáncer de pulmón incurable a sus 69 años.

Su delicado estado de salud fue el que libró a Navarro de pisar la cárcel. Hace poco más de dos semanas, la Audiencia Nacional decidió suspender la ejecución de la sentencia de mayo de 2009 que le condenaba a tres años de prisión por un delito de falsedad de documento oficial, fallo que fue ratificado en marzo por el Tribunal Supremo, que constató lo "aleatorio" de aquellas identificaciones.

Los restos mortales del general, en la reserva desde 2004, un año después del accidente, fueron velados en el propio hospital. Su viuda, sus dos hijos (ambos militares), familiares y compañeros estuvieron en la capilla ardiente, a la que también se acercó Federico Trillo, ministro de Defensa cuando tuvo lugar la tragedia aérea. Su cadáver será incinerado hoy en una ceremonia en la más estricta intimidad.

El general no entró en la cárcel ni abonó la indemnización de 300.000 euros (10.000 por cada una de las víctimas mal identificadas), que tenía que pagar de forma solidaria con los otros dos condenados: el comandante José Ramírez y el capitán Miguel Sáez. A ambos, sentenciados a 18 meses de cárcel, también se les suspendió la ejecución de la pena. El dinero lo pagó la Real Hermandad de Veteranos de las Fuerzas Armadas y de la Guardia Civil.

Según estableció la sentencia de la Audiencia Nacional, las identidades de los cadáveres fueron "asignadas de forma aleatoria" en 30 casos. El tribunal consideró que Navarro "era consciente" de que era "imposible" identificar a todos los cuerpos con los datos que poseía en la morgue de Turquía y, a pesar de ello, lo hizo.

Además, el tribunal concedió total credibilidad a los forenses turcos y concluyó que colaboraron con el equipo español, algo que negaba el propio general. Es más, el fallo afirmaba que el condenado era "plenamente" consciente de que aquellos le entregaban 30 cuerpos sin identificar, una "evidencia" para la que no dio "explicación satisfactoria alguna".