¿Cuánto tiempo se tarda en ver el bellísimo Monasterio de Piedra y qué paradas encantan a los turistas?
De cara a las vacaciones de verano, estas dos preguntas se repiten entre quienes planean una visita.
¡Qué bonito es el Monasterio de Piedra! No, bonito no, muy bonito. Se trata de una verdad incontestable, reconocida en toda España, con el mensaje convenientemente multiplicado en el extranjero, que hace de este reclamo turístico uno de los más importantes y buscados de Aragón. La joya de Nuévalos, muy cerca de Calatayud, tiene especial magnetismo para los madrileños, que ya no la sienten tan alejada (poco más de dos horas en coche, conexión en AVE) y alucinan con sus espectaculares cascadas. En Aragón no hay probablemente nadie que desconozca su existencia. ¿Qué es lo que más gusta del recinto, y cuánto rato cuesta una visita sustanciosa? De cara a la Semana Santa o al verano estas dos preguntas se repiten entre quienes planean una visita.
En cuánto tiempo se ve el parque y la zona interior monumental
Desde el Monasterio responden a esas cuestiones, teniendo en cuenta que el estado físico de las personas determinará la velocidad de una visita normal, y también las partes visitadas de manera efectiva. “La media de la visita completa, con los jardines y cascadas, es de unas dos horas y media, aunque obviamente depende de cada persona y suele extenderse un poco más. La zona interior monumental del monasterio se ve en una media hora. En fechas como la Semana Santa o verano la afluencia es alta, lo que aumenta el tiempo del recorrido, porque la circulación es menos fluida”.
Un Monasterio de Piedra con 5 kilómetros de recorrido
El recorrido, circular, tiene unos cinco kilómetros. En las zonas más estrechas hay personal del parque que desatasca los pasos e invita a cambiar el sentido de la visita o priorizar otros puntos. “Los precios se fijan cada año y permanecen igualmente en todas las estaciones. Ahora mismo cuesta 18 euros la entrada”. Llama mucho la atención la aridez del entorno del parque y el vergel que se encuentra quien lo visita. “Dentro de los puntos más emblemáticos figuran obviamente las dos grandes cascadas; la Caprichosa, que es la segunda más alta del parque y la que da la bienvenida a quienes llegan, y la Cola de Caballo con sus múltiples perspectivas mientras bajas por la gruta Iris, con su lluvia constante, estalactitas y estalagmitas. También la calma del Lago del Espejo al final. De la zona monumental, la iglesia, sin duda”.