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Ruta por las ermitas rupestres del Alto Aragón

En la provincia de Huesca hay una veintena de santuarios construidos en rocas y cuevas o adosados a paredes de piedra.

Ermita de la Virgen de la Peña, la roca habitada para la oración.
Ermita de la Virgen de la Peña, la roca habitada para la oración.
Chema Tapia

El Alto Aragón es la zona montañosa de Aragón por excelencia pero hablar de ella no es solo hablar de grandes picos, de esquí o de senderismo. En la provincia de Huesca hay hasta una veintena de ermitas rupestres y otras tantas singulares por un motivo u otro que merece la pena visitar.

En algunas zonas, como las Sierras Exteriores, es común encontrar santuarios excavados en la roca, en cuevas o adosados a la ladera de una montaña o pared de roca. Es el caso de las ermitas rupestres de Bolea y Aniés, en el somontano de la sierra de Caballera. Para acercarse a ellas hay trazado un recorrido circular de 14,7 kilómetros desde Bolea, partiendo de la ermita de Santa Quiteria y visitando los santuarios de la Virgen de la Peña de Aniés y el eremitorio de San Cristóbal. Este está enclavado en los farallones del río Sotón, junto al nacimiento del río y el acceso sólo es posible a pie por una senda desde la ermita de Santa Quiteria. Al tratarse de un edificio rupestre, solo cuenta con una pared de cerramiento. En su interior hay varias dependencias y, en su día, tuvo un coro sobre la puerta de entrada.

El santuario de la Virgen de la Peña es uno de los rupestres más importantes del Alto Aragón. Este monasterio católico de gran belleza y popularidad en la zona se sitúa en la localidad de Aniés y está construido sobre las oquedades de roca en una peña, de ahí su nombre. San Julián de Andría, en Lierta, el santuario de San Cosme y San Damián, en Panzano, o la ermita de San Martín de Rodellar, en Bierge, son otras de las ermitas rupestres de la Hoya de Huesca.

Una decena de muestras en Sobrarbe

Junto con la Hoya de Huesca, Sobrarbe es una de las comarcas del Alto Aragón más prolíficas en ermitas rupestres. En esta zona del Pirineo central, famosa por el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, hay casi una decena de edificios singulares, enclavados en rocas o casi escondidos en cuevas. La ermita de la Espelunca (en La Fueva) es uno de ellos. Se sitúa en un lugar único, escondida en la peña Montañesa, en un escarpe rocoso que en apariencia es casi inaccesible. En ese recóndito lugar se abre una boca de cueva rupestre en cuyo interior está la ermita cuyo nombre, espelunca, significa oquedad.

Ermita de San Lorenzo: restos del muro de mampostería.
Ermita de San Lorenzo: restos del muro de mampostería.
Javier Romeo/Prames

En Revilla (término de Tella-Sin) está la ermita de San Lorenzo, cobijada por un pequeño saliente rocoso. A pesar de su ubicación, es fácil llegar hasta ella. Para acceder al deshabitado pueblo de Revilla hay que tomar la carretera que arranca en el eje del Cinca entre Aínsa y Bielsa y que lleva a Tella, Arinzué, Lamiana y a esta ermita rupestre. La de San Visorio es otro de los muchos ejemplos de santuarios de este tipo que hay en la comarca de Sobrarbe. Está en Labuerda y es reconocible en medio de la vegetación por la mancha blanca de su fachada. En este caso, se aprovechó una oquedad en la roca para ubicar la nave, siendo necesario levantar únicamente la fachada. La cueva iglesieta de los Moros, en Bergua (Broto), la ermita de San Martín de Lecina o la de San Antón, en Torla, son otras construcciones de este tipo en el Sobrarbe.

Las ermitas de Yebra de Basa, en el Alto Gállego

Las ermitas rupestres más famosas del Alto Gállego son las de Yebra de Basa. Es un conjunto de nueve templos entre los que está el santuario de Santa Orosia, de grandes dimensiones. También llama la atención la ermita de la Cueva, llamada así por hallarse incrustada en la muralla que dibuja la montaña. La sobrepasa la cascada de El Chorro de la que, según el caudal del río y la época del año, brota más o menos agua. La de San Blas, también en la roca, Santa Bárbara y la de O Zoque (o de la Cruz), el punto de mayor altitud de toda la ruta a 1.576 metros, son el resto de santuarios de este entorno.

Ermita de Santa Elena.
Ermita de Santa Elena.
Prames

Sin dejar la comarca, en el término de Biescas está la ermita de Santa Elena. Se levanta a cinco kilómetros al norte de la localidad dentro de lo que ya sería el valle de Tena. Es de tipo gruta y su cabecera está empotrada en una cueva. Las partes más antiguas de la construcción pertenecen al siglo XIII. Para llegar hasta allí, desde Biescas hay que tomar la A-136 en dirección a Francia y desviarse a la derecha por la pista que cruza el río Gállego y lleva al dolmen y la ermita. La de San Úrbez de Cerésola, en Sabiñánigo, es otra ermita rupestre en el Alto Gállego.

Tres construcciones en La Ribagorza

La ermita de San Martín de Capella es uno de los principales ejemplos de este tipo de construcciones en la Ribagorza. Situada en la orilla izquierda del río Isábena, bajo el tozal del Soldau, se adosa a las paredes rocosas que cierran el valle en su tramo final. El templo está a dos kilómetros en dirección sur desde Capella. Para llegar hasta allí, hay que cruzar el puente sobre el río y avanzar por el sendero GR1 hasta que conecta con el PR-HU 124 que lleva a Castarlenas. Un kilómetro y medio después se toma un desvío junto a un campo de almendros para tomar el sendero que asciende al paso de La Canal. Hasta este punto se puede llegar en coche, cruzando el Isábena por el puente nuevo de Capella.

Nuestra Señora de las Ventosas, en Benabarre, y la ermita de la Virgen de las Nieves, en Benasque, son otras ermitas rupestres de la comarca. La primera de ellas es de tipo abrigo, y se encuentra en la cara sur de la sierra del Castillo de Laguarres. Está protegida de los vientos, de ahí su nombre, por un promontorio rocoso que le sirve además de apoyo y ubicación. Para llegar hasta allí se puede ir en coche bien por la carretera vieja de Torres del Obispo a Benabarre y luego por una pista hacia la venta de La Tosquilla, o bien desde el pequeño núcleo de Mas de Puybert, desde donde sale una pista que conecta con el último tramo del primer trayecto. La ermita de la Virgen de las Nieves, por su parte, está en una gruta junto al refugio de la Renclusa, a los pies del macizo de la Maladeta, coronado por el Aneto. Pertenece al término de Benasque y su construcción data del año 1916. Consiste en una enorme puerta de forja sobre una gran pared de roca. Su interior apenas tiene diez metros cuadrados y solo consta de una ventana.

La ruta termina en La Jacetania, en la ermita de la Virgen de la Cueva. Pertenece al término municipal de Jaca y es de los pocos templos rupestres que hay en la comarca. Se encuentra a aproximadamente 1.450 m de altitud, en la cara sur de la peña Oroel y data del siglo XVI. Como tantos otros santuarios de este tipo, fue construido en una oquedad rocosa en la que, según la leyenda, un pastor encontró una imagen de la Virgen. En este caso, destaca por su amplio interior, de 160 metros cuadrados dentro de la oquedad. Llegar hasta ella no es tan sencillo como en los anteriores casos pero es factible con vehículo todoterreno por una pista forestal desde la pardina de Ordolés más media hora de caminata por una senda. Otra opción es caminar durante una hora por un sendero en zigzag que parte desde el parador de Oroel.

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