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Las minas de sal de Remolinos, una ruta del pasado al presente

Aunque actualmente solo haya una en funcionamiento, en tiempos, las extracciones se realizaban en hasta 90 yacimientos de la zona montañosa de la Ribera Alta del Ebro.

La mina de sal de María del Carmen es la única que sigue en funcionamiento
La mina de sal de María del Carmen es la única que sigue en funcionamiento
Turismo Ribera Alta del Ebro

Los montes de Remolinos y parte de Torres de Berrellén, en la Ribera Alta del Ebro, esconden en sus adentros yacimientos ricos en sal gema. En tiempos de bonanza, se realizaban extracciones en hasta 90 minas. En la actualidad, solo una, la de María del Carmen, sigue estando activa.

La época de mayor esplendor comenzó ya en la Edad Media, siendo las minas de sal un importante motor económico para la comarca. Desde entonces, las salinas fueron cayendo en desuso y la única que queda en funcionamiento pertenece a la sociedad Ibérica de Sales. Se trata de la de María del Carmen y continúa activa por sus dimensiones. Al tratarse de la más grande y diáfana fue la única que se pudo adaptar para trabajar en su interior con la nueva maquinaria minera, de mayores dimensiones.

Otras minas famosas de este entorno son la Real, que es la más antigua, y la del Gallo, también conocida como mina de los Papeles. Por todas ellas se pasa con la ruta de ocho kilómetros que recorre el barranco de las minas de sal de Remolinos. Aunque el acceso no está permitido, tanto por su estado de deterioro como por ser de titularidad privada, merece la pena conocer un entorno único.

Durante el paseo, que se puede realizar con niños ya que apenas presenta desnivel, se podrán conocer también restos de cuevas vivienda, algunas utilizadas como bodegas, y molinos ya en desuso debido a la modernización de la industria extractora minera.

La ruta es circular, con comienzo y fin en Remolinos. Antes de partir, se puede visitar la iglesia de San Juan Bautista, famosa por las pechinas pintadas por Goya. Tras esta parada, el camino hacia las minas de sal arranca saliendo del pueblo por las piscinas municipales y cruzando el barranco del arroyo de las salinas.

El terreno es arcilloso, escarpado y árido. Lo rodea vegetación típica de monte, donde habitan algunos animales que se han adaptado a la salinidad de la zona. En ligero ascenso, el camino va avanzando y primero aparece la mina Real. Es subterránea, tipo galería y el conjunto de edificaciones lo forman varios almacenes donde se recogía la materia prima, la boca y el túnel de entrada y una torre transformadora.

La siguiente parada es la mina del Gallo, de similares características ya que todos los yacimientos de esta zona de Aragón se distinguen del resto por estar siempre bajo tierra.

Por último, el camino de ida de esta ruta por las minas de sal de Remolinos termina en la de María del Carmen. Actualmente es una instalación industrial grande y compleja que incluye la zona subterránea de extracción y numerosos espacios de almacenaje bajo tierra. En la superficie está el sistema que permite la obtención de sal a partir de cierta porción del mineral extraído abajo.

De principal fuente de recursos a enclave icónico

Aunque ahora las minas de sal de Remolinos solo son un enclave icónico de esta población, durante mucho tiempo fueron su fuente de ingresos. El complejo, ubicado en las montañas que rodean la localidad, se explota para la obtención de sal desde la Edad Media.

Primero fue la Corona de Aragón y después varias compañías privadas, nacionales e internacionales, quienes hicieron uso de estas minas excavadas. Aunque solo quede en marcha la de María del Carmen, todas tienen en común que son subterráneas, lo que las distingue de otras formaciones de este tipo en Aragón.

La explotación continúa en funcionamiento en esta mina que se adaptó para que la maquinaria más moderna pudiera acceder. Con ella, se perfora la materia rocosa que se carga en otras máquinas para, después, extraer la sal. Para ello, el mineral obtenido bajo tierra se somete a un proceso de evaporación en varias balsas o salinas. Éstas están en la superficie y se pueden ver desde las afueras de Remolinos, formando grandes explanadas.

Quienes se acerquen por la zona para conocer el pasado y el presente minero de la Ribera Alta del Ebro deberán llevar calzado cómodo y con buen agarre, ya que el firme puede ser inestable. También se aconseja llevar agua y algo para comer y se puede descargar una guía de la ruta en la web de turismo de la comarca para ampliar información.

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