Tercer Milenio
En colaboración con ITA
Frits Philips, encendiendo la bombilla de los demás
El sobrino y nieto de los fundadores de la multinacional holandesa fue un líder que permitía brillar a los demás e impregnó la compañía de su estilo y filosofía.
Creemos que es la falta de personas creativas la causa de que no se innove más en las empresas, pero la realidad es muy distinta. Es la llamada cultura de empresa la que hace que exista un entorno favorable a la innovación o no. Sí hay empresas que pueden presumir de un líder que permite brillar a los demás, que impregna la compañía de su estilo y filosofía: Frits Philips, sobrino y nieto de los fundadores de la multinacional holandesa Philips, que creó la cultura de empresa adecuada para encender la bombilla de mucha gente que trabajaba en ella. De una manera socialmente responsable.
Los orígenes
En 1891 Gerard Philips y su padre Frederik fundaron en Eindhoven la fábrica de lámparas incandescentes Philips. Años más tarde se incorporó el hermano pequeño, Anton, que poseía una mayor visión de negocio. Fue bajo su presidencia cuando Philips se convirtió en una multinacional de éxito, resistiendo al desplome de Wall Street en 1929. No fue extraño que su único hijo, Frederik Jaques Frits Philips, se incorporara a la compañía a la edad de 25 años. De ingeniero a director de planta, y de ahí a gerente y miembro del Consejo de Dirección en tan solo seis años.
La II Guerra Mundial
En 1940 Alemania invadió Holanda y Anton Philips, junto con otros miembros de la familia, se refugió en Estados Unidos. Frits se quedó en Holanda, dirigiendo in situ la compañía. Y empezó a labrar su leyenda.
Entre sus mayores logros está no solo haber mantenido la empresa, sino haber salvado la vida de los casi 400 judíos que trabajaban en ella, convenciendo a las autoridades nazis de que eran indispensables para mantener la producción. En 1941 dio a los trabajadores dos semanas de paga extra por el 50 aniversario de la compañía, saliendo literalmente a hombros de los trabajadores. En 1943 fue arrestado durante cuatro meses por el estallido de una huelga. Un año más tarde tuvo que huir para no ser detenido. Liberada Holanda y concluida la guerra, la familia Philips volvió a Europa. Frits reflotó el negocio internacional y supervisó los departamentos de I+D y de Equipos Profesionales. Se desarrollaron productos clave como sistemas de rayos X para uso médico e industrial.
En 1961 fue nombrado presidente, cargo que ostentaría hasta su jubilación en 1971. Entonces aprovechó para implantar en la compañía su visión estratégica y de responsabilidad social corporativa.
Además de un fuerte crecimiento de la empresa, cabe atribuir a Frits diversas medidas sociales para sus empleados, incluyendo seguros de salud y fondos de pensiones, así como la construcción de instalaciones educativas y de ocio.
Tenía un carácter muy familiar. Cuando visitaba las fábricas aprovechaba para hablar con los empleados, que se dirigían a él por su nombre de pila. Tal era su personalidad y cercanía que la lealtad de sus trabajadores era absoluta. En palabras de su hijo: "Mi padre estaba firmemente convencido de que Philips debía preocuparse de todas las partes: accionistas, proveedores, empleados y clientes. Solo cuando te mueves dentro de esos parámetros tu compañía tiene derecho a existir".
Por el 75 aniversario de la compañía, Frits regaló a la ciudad de Eindhoven el Evoluon, un edificio basado en un boceto que hizo sobre una servilleta de papel y que se convirtió en centro educativo.
El fútbol, su otra pasión
Desde que a los 5 años hiciera el saque de honor del primer partido del Philips Elftal, predecesor del actual PSV Eindhoven, la vida de Frits quedaría ligada al equipo de su localidad. Leal seguidor, asistía a los partidos como un espectador más. Cuando el PSV ganó el título de liga en 2005, el capitán del equipo se dirigió a Frits en el estadio para que levantara también el trofeo. Tras su muerte, en 2005, la localidad que ocupó durante tantos años quedó para siempre reservada y vacía en su honor.
Conocido popularmente como Mr. Frits, y al margen de sus logros empresariales, atesoró en su vida múltiples reconocimientos. En 1996 se le concedió el título de Justo entre las Naciones por haber salvado la vida de tantos judíos. Pero el reconocimiento más importante lo tuvo de sus conciudadanos. Con ocasión de su 100 cumpleaños la ciudad de Eindhoven pasó a llamarse por un día Frits Philips Stad (Ciudad de Frits Philips). En el evento, televisado, participaron numerosos ciudadanos y antiguos trabajadores de Philips. Frits falleció a finales de ese mismo año (2005).
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