Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Sociedad digital: una interconexión mundial

Hace 25 años, nadie tenía en casa un ordenador, las dudas las resolvíamos consultando la enciclopedia y todos los teléfonos eran fijos. ¿Cómo hemos llegado a la vigente sociedad de la información, permanentemente conectada por tecnologías cada vez más inteligentes? Francisco Serón, director del Grupo de Informática Gráfica Avanzada y actualmente vicerrector de Prospectiva, Sostenibilidad e Infraestructura de la Universidad de Zaragoza, nos toma de la mano para recorrer, hito a hito, el camino de baldosas amarillas de la sociedad de la información.

En 1995, Alfredo Hernández tuvo que explicar a los lectores qué era aquello de internet, la 'aldea global'
Sociedad digital: una interconexión mundial

En una entrevista a la revista ‘Colliers’ publicada en 1926, Nikola Tesla "anticipó de forma sorprendente el crecimiento de la conectividad a nivel global y la miniaturización tecnológica", comenta Francisco Serón, antes de leer la certera cita: "Cuando lo inalámbrico esté perfectamente desarrollado, el planeta entero se convertirá en un gran cerebro, que de hecho ya lo es, con todas las cosas siendo partículas de un todo real y rítmico… y los instrumentos que usaremos para ello serán increíblemente sencillos comparados con nuestros teléfonos actuales. Un hombre podrá llevar uno en su bolsillo".

¿Qué cambios han acabado transformado en los últimos 25 años nuestra forma de trabajar, comunicarnos, comprar, estudiar...?

Sociedad digital: una interconexión mundial

En 2013 internet ya se vuelve ubicuo, en un mundo con más de 2.500 millones de personas conectadas

Datamos este ‘big bang’ en 1994, cuando nace "the World Wide Web Consortium, fundado por Tim Bernes-Lee y Robert Cailliau. Fue el inicio del fenómeno que llegaría a ser internet para los seres humanos: una interconexión mundial". En 1998, sale "la otra pata que permite sustentar el fenómeno internet: Google, el buscador por antonomasia, fundado por Sergey Brin y Larry Page".

Los cambios también se cuelan en nuestra casa y en nuestro ocio. En el año 2002 llega a casa el primer robot: el aspirador robotizado Roomba, comercializado por la empresa iRobot, cuyos sensores "le permiten detectar obstáculos, acumulaciones de residuos en el suelo y escaleras". Dos años después, en 2004, "aparece World of Warcraft, el más popular y exitoso juego ‘online’ multijugador, que hace realidad el sueño de poder jugar con personas de cualquier lugar del mundo".

Telecomunicaciones de bolsillo

Los teléfonos móviles se han colado con fuerza en nuestras vidas desde hace años, pero Serón destaca la aparición, en 2008, de un móvil con el sistema operativo Android, que puso "software libre en todos los bolsillos".

En 2009 entra en funcionamiento el primer ‘blockchain’ de la historia, "estructura de datos que podría significar la desaparición de las entidades certificadoras tal y como las conocemos". Ese mismo año, Kevin Ashton bautiza como ‘internet of things’ la idea de conectar cualquier objeto a internet.

En el ámbito de la inteligencia artificial, Serón destaca el nacimiento en 2010 de la compañía Deepmind Technologies, adquirida en 2014 por Google. La razón: "Ha creado una red neuronal que aprende cómo jugar de manera similar a la de los seres humanos que, además, es capaz de acceder a una memoria externa imitando la memoria de corto plazo del cerebro humano". Memorables su AlphaGo jugando al Go (2015) y AlphaZero jugando al ajedrez (2017). Lo relevante es que, según Deepmind, sus sistemas no están preprogramados, sino que aprenden de la experiencia.

Las máquinas siguen jugando para demostrar sus capacidades. En 2011, Watson, de IBM, participa en el concurso de televisión ‘Jeopardy’ y derrota a sus dos oponentes humanos. "Watson permite que las computadoras comiencen a interactuar en lenguaje natural con humanos a través de una amplia gama de aplicaciones y procesos, comprendiendo las preguntas que le hacen y dando respuestas que los seres humanos pueden comprender y justificar".

El término industria 4.0 se utiliza por primera vez en 2011. "Actualmente es la tendencia de los procesos de automatización y de intercambio de datos, dentro de las tecnologías de manufactura. Incluye sistemas ciberfísicos, internet de las cosas y computación en la nube. Dicho de otra manera: ¡la construcción de fábricas inteligentes!", nada menos.

Hoy, tanto la Unión Europea como Estados Unidos intentan avanzar en el conocimiento del cerebro, embarcados en sendos proyectos multimillonarios. "¡La complejidad del cerebro humano es el desafío! Si conseguimos avanzar en su comprensión, aunque sea poco a poco, tanto la tecnología como nuestra forma de ser cambiará".

¿Llegarán a hacer las máquinas todo lo que hacemos los humanos?
"Los computadores, sean cuánticos o vayan a pilas, no son conscientes, solo son capaces de seguir procesos algorítmicos sin saber lo que hacen", señala Francisco Serón. Así, consiguen hacer origami, analizar cualquier proceso complejo, aprender en entornos con información parcial, jugar, orientar basándose en probabilidades, analizar las emociones de un ser humano, reaccionar a ellas... "La clave está en que muchísimas de nuestras tareas diarias no requieren alcanzar soluciones novedosas de manera continua, por ello las soluciones existentes son algoritmizables y, por lo tanto, son reproducibles por un computador". Sin embargo, "no somos conscientes de ese hecho y por lo tanto nos sorprende cuando una máquina hace algo que hasta hace poco solo hacían los seres humanos". A esto se suma que, como "los computadores tienen más velocidad, capacidad de almacenamiento y de establecimiento de relaciones que un ser humano, pueden alcanzar niveles de complejidad en la resolución de ciertos problemas mayores que los que somos capaces de alcanzar nosotros a nuestra escala".

¿Y qué pasa con la consciencia o la creatividad?

"Existen líneas de investigación que estudian si son algoritmizables, pero no hay que llevarse las manos a la cabeza". "Desde un punto de vista materialista –reflexiona–, nosotros no somos más que el resultado de un proceso evolutivo de los seres vivos que empezaron a moverse para sobrevivir. Somos materia compleja y, por lo tanto, de partida somos estudiables". Aunque "también sabemos que hay problemas que no son algoritmizables y otros que, aunque lo son, su solución requeriría todo el tiempo que lleva el Universo en funcionamiento y todo el espacio que existe para almacenar la información necesaria". Por ahí están los límites. En su opinión, "el desafío está planteado, solo trabajando en ese tipo de problemas llegaremos a poder responder con certeza si es posible o no. Cualquier respuesta tanto positiva como negativa, sin estudio, no sería más que un deseo subjetivo".

El sueño científico de un informático
Avanzar en el entendimiento del funcionamiento y del comportamiento del procesamiento de la información que realiza el sistema nervioso de cualquier ser vivo. Conforme lo vayamos consiguiendo podremos construir simuladores que, aplicados a las máquinas, nos permitirán avanzar tecnológicamente a paso de gigante para resolver problemas difíciles. Pero quiero hacer una aclaración: gente como yo no buscamos construir robots como nosotros, sino máquinas que, con su ayuda, nos permitan resolver los problemas complejos que actualmente tenemos y no sabemos hacerles frente. Por ejemplo, el calentamiento global, el hambre, la pobreza, ciertas enfermedades, el acceso a la energía... Un símil puede que aclare mejor lo que pretendo decir. Si nosotros quisiéramos volar, sabemos que no podemos. Pero la naturaleza ha resuelto ese problema en algunos seres vivos dotándoles de alas que normalmente baten y contienen distintos tipos de plumas. Los seres humanos hemos visto esas soluciones de ciertos seres vivos, las hemos comprendido estudiándolas y hemos alcanzado nuestra propia solución construyendo aviones dotados con alas fijas y turborreactores. Ese es el camino que ha hecho del ‘homo sapiens’ el ‘homo faber’.

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