Tercer Milenio

En colaboración con ITA

¿Tienen hierro las espinacas?

Estamos aquí para desmentir uno de los mitos más extendidos de la alimentación: las espinacas no tienen (tanto) hierro como muchos creen, incluido Popeye. Aunque tienen muchas otras virtudes nutricionales.

Las espinacas se hicieron tan populares que, en la década de 1930, la venta de esta verdura en EE.UU. aumentó un 33%
Las espinacas se hicieron tan populares que, en la década de 1930, la venta de esta verdura en EE.UU. aumentó un 33%

El mito

Es pensar en los músculos de Popeye y automáticamente nos vienen a la cabeza las espinacas. La imagen de Popeye engullendo espinacas de la lata la tenemos (casi) todos grabada a fuego en nuestras retinas. Probablemente, al leer estas líneas estés rememorando tu infancia y tarareando para tus adentros la famosa cancioncilla. Pero, ¿por qué tomaba Popeye las espinacas? Porque tienen un porrón de hierro, de toda la vida. ¿O no? A ver, está claro que las espinacas no son como las pintan en la serie (unos superpoderes tan inmediatos solo están al alcance de la poción mágica del druida Panoramix) pero, ¿de verdad son una verdura tan nutritiva?

Verdadero o falso

Las espinacas no tienen (tanto) hierro como muchos creen. Y todo este malentendido se debe a un error tan tonto, tan tonto, que vas a pensar que te estoy tomando el pelo.

Resulta que, a finales del siglo XIX, un químico alemán llamado Erich von Wolf se dedicó a analizar los beneficios nutricionales de un montón de verduras. Las espinacas, cómo no, estaban entre la selección de Wolf. No sabemos si este señor tenía pendiente una visita al oculista o, simplemente, fue un poco despistado al tomar nota en su cuaderno de laboratorio, pero parece ser que puso mal una coma. Al apuntar el contenido en hierro de las espinacas, donde debía decir 3,5 miligramos… decía 35. Y claro, eso es mucho hierro. Para volverte magnético, casi casi.

El mito se extendió tanto que llegó a los cómics (y después a los dibujos animados) de Popeye. Las espinacas se hicieron tan populares que, en la década de 1930, su venta en EE. UU. aumentó un 33%. Después de la Segunda Guerra Mundial, y pese a haberse descubierto ya el error en los cuadernos de Wolf, la leyenda se propagó todavía más. Durante las épocas de hambruna de la posguerra, a más de un gobierno le interesó promulgar las supuestas bondades de las espinacas que "te proporcionaban tanto hierro como la carne roja". Pero claro, no es así.

Eso sí, tampoco penséis que las espinacas no tienen nada de hierro. A decir verdad, tienen bastante. Comiendo tan solo 100 gramos de espinacas podemos obtener alrededor del 20% de la cantidad diaria recomendada de este metal. Pero esto no tiene nada de especial, otras verduras como el brócoli o la col tienen cantidades similares de hierro.

Por una vez, y sin que sirva de precedente, este desmitificador va a tumbar dos mitos por el precio de uno. Y es que parece ser que la historia que os acabo de contar sobre la coma mal puesta… ¡también es falsa! O, al menos, nadie está seguro de que sea verdad ni ha podido demostrarla. Ole Bjørn Rekdal, un investigador noruego que ha analizado cómo ha evolucionado el mito de las espinacas a lo largo de los años, comenta en un artículo suyo que: "Nada indica que el error de la coma se cometiera, pero parece que el chascarrillo ha vivido (y vivirá) una larga y divertida vida".

De propina
Por si toda la historia que os he contado os ha parecido poco, resulta que el tema del hierro de las espinacas todavía da para más. Existen varios estudios científicos que sugieren que, a pesar de que las espinacas tienen "bastante hierro", este no se absorbe demasiado bien.

Las hojas de espinaca tienen altos niveles de unas sales, conocidas como oxalatos, que dificultan la absorción de hierro y otros nutrientes, como el calcio, en el intestino. Hay incluso científicos que defienden que, cuando comemos espinacas, el hierro que absorbemos proviene de la arena y otras partículas de suciedad en las hojas más que de la propia planta.

El hematólogo Terry Hamblin publicó en 1981 un artículo titulado ‘¡Mentiras!’ en el prestigioso ‘British Medical Journal’. En él, destapaba esta historia de las espinacas y otros muchos mitos populares entre los médicos. Me vais a permitir que le robe una frase a Hamblin: "Si lo que quería Popeye era hierro, más le hubiera valido masticar la lata". Pero… ¿y si no quería hierro?

Las espinacas, amén de estar riquísimas tanto crudas como cocidas, son sanísimas y fuente de un porrón de nutrientes. Tienen muchísimo potasio (más que los plátanos) y magnesio, dos electrolitos fundamentales para nuestra salud. Además, las espinacas son una fuente importantísima de vitamina K y precursores de la vitamina A, esencial para nuestro sentido de la vista. Y también son unas verduras ricas en sales de ácido fólico, un nutriente clave si estás (tratando de quedarte) embarazada.

Para saber más
Hoy en día es perfectamente viable llevar dietas vegetarianas (no comer nada de carne ni pescado) o incluso abrazar el veganismo sin tener un serio déficit de nutrientes. Pero hay que informarse bien antes. Y qué mejor que el blog y los libros de Lucía Martínez (@dimequecomes), con todos los consejos que puedes necesitar si te pasas a la dieta de Popeye. Y si quieres conocer un tercer mito relacionado con el famoso marinero y las espinacas, lee el artículo ‘¿Quién le quitó el hierro a mis espinacas?’ de Juan Revenga en ‘El nutricionista de la general’.Fernando Gomollón-Bel Químico y divulgador científico @gomobel
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