¿Guardas recuerdos felices de tu infancia? Podrían mejorar tu salud

Según una investigación, las vivencias del pasado podrían estar relacionadas con una mejor salud y un menor riesgo de depresión y de enfermedades crónicas en los adultos.

No hay recetas ni atajos para ser feliz.
Los recuerdos felices de la infancia, relacionados con mejor salud en el futuro.
Pixabay

Las personas que tienen buenos recuerdos de la infancia, específicamente de sus relaciones con sus padres, tienden a tener mejor salud, menos depresión y menos enfermedades crónicas que los adultos mayores, según concluye una investigación publicada por la Asociación Americana de Psicología.

"Sabemos que la memoria juega un papel muy importante en la forma en que entendemos el mundo: cómo organizamos nuestras experiencias pasadas y cómo juzgamos cómo debemos actuar en el futuro. Como resultado, hay muchas maneras diferentes en que nuestros recuerdos del pasado pueden guiarnos", dice el autor principal del estudio, William J. Chopik, de la Universidad Estatal de Michigan, Estados Unidos.

"Encontramos que los buenos recuerdos parecen tener un efecto positivo en la salud y el bienestar, posiblemente a través de la forma en que reducen el estrés o nos ayudan a mantener opciones saludables en la vida", agrega este investigador, cuyo trabajo se publica en la revista 'Health Psychology'.

La investigación anterior ha demostrado una relación positiva entre los buenos recuerdos y la buena salud en los adultos jóvenes, incluyendo mejor calidad de trabajo y relaciones personales, menor consumo de sustancias, menor depresión y menos problemas de salud, según Chopik. Él y su coautor, Robin Edelstein, de la Universidad de Michigan, Ann Arbor (Estados Unidos), querían ver cómo se aplicaría esto a los adultos mayores.

Además, gran parte de la investigación existente se centró en las madres y rara vez examinó el papel de los padres en el desarrollo infantil. Chopik y Edelstein intentaron ampliar los estudios existentes para incluir las reflexiones de los participantes sobre sus relaciones con ambos padres.

Los científicos utilizaron datos de dos muestras representativas a nivel nacional, la 'Encuesta Nacional de Desarrollo de la Mediana Edad en Estados Unidos' y el 'Estudio de Salud y Jubilación', con un total de más de 22.000 participantes. El primer estudio siguió a los adultos a la edad de 40 años durante 18 años y el segundo a adultos de 50 años o más durante seis años. Las encuestas incluyeron preguntas sobre las percepciones del afecto de los padres, la salud general, las condiciones crónicas y los síntomas depresivos.

Los recuerdos de la infancia influyen incluso en la edad adulta mayor

Los participantes en ambos grupos que informaron haber recordado niveles más altos de afecto por parte de sus madres en la primera infancia experimentaron una mejor salud física y menos síntomas depresivos en el futuro. Los que reportaron recuerdos con más apoyo de sus padres también experimentaron menos síntomas depresivos, según Chopik. "El hallazgo más sorprendente fue que pensamos que los efectos se desvanecerían con el tiempo porque los participantes intentaban recordar cosas que sucedieron a veces hace más de 50 años. Se podría esperar que los recuerdos de la infancia importen cada vez menos, pero estos recuerdos aún predecían una mejor capacidad física y salud mental cuando las personas estaban en la edad madura y en la edad adulta mayor", subraya Chopik.

Hubo una asociación más fuerte entre las personas que informaron de una relación más amorosa con sus madres, señala Chopik, pero eso podría cambiar. "Estos resultados pueden reflejar las circunstancias culturales más amplias de la época en la que los participantes se criaron porque las madres probablemente eran las principales cuidadoras", explica Edelstein. "Al cambiar las normas culturales sobre el papel de los padres en el cuidado, es posible que los resultados de futuros estudios de personas nacidas en años más recientes se centren más en las relaciones con sus padres", agrega este investigador. Chopik y Edelstein encontraron que los participantes con recuerdos positivos de la infancia también tenían menos enfermedades crónicas en el primer estudio de 7.100 personas, pero no en el segundo estudio de 15.200, lo que hace que los resultados sean menos directos.

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