Por qué no es recomendable usar chanclas

Entre los problemas en los que puede derivar el uso prolongado de este calzado están la fastitis plantar, las quemaduras solares o las rozaduras.

Este calzado está especialmente diseñado para su uso en duchas, piscinas o playas, donde ayuda a evitar el contagio de hongos y papilomas.
Este calzado está especialmente diseñado para su uso en duchas, piscinas o playas, donde ayuda a evitar el contagio de hongos y papilomas.
Pixabay

Con la llegada del destape veraniego, los pies también se liberan de los encorsetados zapatos y botas, y los dedos se airean en modelos más ligeros y frescos. Pero, a pesar de lo cómodas que puedan parecer, las chanclas, el calzado estival por antonomasia, no son recomendables para aquellos que quieran conservar su salud podológica intacta durante esta época.

Este calzado está especialmente diseñado para su uso en duchas, piscinas o playas, donde ayuda a evitar el contagio de hongos y papilomas. Fuera de los ambientes húmedos, al tratarse de sandalias con apenas sujeción, las chanclas pueden provocar problemas de estabilidad.

Además, entre las principales dolencias en las que puede derivar su uso prolongado es la fascitis plantar, que consiste en una inflamación de la fascia plantar, una fuerte y gruesa lámina de tejido fibroso situada en la planta del pie y que se extiende desde el hueso que forma el talón hasta los dedos. Entre sus funciones principales, se encuentran las de dar estabilidad a la pisada y absorber los impactos.

Otras afecciones

Otra de las afecciones que pueden desarrollarse es la sobrecarga de los músculos internos del pie, derivada del sobresfuerzo generado por los dedos para poder agarrarse a la parte delantera del calzado y que puede acentuar la aparición de lesiones como los dedos en garra, juanetes o metatarsalgia, que es un dolor en la zona anterior del pie. Y, de la misma forma que se resienten las articulaciones internas del pie, también pueden provocarse daños en el tobillo, en la rodilla e, incluso, en la cadera.

Las quemaduras del sol, las rozaduras o las ampollas son otras de las dolencias dimanadas del contacto casi directo con el suelo al usar este calzado, de la sudoración y de la dilatación de los pies debida a la subida de las temperaturas.

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