¿Sabes qué alimentos pueden ayudar a sobrellevar las agujetas?

Tras una intensa jornada deportiva, aparece ese dolor punzante que ataca a los músculos y limita la movilidad. Para evitar esas molestias, aquí van unos sencillos consejos.

Una de las claves para evitar que el dolor sea intenso esa través de un buen calentamiento y una dieta sana.
Una de las claves para evitar que el dolor sea intenso esa través de un buen calentamiento y una dieta sana.
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Llega ese día en el que decides volver a practicar deporte tras una larga temporada de sedentarismo. Estás motivado, la música te acompaña y ese día lo das todo. Tras unas horas en el gimnasio, te marchas a casa con esa sensación de haberlo logrado. Pero llega el día siguiente y con él, ese insufrible dolor. Una molestia que dura entre dos y tres días. Son las temidas agujetas.

Ese dolor muscular aparece cuando, o bien se comienza a realizar ejercicio, o bien se modifica en duración e intensidad la rutina que ya se seguía. Y, al contrario de lo que se pensaba, las agujetas no aparecen debido a la acumulación de cristales de ácido láctico en las fibras musculares, sino que estas aparecen al producirse microdesgarros en los músculos debido al esfuerzo. Este proceso tiene como resultado la hipertrofia muscular.

Para evitar que el dolor vaya a más, se recomienda hacer un calentamiento previo al ejercicio y que el esfuerzo sea progresivo, sobre todo si el cuerpo no está habituado a realizar una actividad física. Asimismo, es aconsejable realizar estiramientos antes y después y, si fuera necesario, un masaje puede ayudar a paliar las molestias.

Sin embargo, las agujetas se pueden tratar también desde dentro, pues una de las formas más eficaces para reducirlas es mediante una alimentación saludable. El Omega 3 posee propiedades antiinflamatorias, por ese motivo, es recomendable la ingesta de pescado azul, como el salmón o las sardinas, y frutos secos, como las nueces.

Los hidratos de carbono complejos (pan, legumbres, arroz, pastas, etc.) también son esenciales durante y después del entrenamiento. En primer lugar, porque suponen el principal aporte de energía y en segundo lugar, porque, junto a las proteínas, son esenciales para reparar el tejido muscular dañado.

Y, finalmente, es fundamental hidratarse lo suficiente. Durante el ejercicio, se pierden muchos líquidos debido a la sudoración y, si no se reponen correctamente, se pueden producir espasmos y calambres musculares.

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