La leche materna, tan importante como las vacunas

Los mil primeros días de vida del recién nacido son claves en la prevención de enfermedades.

Los niveles de las madres de vitamina D tienden a caer entre el verano y el invierno.
La capacidad de la leche materna para prevenir enfermedades y reforzar el sistema inmune de los bebés abre la puerta a nuevos estudios sobre cómo mejorar y prolongar su consumo.
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Los mil primeros días de vida del recién nacido son claves en la prevención de enfermedades, según ha señalado el vicepresidente de la Sociedad Francesa para los Orígenes Evolutivos de la Salud y la Enfermedad, Laurent Storme, durante el XIII Simposio Internacional de Lactancia Materna celebrado en París.

El congreso, organizado por Medela, ha contado con la participación de los principales investigadores en temas de lactancia y leche humana a nivel mundial. Durante estos días, más de 650 pediatras, neonatólogos, matronas y responsables de Unidad de Cuidados Intensivos Neonatales (UCIN) de todo el mundo han conocido nuevas evidencias científicas que demuestran el gran impacto en la sociedad de la lactancia materna, considerada "una intervención pública mundial de primer orden tan importante para la sociedad como han demostrado ser las vacunas", según la profesora y economista de la Universidad Rush de Chicago, Tricia Johnson.

Las ponencias han estado orientadas a defender la importancia de implantar programas de información, concienciación y divulgación sobre las características y el papel de la leche materna para los bebés, las madres y el conjunto de la sociedad. Se estima que una lactancia exclusiva durante los primeros 6 meses de vida supondría un ahorro de millones de euros en costes sanitarios directos mundiales cada año, así como un descenso de la tasa de mortalidad, salvando 800.000 vidas anualmente a nivel global.

La lactancia materna también aumenta la productividad de los trabajadores y el producto interior bruto, al reducir las ausencias de madres y padres en sus puestos de trabajo. Además, los expertos coinciden en la relación directa entre la salud de los bebés y el consumo de leche materna prolongado en el tiempo más allá de los 6 meses de edad que recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS). A pesar de las recomendaciones, los datos reflejan que de los 130 millones de bebés que nacen en el mundo cada año, solo un 40 por ciento son alimentados de manera exclusiva con leche materna.

Buscando soluciones para mejorar la experiencia de la lactancia

La capacidad de la leche materna para prevenir enfermedades y reforzar el sistema inmune de los bebés abre la puerta a nuevos estudios sobre cómo mejorar y prolongar su consumo. Uno de los problemas tratados durante el encuentro de expertos en París fue cómo la anquiloglosia o frenillo lingual corto en los recién nacidos dificulta la lactancia, tanto para la madre como para el bebé, ya que entorpece la succión y provoca dolor en el pecho a la madre.

En busca de una solución que evite abandonar la lactancia, la profesora de la Universidad de Australia Occidental, Donna Geddes, ha expuesto su análisis de los tratamientos actuales para los recién nacidos con anquiloglosia, basados en frenotomías o corte de la lengua en recién nacidos. Sus mediciones clarifican la interrelación compleja entre las fisiologías de la madre y el recién nacido y proporcionan una base sólida para el desarrollo de nuevos tratamientos que eviten practicar una operación quirúrgica a los bebés.

En el caso de los niños prematuros, el papel de la leche materna es aún más relevante dada su exposición a un mayor número de enfermedades y problemas de desarrollo, así como su mayor necesidad de atención sanitaria. La directora de los servicios de lactancia en la Unidad de Cuidados Intensivos Neonatales (UCIN) del Centro Médico Universitario Rush, Paula Meier, ha defendido la importancia de garantizar la dosis más alta posible de leche materna para los niños prematuros para mejorar su curación y desarrollo, por medio del apoyo y asesoramiento a las madres.

Proteger la salud de las madres es igualmente un factor social clave. Estudios han demostrado que las propiedades de la leche materna afectan a las madres, por ejemplo, reduciendo el riesgo de sufrir cáncer de mama. El objetivo final de los investigadores es transformar los descubrimientos científicos en iniciativas sanitarias avanzadas en favor de las mujeres que desean dar el pecho.

Han sido objeto de debate durante el simposio los nuevos descubrimientos en torno a las diferencias funcionales de las células mamarias activadas (productoras de leche) y las células mamarias en reposo. A través de nuevos métodos, el grupo de investigación de la doctora del Instituto de Investigación de Citoblastos del Centro Helmholtz (Múnich), Alecia-Jane Twigger, busca comprender y tratar el crecimiento anómalo de las glándulas mamarias, que pueden dar como resultado una producción de leche baja o la aparición de tumores.

Por otro lado, tanto la actitud como el entorno de las madres y sus hábitos afecta a la lactancia materna pudiendo ocasionar abandonos o consecuencias negativas en los recién nacidos. Este es el caso que demuestra la investigación presentada en el simposio por el profesor del Centro Nacional de Riesgos para los Recién Nacidos de los Estados Unidos, Thomas Hale, sobre los riesgos del consumo de marihuana por parte de una madre lactante.

Ante la tendencia creciente en el consumo de marihuana, se han encontrado nuevas y exhaustivas evidencias sobre la presencia de sustancias químicas en la leche de las madres que consumen esta droga. Los estudios del profesor Hale han reflejado el contenido de THC en la leche materna para valorar los posibles daños que pueden sufrir los lactantes, entre ellos problemas cerebrales, motores y de comportamiento a corto y largo plazo.

Otros indicadores sociales como la edad o el nivel educativo pueden influir en el mantenimiento de la lactancia durante un mayor periodo de tiempo. La investigación llevada a cabo por la profesora de la Universidad de Manitoba (Canadá), Meghan Azad, sobre la incidencia de jadeos en recién nacidos desvela, entre otras comparativas, que las madres de más de 35 años son más constantes con la lactancia y la mantienen durante más meses que las madres más jóvenes, a quienes les cuesta más cumplir con los 6 meses recomendados.

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