La venta de copas menstruales se duplica en un año en Aragón

Según datos del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Zaragoza, tan solo el pasado año se vendieron 800 unidades frente a las 450 de 2016.

Irene Escudero, farmacéutica, muestra la copa menstrual.
Irene Escudero, farmacéutica, muestra la copa menstrual.
Bernardo Sánchez

Más cómodas, más económicas y sobre todo, más respetuosas con el medio ambiente. Estos son tan solo algunos de los atributos que podrían haber contribuido al aumento de ventas de copas menstruales en Aragón en tan solo un año. Aunque su uso todavía no está muy generalizado entre las aragonesas, parece que poco a poco se está haciendo un hueco en una buena parte de la población.

Así lo reflejan los registros de los almacenes de distribución de medicamentos y productos sanitarios de la Comunidad Autónoma, que confirman que en 2017 se vendieron 800 unidades frente a las 450 de 2016, según informan fuentes del Colegio Oficial De Farmacéuticos De Zaragoza.

No solo han aumentado las compradoras, sino, sobre todo, la curiosidad en torno a este método alternativo a las compresas y los tampones de toda la vida. “Se trata de un producto dirigido a un sector muy concreto de la población formado por mujeres en edad fértil que están buscando una alternativa a otros productos sanitarios más generalizados”, explica Irene Escudero, farmacéutica adjunta de la Farmacia Bernardo Sánchez, ubicada en el Arrabal.

En cuanto a su formato y funcionamiento, consiste en un recipiente fabricado a base de látex o silicona –es decir, muy flexible- que tiene forma de copa y se utiliza para recoger el flujo menstrual. “La curiosidad empieza en aquellas usuarias que tienen alergia a componentes como la celulosa, o algún otro tipo de incompatibilidad”, afirma Escudero, quien destaca que, sobre todo, se trata de una decisión recomendada para mujeres con “un flujo menstrual considerable” ya que permite una autonomía de hasta 12 horas.

En cuanto a su utilización, lejos de lo que pueda parecer, asegura que su colocación es muy sencilla: “Se introduce fácilmente gracias al material en el que está fabricada, y al cabo de unas horas se saca, se vacía su contenido y se lava con agua y jabón para volver a introducirla”.

Su precio oscila entre los 25 y 40 euros, según la marca y el fabricante. Del mismo modo, existen diferentes modelos, colores y tallas, que dependerán de cada mujer y del tipo de flujo.

“Las ventajas son, por un lado, la alternativa que supone para aquellas personas sensibles o alérgicas a algunos componentes de tampones y compresas, así como la eliminación de la posibilidad de desarrollar el Síndrome de Shock Tóxico derivado del uso de tampones”, señala la farmacéutica. “Por supuesto, supone un ahorro económico ya que puede durar hasta 15 años, algo que también reduce considerablemente el impacto medioambiental”, añade.

Sobre los inconvenientes que destaca Escudero, son sobre todo de tipo práctico. “No siempre vas a tener un punto con agua corriente o acceso a jabón, por ejemplo. También hay quien considera desagradable su colocación o el vaciado en cada ocasión”, continúa. Finalmente, recuerda que antes de guardarla de nuevo, es necesario esterilizarla con agua hirviendo.

Un invento de 1867

Lejos de la creencia generalizada, la copa menstrual no es un accesorio actual sino que se trata de un invento cuyos primeros datos se remontan a principios del Siglo XX. “En el Museo de la Menstruación y Salud de la Mujer en Maryland de Estados Unidos existen datos de rudimentarias copas menstruales de 1867”, asegura Escudero. Aunque su comercialización tal cual se vende hoy no comenzó hasta el año 2000, en Aragón no comenzaría hasta hace apenas una década. Además, Escudero asegura que es desde hace un par de años cuando se ha comenzado a solicitar información sobre la copa. “Más que la venta, sobre todo se ha notado que ha despertado curiosidad”, advierte.

Isabel Aparicio (35) comenzó a utilizarla hace 3 años tras el nacimiento de su hija. “Esperé unos meses a sentirme capaz de usarla pero finalmente me decidí, sobre todo por una cuestión de higiene, por su precio y porque cuida el medio ambiente, creo que son todo ventajas”, afirma la zaragozana. En su caso la adquirió en una tienda de productos ecológicos tras la recomendación de una amiga.

“Al principio pensé que no sería capaz de ponérmela, las primeras veces me resultó muy incómoda pero leí en varios foros que era normal, así que le di una oportunidad y hasta hoy”, añade. Hace tan solo un par de meses, Alba González (28) adquirió su copa menstrual en una farmacia de la calle Miguel Servet. “Me costó 26 euros, una caja de tampones cuesta 5 euros, y usas más de una al mes. Esta es tan solo una de las ventajas que me invitó a probar”, asevera.

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