"El cáncer te hace valorar más las pequeñas cosas"

A Myriam Bernal, de 34 años, le diagnosticaron un cáncer de colon cuando ella y su marido buscaban tener un segundo hijo. Ahora, ya operada y tras terminar la quimioterapia en noviembre, acude a revisiones cada tres meses y recibe ayuda en la sede zaragozana de la AECC.

Myriam Bernal, su marido Andrés y su hijo Marcos, en la tercera edición de la Marcha contra el Cáncer.
Myriam Bernal, su marido Andrés y su hijo Marcos, en la tercera edición de la Marcha contra el Cáncer.
M. B.

Myriam Bernal tiene dos fechas de 2016 grabadas a fuego. El 5 de abril le diagnosticaron un cáncer de colon y al día siguiente la operaron. "Llevaba meses que me notaba las tripas muy nerviosas, iba mal al baño, me encontraba rara y solo perdía peso… Pensé que era del estrés y del trabajo, pero al ir a Urgencias vieron que era algo malo", recuerda esta maestra del CEIP Ramón Sainz de Varanda.

Cuando recibió el diagnóstico, ella y su marido estaban buscando darle un hermanito a Marcos, que por entonces tenía tres años. Al entrar a quirófano, la operación se complicó y la localización del tumor obligó al equipo médico a tomar la decisión de extirparle los ovarios para prevenir que el cáncer pudiera extenderse a esta zona. "Cuando me desperté en la UCI fue bastante duro. Yo no sabía que me iba a pasar todo esto… En el momento te llevas un disgusto tremendo, pero luego te das cuenta de que era lo mejor. Ahora estoy aquí con mi marido y mi hijo, y tengo que disfrutar de lo que tengo sin pensar en lo que podría haber sido", confiesa.

Después de dos operaciones y tras terminar la quimioterapia el pasado mes de noviembre, Myriam está pendiente de volver a pasar por el quirófano para que le retiren la bolsa con la que convive desde hace meses tras someterse a una ileostomía (la cirugía que, una vez extirpado el colon, permite el drenaje de las heces). En todo este tiempo, su marido, sus padres, su hermana y su hijo Marcos han sido un pilar fundamental para ella, quien nunca imaginó lo "difícil" que podía ser estar 20 días sin ver a su pequeño. "El cáncer te hace valorar más las pequeñas cosas, el día a día: levantarte por la mañana y poder llevar a mi hijo al colegio, ver el sol, poder jugar con él... Te das cuenta del valor que tiene todo aquello que antes hacías corriendo por ir a trabajar. Ahora disfruto más de una comida con mi familia o de una salida con mis amigas a cenar. Aprovechas cada día y disfrutas de cada cosa que haces porque no sabes cuándo va a llegar el último", afirma.

Myriam Bernal y su marido, Andrés López-Blanco, con las camisetas de la Marcha contra el Cáncer en el parque Bruil. J. A. Pérez Vela

En su proceso y en su relato hay días marcados en rojo. Como el día que su marido y ella decidieron contarle a su pequeño, que acaba de cumplir cuatro años, qué era esa bolsa que lleva mamá. "Al principio pensamos que se asustaría y ha sido todo lo contrario, lo ve como algo natural. Para mí fue una liberación el poder contárselo; tengo la sensación de que se sintió participe de algo importante que le estaban ocultando", relata esta treintañera.

Así, desde hace meses, Marcos sabe que su madre no está bien, que va mucho a los médicos y que le han pasado cosas, pero cuando se trata de ayudar, es el primero que se ofrece a hacerlo. "Ahora –cuenta Myriam- ayuda a mi madre a cambiar la bolsa o coge las gasas, se pone los guantes de látex y ayuda a su padre con el agua y el jabón. Es un niño que se ha adaptado muy bien a mi enfermedad sin contarle toda la realidad de las cosas", añade.

Por el momento, aunque ya recuperada, Myriam sigue yendo a revisiones cada tres meses, tiene terapia de grupo cada martes y psicólogo una vez al mes. Continúa de baja desde que la operaron por primera vez en abril de 2016, pero con ganas de volver al colegio y ejercer su profesión. "Los síntomas de la quimio no me han dejado volver a trabajar y mis compañeros tampoco me lo permiten hasta que no esté bien, pero yo estoy como loca por volver. Si me dejaran, iría mañana mismo", dice entusiasmada.

Más allá del aspecto físico, confiesa que la enfermedad también le ha cambiado por dentro, "que vives con el miedo de que te vuelva a pasar, y eso te hace disfrutar más de las pequeñas cosas cada día". Esta es una lección que también ha aprendido de la mano de la AECC, gracias a su psicóloga y al grupo de resiliencia de la asociación. "El trabajo que hacen ahí es impresionante. En mis peores momentos me han animado y dado el coraje necesario para seguir adelante, buscando mis propios recursos para levantarme cada día y ver lo bueno que tiene vivir", concluye agradecida.

- Leer más testimonios de la IV Marcha contra el cáncer.

- Apúntate a la Marcha de la AECC.

Ir al suplemento de salud.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión