El 20 % de los españoles sufre dolor crónico y casi la mitad no lo trata

El 45% de los afectados no siguen un tratamiento por desconocimiento o falta de formación de los médicos.

El estudio muestra que se puede pensar en el dolor crónico como si el cerebro se hiciera adicto al dolor.
Proponen un nuevo tratamiento para combatir el dolor crónico

Uno de cada cinco españoles sufre dolor crónico, a pesar de que existen más pruebas diagnósticas, tratamientos y tecnología punta, y además el 45 % de ellos no sigue un tratamiento específico para el mismo, bien por desconocimiento o por la falta de formación de los médicos.


Los expertos que trabajan con el dolor, en el Día Mundial de esta enfermedad -este año dedicado al articular- demandan una mayor formación en este sentido en los médicos de atención primaria, máxime cuando es la primera causa de consulta en los ambulatorios.


Piden que al menos exista en cada ambulatorio un profesional con la información adecuada para tratar el dolor y además que se reconozca la dedicación de los expertos que trabajan en las Unidades específicas para abordarlo a través de un diploma acreditativo.


Esta es una de las reclamaciones que hacen este lunes los médicos de la Sociedad Española del Dolor, un problema sanitario de consideración, si tenemos en cuenta que su coste es de alrededor de un 3 % del Producto Interior Bruto en Europa, entre costes directos e indirectos.


Algunos de los indirectos es absentismo laboral, las bajas o una disminución de la productividad, una cuestión que se constata claramente en España: El dolor es la causa más común de absentismo laboral, seis veces más que los otros motivos, y el motivo de la mitad de las visitas a urgencias.


De ahí la importancia de abordarlo de forma adecuada, aunque de momento, según ha señalado el doctor Cesar Margarit, de la Unidad del Dolor del hospital de Alicante y miembro de la Sociedad Española del Dolor (SED), no se ha conseguido algunos aspectos importantes.


Estos son: "tratar el dolor sin efectos adversos, una comunicación con el paciente para tratar dianas terapéuticas que el paciente espera y mejorar el tratamiento para aumentar la calidad de vida".


Además, si no se trata el dolor de forma correcta se puede producir depresión, ansiedad, detraimiento social, puede afectar a la esfera sexual, aumentar el riesgo cardiovascular y sobre todo impactar en la calidad de vida.


Los dolores moderados-intensos (juntos suponen el 76 % de los casos) tienen más impacto en la calidad de vida que tener un cáncer de colon o de próstata, según Margarit, pero además produce otros efectos como la disminución de la masa gris cerebral. Sin embargo, muchos de los pacientes reciben tratamiento con fármacos no adecuados a su intensidad del dolor.


El dolor crónico afecta a cerca del 18 % de la población española y en el 65 % de los casos es dolor musculoesquelético: el perfil donde se concentran más personas con dolor es en la franja de mayores de 51 años y predomina más en las mujeres que en los hombres.


Los dolores más comunes son los moderados de tipo osteoarticular degenerativa y sólo las enfermedades articulares y musculoesqueléticas son las responsables del 20 % de los años perdidos en discapacidad.


El dolor articular se asocia con pérdida de funcionalidad, pero el tratamiento debería ir dirigido no solo al dolor, sino también a la actividad y la funcionalidad, y por eso la rehabilitación y la actividad física son parte del tratamiento, según Víctor Mayoral, secretario de la SED y doctor en la Unidad de Bellvitge,


No hay cura para la artrosis, pero si se puede aliviar el dolor y mejorar la calidad de vida, y eso lo ha conseguido Jesús Montes, de 61 años, que padece artritis reumatoide desde hace 24 años, un periodo de tiempo en el que ha pasado por diferentes tratamientos (fármacos, infiltraciones, morfina...), uno de los cuales, le provocó una perforación en el estómago.


Por fin ahora ya no le tienen que coger en brazos para subir o bajar las escaleras porque ha conseguido, tras acudir a una Unidad del Dolor, un tratamiento que le permite vivir.


"Antes no podía hacer nada", recuerda Jesús, a quien le han implantado un sistema de estimulación periférica, una especie de marcapasos que estimula el nervio.

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