​La Rompida de la Hora

Relato breve de Josefina Palos Bernad, con motivo de la festividad de San Jorge.

Hacía mucho tiempo que no volvía a mi pueblo, sin embargo, siempre hablaba de él con nostalgia y cariño, por eso mis amigos estuvieron todo el camino de cachondeo conmigo, esta noche iban a vibrar cuando los tambores albalatinos rompiesen la hora bruja.


La plaza de la iglesia estaba abarrotada, tambores, bombos, turistas, y mucho silencio. Nadie hablaba, por sorprendente que pudiese parecer, era como si miles de almas juntas se hubiesen fundido en una sola con los ojos mirando al cielo, buscando el pañuelo que daría el punto de partida.


Cuando el pañuelo blanco se dejó ver flotando en el aire, el estruendo rompió el silencio. Lágrimas silenciosas resbalaban por mis mejillas, mi alma y la de todos allí presentes vibraron de emoción.


Realmente y por unos momentos, pude sentir el dolor de Cristo cuando murió encomendando su espíritu al Señor.


Entonces mis amigos comprendieron verdaderamente cuanto amaba mi tierra, y cuanto echaba de menos mi Aragón del alma, siempre presente en mi corazón.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión