Heraldo del Campo

Seis generaciones haciendo la vida más dulce

Pastelerías Manuel Segura acaba de recibir, de manos de la Alianza Agroalimentaria Aragonesa, el premio a la Industrialización y Comercialización.

José Manuel Segura -a la izquierda- posa junto a su padre y maestro, Manuel Segura.
José Manuel Segura -a la izquierda- posa junto a su padre y maestro, Manuel Segura.
P. M. S.

En el año 1874, Manuel Segura Esteban abrió las puertas de su pastelería en la calle Mayor de la localidad zaragozana de Daroca, en el número 73. Por las mañanas trabajaba en la planta superior, donde construyó el obrador, y por la tarde, con la ayuda de un borrico, se desplazaba a los pueblos cercanos a ofrecer su mercancía.

En la actualidad, José Manuel Segura Catalán, miembro de la sexta generación de esta familia de pasteleros y digno heredero de su padre, Manuel Segura, recibe diariamente numerosos encargos, algunos de ellos procedentes de países como Alemania o Suecia, mercados a los que ha accedido gracias a su apuesta por las nuevas tecnologías y a su interés permanente por acudir a ferias y encuentros alimentarios para mostrar su producción.

Fruto de este afán por mejorar y llegar al mayor número de mercados posible, Pastelerías Manuel Segura acaba de recibir el premio a la Industrialización y Comercialización Agroalimentaria concedido por la Alianza Agroalimentaria Aragonesa. «Se trata de un galardón muy importante porque es el reconocimiento a nuestro trabajo y lucha diaria y proviene de colectivos muy importantes relacionados con la alimentación, el campo o el mundo rural. Es un premio que reconoce, entre otras muchas cosas, el esfuerzo de una empresa de pueblo que, además de enfrentarse al día a día de un negocio, tiene que luchar contra otros factores añadidos, como la despoblación o el envejecimiento de los pueblos donde vives», apunta José Manuel Segura, un joven de sólida formación universitaria, biólogo y bioquímico, que en 2001 decidió tomar las riendas de la pastelería.

A lo largo de su historia, la empresa ha vivido momentos mejores y peores y, en los últimos años, los segundos han coincidido con la dura crisis económica que afectó al país. Pero, lejos de venirse abajo, decidieron apostar por una gestión más profesionalizada de la empresa y por la reducción de referencias que no eran rentables. Pero, la decisión más importante la tomaron en 2004, con la puesta en marcha de un obrador dotado de los últimos avances tecnológicos.

«Ha sido la inversión más importante de la empresa, superior al millón de euros. Era nuestra apuesta por el futuro de la pastelería y también de la comarca de Daroca, ya que con este obrador hemos logrado crear más de una veintena de puestos de trabajo en una zona marcada por la despoblación», matiza José Manuel Segura. Él recuerda que, desde sus orígenes, la sede principal de la empresa está en Daroca, aunque tuvieron la oportunidad de «irse a otros lugares, donde nos ofrecían mejores condiciones económicas, pero nosotros nos quedamos aquí, porque nos enamora nuestro pueblo», afirma.

Museo de la pastelería

En la actualidad, cuentan también con puntos de venta en Zaragoza y Cariñena, donde ofrecen más de 400 referencias de productos de temporada a lo largo del año, lo que supone un volumen de facturación que ronda los 800.000 euros.

Además del obrador, a comienzos de este siglo, en el 2000, pusieron en marcha el Museo de la Pastelería Manuel Segura, donde se muestran los útiles y herramientas empleados por las seis generaciones de pasteleros, así como el saber hacer de una familia que, desde hace más de un siglo, se ha dedicado a hacer que la vida de los demás, y la suya propia, sea un poco más dulce.

Más información en el Suplemento Heraldo del Campo

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