Heraldo del Campo

El río solo deja un tercio de cosecha

La Denominación de Origen Cebolla Fuentes de Ebro recogerá está campaña apenas dos millones de kilos su apreciada hortaliza. Las avenidas del Ebro y las tormentas de granizo se han llevado por delante dos tercios de la cosecha prevista.

Cebollas con la etiqueta que garantiza su pertenencia a la Denominación de Origen Cebolla Fuentes de Ebro.
Cebollas con la etiqueta que garantiza su pertenencia a la Denominación de Origen Cebolla Fuentes de Ebro.
D. O.

Con la cosecha llegando a su fin, los productores integrados en la Denominación de Origen Cebolla Fuentes de Ebro recuentan con decepción la producción conseguida. Las cifras están lejos de aquellos más de 7,5 millones de kilos que confíaban en poder recolectar este año cuando comenzaron a planificar sus siembras. Ni siquiera se acerca a la previsión que realizaron una vez plantadas las semillas, cuando, creyendo que había que ajustar los datos a la realidad, rebajaron sus estimaciones a los poco más de 6 millones de kilos. Una cosecha que, aun con este matiz a la baja, abría grandes expectativas y respondía al interés de los agricultores que habían apostado por el cultivo duplicando incluso para este año las hectáreas dedicadas a dicha producción.

El río se llevó por delante todos estos cálculos en el mes de marzo. Abundantes lluvias primaverales, altas temperaturas y mucha nieve acumulada en las montañas provocaron la tormenta perfecta, que no se conformó con aliviar la preocupante situación de los embalses y pantanos, sino que provocó una avenida extraordinaria del Ebro que engulló a su paso las tierras de cultivo asentadas cerca de sus riberas, entre ellas muchas de las dedicadas a la producción de cebolla dulce.

Por si no hubiera sido suficiente, el clima no fue precisamente un aliado en el verano. Precisamente cuando los agricultores se disponían a cosechar, una fuerte tormenta de granizo descargó sobre los cultivos, mermando de nuevo la producción integrada en esta denominación de origen situada entre la ribera del río Ginel y la del Ebro y que se extiende por los municipios de Fuentes de Ebro, Mediana de Aragón, Osera de Ebro, Pina de Ebro, Quinto y Villafranca de Ebro.

«Ha sido un año muy complicado. Ha habido muchas pérdidas y las abundantes lluvias han perjudicado la sanidad de algunos frutos», señala el presidente de la D. O., Daniel Molina, que reconoce que «esta campaña nos quedaremos con una cosecha no superior a los 2 millones de kilos». Eso sí, Molina reconoce que la producción obtenida «tendrá un sabor espectacular».

No habrá, sin embargo, problemas para abastecer a los mercados ya comprometidos, pero el responsable de la denominación de origen reconoce que «con esta merma en la producción» se han truncado también algunas de las expectativas que habían generado los numerosos contactos comerciales realizados con potenciales clientes internacionales, especialmente en Europa, que podrían haber incrementado las ventas que esta denominación ya realiza en Francia y en Italia.

«Frente a los caprichos del clima nada se puede hacer, pero hay que buscar y aplicar soluciones a los problemas de las riadas», señala Molina, que recuerda que en 2015, la furia del Ebro también pasó factura a este cultivo.

Se esperaba una buena cosecha, especialmente porque los agricultores han apostado por el cultivo de la cebolla dulce bajo el amparo de la Denominación de Origen y en esta campaña las hectáreas ocupadas alcanzaban las 186 -tienen una producción media que se sitúa en una horquilla entre los 40.000 y los 50.000 kilos por hectárea-. «Se había sembrado casi el doble de superficie que otros años», explica Daniel Molina, presidente de la Denominación de Origen Cebolla de Fuentes, que integra a más de una treintena de productores y tres empresas comercializadoras repartidas en seis localidades de la comarca zaragozana Ribera Bajo del Ebro y que lanzaron su primera producción bajo este marchamo de alta calidad en el año 2011.

Pero una avenida extraordinaria del Ebro en marzo -nutrida por las abundantes lluvias y una altas temperaturas que provocaron el deshielo de la numerosa nieve acumulada en el Pirineo- dio al traste con una buena parte de la producción estimada. «Esperábamos superar los 6 millones de kilos y nos hemos quedado con un tercio de esa cifra», lamenta Molina, que recuerda que en esta merma de cosecha -más de cuatro millones de kilos- ha tenido mucho que ver también las abundantes tormentas de verano y, muy especialmente, la granizada que dejó cuantiosos daños a primeros de julio, justo en el momento en que estaba a punto de iniciarse la recolección.

Molina reconoce que los agricultores -sea cual sea su producción- son conscientes de que las adversidades del clima son un imponderable. «Nada puede hacerse frente a ello». Pero lamenta los efectos que la crecida del río han tenido sobre sus cultivos, que ya se vieron seriamente afectados cuando el Ebro se desbordó con furia también en 2015.

«Es una vergüenza», critica el presidente de la D. O., que asegura que «todas las acciones y medidas que se habían prometido se han quedado en caldo de borrajas», y lamenta que «es una pena que de estos problemas que tenemos con el río se habla mucho cuando se produce una avenida y el tema está en el candelero, pero luego todo se olvida».

Molina insiste en la necesidad de realizar «una limpieza y un mantenimiento» en el cauce del Ebro, para evitar, «como sucede y es visible», el estrechamiento del cauce en determinados tramos y la existencia de islotes creados por el cúmulo de áridos en el lecho del río. «Nosotros que estamos en un zona de meandros, cuando hay una avenida se llena el vaso y el agua se va hacia los cultivos y las poblaciones», insiste Molina, que recuerda que «cuándo yo era un crío iba con mi padre al lado del terraplén del río y veíamos pasar riadas de las que en el pueblo ni se enteraban».

Los productores piden soluciones porque mientras estas no llegan, la planificación de cada campaña es prácticamente imposible. «El Ebro se ha convertido en nuestra espada de Damocles», señala Molina, que advierte que «de toda la huerta baja de la ribera no podemos echar cuenta». Porque, según asegura el máximo representante de la D. O., los agricultores ven con impotencia que cultivar se convierte en una decisión de riesgo porque requiere una inversión que se pone en peligro ante la cantidad de depósitos que continúa habiendo en el río. «Este año incluso a agricultores cuyas tierras no tenían un peligro aparente, el río se las llevó igual por delante», señala Molina, para constatar la incertidumbre con la que viven los productores de la zona.

Abastecimiento asegurado

Sin embargo, y a pesar de que los productores de la D. O. Cebolla Fuentes de Ebro tendrán que enfrentarse al mercado con una producción mucho más reducida que la esperada, Molina asegura que no habrá ningún problema de abastecimiento y esta hortaliza de marcado carácter estacional está en los puntos de venta que ya tenía comprometidos desde el pasado mes junio hasta el próximo diciembre. Lo estará además «con un sabor espectacular», señala el presidente de la D. O., que recomienda a los consumidores «buscar e identificar la etiqueta negra con el logotipo de la denominación de origen para asegurarse de que están consumiendo la auténtica Cebolla Fuentes de Ebro y no otras de imitación».

Sin embargo, la merma en la cosecha sí afectará a su expansión, tanto en el territorio nacional, como -y especialmente- en el exterior. «Si no podemos contar con las previsiones que hacemos, lo único que conseguimos es abrir hueco en el mercado para que después lo ocupe otro, probablemente peor. Y además dejamos de generar dinero para la Comunidad», señala el presidente de la denominación, que vuelve a exigir actuaciones eficaces por parte de las administraciones públicas para evitar que el río se lleve sus cosechas. «Esto pasa por no tener planificación y pensar en grande», inisiste.

Y es que desde que en 2014, Cebolla Fuentes de Ebro consiguió la certificación europea necesaria para exportar a los países de la Unión, la denominación había conseguido abrirse paso en los mercados más próximos, entre ellos Francia e Italia. Con una previsión de más de seis millones de kilos para esta campaña, los productores querían este año «reforzar nuestra presencia en estos dos países y atacar Alemania, que es un mercado muy potente», explica Molina. Pero no podrá ser, reconoce el también propietario de Jumosol, una de las compañías productoras y comercializadoras de cebolla dulce integrada en la denominación.

Las conversaciones que habían iniciado han quedado paradas y la exportación se ha frenado, porque «no es serio comprometerse con un mercado y quizás no poder cumplir los compromisos», señala. De todas maneras, Molina asegura que «no hemos quemado las naves ni se han roto puentes» con los potenciales clientes europeos, porque además, detalla, «ellos también entienden que frente a las catástrofes naturales, como también están sufriendo en Europa, no se puede hacer nada». Por eso y pese a las dificultades, la expansión internacional continua en la agenda de esta denominación. De hecho, dice Molina, «ya estamos trabajando para poder salir con fuerza al exterior con la campaña de 2019».

Porque lo que el río o el granizo no se ha podido llevar es el ánimo y la disposición de los agricultores que han apostado por este cultivo y por su calidad, avalada por una D. O. que lograron en 2011 después un largo y complicado proceso que había comenzado quince años antes cuando un grupo de agricultores de la zona planteó al Gobierno de Aragón su intención de conseguir el más alto marchamo de calidad diferenciada a sus hortalizas.

«No hay desánimo. Los agricultores somos como el carbón, se necesita mucho fuego para que prendamos», comenta su presidente. Reconoce, no obstante, que en 2015 cuando el Ebro también arrasó la cosecha, los productores estuvieron a punto de estallar. «Pero salió el decreto de ayudas más meteórico de la historia y los ánimos se enfriaron», puntualiza.

Todo el año en el mercado

Incrementar la producción y abrir nuevos mercados son los principales retos de esta joven denominación aragonesa. Pero no son los únicos. Quiere además que este producto, reconocido por su intenso color blanco, su sabor suave, su escaso picor y su textura tierna, esté presente en el mercado «los doces meses del año». Y eso requiere investigación, porque a las muchas bondades de las que puede presumir este producto tiene que sumar dos inconvenientes: su temporalidad -solo puede adquirirse desde finales de junio hasta, como mucho, el fin de noviembre- y las dificultades de su conservación, proceso en el que se producen numerosas mermas.

En ello trabajan desde 2016, año en el que la D. O. puso en marcha un innovador proyecto de cooperación, en el que participan las empresas Jumosol Fruits, La Corona, Agrofuentes y Podebro, el Centro de Tecnología Agroalimentaria de Aragón (CITA), el Centro de Transferencia Agroalimentaria (CTA) y la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Zaragoza.

«Este es el último año que contamos con financiación pública, pero continuaremos porque estamos consiguiendo resultados satisfactorios», señala Molina. Y detalla que ya se ha conseguido «ganar un mes por delante», con lo que han podido poner en el mercado cebolla de Fuentes con D. O. en el mes de junio.

Pero todavía queda camino por recorrer. «Tenemos que seguir trabajando con las variedades y su homologación. Otras las hemos desechado porque somos muy celosos y no queremos que nada adultere la esencia y la calidad de la denominación», detalla.

La presencia de este producto en el mercado durante todo el año no solo conseguiría una mayor fidelidad del cliente, sino que propiciaría un crecimiento, tanto de producción, como superficie y con ello del número de agricultores integrados en la marca.

Más información en el Suplemento Heraldo del Campo

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