Heraldo del Campo

Fertilización con purines

El Ministerio ha destinado su Plan Renove a las máquinas de fertilización con purines de cerdo, para hacer que se apliquen sobre el suelo en lugar de ser lanzados al aire. Así, se evita contaminar la atmósfera.

Los nuevos sistemas acercan los purines al suelo abonado.
Los nuevos sistemas acercan los purines al suelo abonado.
Plumed SL

Hasta cinco millones de euros ha destinado el Ministerio de Agricultura, Pesca, Alimentación y Medio Ambiente (Mapama) para la renovación de cisternas de purines destinados al abono de los campos. Se trata de una nueva edición, la correspondiente a 2018, del Plan Renove de Maquinaria Agrícola. El objetivo de esta iniciativa es la adaptación a la normativa de la Política Agrícola Común, que establece la prohibición de la aplicación de purines con sistemas de platos, abanico o cañones, que distribuyen por aspersión esta materia.

Por tanto, estos sistemas deberán ser sustituidos por otros de rejas, mangueras o tubos flexibles, tubos rígidos o discos, que permiten localizar o enterrar el purín en el suelo. Con ello se pretende reducir las emisiones de amoniaco (NH3) a la atmósfera derivadas de la aplicación de purines y estiércoles en la agricultura. Estas ayudas permitirán subvencionar tanto la sustitución de cisternas antiguas por nuevas como el cambio de los dispositivos de plato, abanico o cañón por otros localizadores del purín.

La cuantía de la ayuda será como máximo de 20.000 euros, pero no podrá ser superior al 30% del importe total de la nueva inversión realizada. El plazo para la presentación de las solicitudes, que se deben realizar de manera telemática, concluye el 15 de septiembre.

Del mismo modo, desde el Departamento de Desarrollo Rural del Gobierno de Aragón se trabaja en regular este asunto. «El Departamento tiene previsto llevar a cabo acciones encaminadas a minimizar las emisiones de gases asociadas a la gestión de los purines en el marco del proyecto Agroclima. Promovido desde el mismo inicio de la legislatura, esta iniciativa persigue la mitigación y la adaptación al cambio climático en la agricultura y la ganadería a través de la implicación de todos los agentes que intervienen este sector agroalimentario», aseguran fuentes del mismo. Aunque la prohibición entró en vigor en esta campaña, cada comunidad puede establecer sus plazos.

En Aragón, se ha concedido hasta el 30 de junio de 2020 para llevar a cabo esta renovación de maquinaria. Una renovación que no tiene por qué ser de la totalidad de los equipos, sino que bastaría con sustituir el sistema de lanzamiento del purín al terreno. La inversión a realizar puede variar desde los 1.200 euros de los equipos más básicos, hasta los más de 20.000 euros de las máquinas equipadas con la tecnología más puntera.

Aragón cuenta, según la última Encuesta Ganadera del Ministerio, con 7,76 millones de cabezas de ganado porcino, siendo la comunidad líder del conjunto del país. Cataluña, que tradicionalmente ha encabezado este ranking, se queda en segundo lugar, con diez mil animales menos (7,75 millones). Entre ambas comunidades superan el 50% de la cabaña porcina del conjunto del país. El crecimiento exponencial del sector del ganado porcino propiciado por la implantación en territorio aragonés de grandes grupos empresariales ha supuesto desarrollo de zonas rurales, su vertebración, la retención de población, además de una destacada contribución al desarrollo económico de la comunidad. Supone el 4% del PIB y genera 11.000 empleos, un número superior, por ejemplo, a la plantilla de la factoría de Opel.

Pero también conlleva algunos problemas que el sector ha trabajado por solucionar o, al menos, aliviar. Uno de ellos es la gestión de los purines que producen los propios animales. Cada animal genera, aproximadamente, entre cuatro y siete litros de purín, lo que supone algo más de dos metros cúbicos al año. Cómo almacenarlos, qué hacer con ellos… Han sido algunas cuestiones que han generado ciertas dificultades y en las que se sigue trabajando. De hecho, desde el Gobierno de Aragón se trabaja en el impulso del uso del purín como fertilizante, entre otras cosas, debido a su alta proporción de nitrógeno, fósforo y potasio, entre otros nutrientes. Además, se consigue revalorizar un subproducto que de otro modo no sería más que un residuo y se reduce la contaminación atmosférica.

Según estimaciones del Gobierno de Aragón, se estima que por cada metro cúbico de purín gestionado la emisión de dióxido de carbono a la atmósfera se reduce en 16,6 kilogramos. Desde la Asociación Nacional de Maquinaria Agropecuaria, Forestal y de Espacios Verdes, Ansemat, califican este nuevo Plan Renove como una iniciativa «interesante y necesaria». «Es una cuestión que había que abordar, sobre todo en comunidades como Aragón o Cataluña, que lideran la producción de ganado porcino», asegura el presidente de Ansemat, el ejeano Alfonso Tajada. No obstante, Tajada pide a las administraciones «que concedan el tiempo suficiente para que los agricultores y los fabricantes se puedan adaptar a estos nuevos cambios». Asimismo, considera que la partida de cinco millones de euros, que es la habitual para cada Plan Renove es «escasísima, se mire por donde se mire».

Asimismo, el máximo responsable de la Asociación, que aglutina a unos 200 fabricantes de maquinaria agrícola, incide en la importancia de no dilatar los procesos, e insta al Ministerio de Industria a «facilitar lo más posible el proceso de homologaciones», un trámite que puede suponer 2.000 ó 3.000 euros en caso de una homologación nacional, pero que supera los 8.000 euros en caso de una homologación a nivel europeo. En cuanto a la acogida del sector agrario a este nuevo Plan Renove, desde Ansemat aseguran que «hay muchas solicitudes del sector», pero los fabricantes «se muestran algo indecisos a la hora de fabricar porque falta clarificar si la subvención cubre la cuba y el aplicador o solo el aplicador», indica Tajada.

Por su parte, los fabricantes de este tipo de maquinaria han acogido «positivamente» este nuevo Plan Renove que, según su percepción «ha sido muy bien recibida por los agricultores». «Algunos nos reconocen que ojalá esta imposición hubiera llegado hace diez años ya que una vez que lo utilizan reconocen que es una gran mejora», afirma Juan López Plumed, gerente de Plumed SL, empresa ubicada en la localidad turolense de Monreal del Campo dedicada a la fabricación de aperos y repuestos. Juan López explica que el actual sistema empleado para el abono de la tierra con purines consiste en una boquilla con un espejo que lanza el purín al aire.

Esto genera dos principales problemas. En primer lugar, causa malos olores, lo que supone un impacto ambiental negativo. «Aunque el agricultor esté alejado, es fácil detectar por el olor que está abonando con purines, sobre todo en días de mucho viento», asegura. Con los nuevos sistemas de aplicación, este problema queda absolutamente paliado. «Podríamos aplicar purín en días de viento huracanado», asevera Juan López. Por otro lado, el lanzamiento de los purines al aire provoca una pérdida de nitrógeno, uno de los principales nutrientes del purín, que puede llegar hasta un 40%, cuantifica López. «Con el nuevo sistema de aplicación, esta pérdida es de alrededor de un 3% o, como mucho, de un 5%, con lo cual, el abonado es mucho más eficiente», explica el gerente de Plumed SL que reconoce que «pese a ser una mejora evidente, no se había incentivado su uso.

Ahora con la normativa y la subvención se impulsará el uso de sistemas más eficientes que, además, contribuirán a revalorizar un subproducto que tiene un gran valor». Si bien el precio de una cisterna completa puede rondar los 50.000 o 60.000 euros, en Plumed SL indican que no es necesario cambiar toda la herramienta. «Con un aplicador universal, que ronda los 10.000 euros y que sirve para cualquier cuba del mercado, es suficiente», explican.

Aunque reconocen que «al menos el 15% de los productores ya solo quieren herramientas con las tecnologías más avanzadas como GPS o controles precisos de la cantidad de purín a utilizar». Desde Plumed detallan que los aplicadores se dividen principalmente en dos tipos, los que inyectan directamente el purín en la tierra (inyectores) y los que lo dejan muy cerca del suelo para evitar pérdidas debidas al viento y al lanzar el purín a la atmósfera (aplicadores). Los primeros consisten en algún tipo de apero de suelo que va conectado a la parte trasera de la cuba y en cada brazo o apero de proximidad lleva un tubo que hace que deje el purín bajo el suelo o al menos lo tape inmediatamente.

Aparentemente, pueden ser la mejor solución, sin embargo, tiene algunos problemas derivados de la pequeña anchura de trabajo lo que implica un trabajo mucho menos eficiente. Además, la falta de sistemas de control de esfuerzo, puede provocar daños en el aparato al no elevarse automáticamente ante un obstáculo. La otra opción es el empleo de localizadores. «Estos aparatos localizan el purín lo más cerca del suelo posible, sin enterrarlo y distribuirlo de manera homogénea. Se trata de un sistema muy sencillo técnicamente, con alta resistencia a impactos y a la temperatura exterior y con menor mantenimiento», explican.

Más información en el Suplemento Heraldo del Campo

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