Heraldo del Campo

Jesús Abad: "Me gustaría dejar creada una denominación de origen porque se dan todos los ingredientes"

El presidente de la recién creada Asociación para la Promoción de la Cereza de la Comunidad de Calatayud y la Comarca del Aranda defiende que el futuro está en la calidad.

Jesús Abad, en el II Encuentro Profesional de la Cereza de la Comarca de Calatayud.
Jesús Abad, en el II Encuentro Profesional de la Cereza de la Comarca de Calatayud.
Macipe

Nacido en Zaragoza en noviembre de 1975 llegó a la Comunidad de Calatayud vivía en Madrid cuando decidió trasladarse hasta la comarca zaragozana de Comunidad de Calatayud en busca de un cambio de aire. En la capital española se había licenciado en Derecho y había cursado un máster en Marketing. Tiene además formación en la cátedra de Negociación de Harvard. Desde agosto de 2014, Abad es gerente de la cooperativa Niño Jesús de Aniñón, que produce, a más de 700 metros de altitud, cerezas, melocotones, peras, ciruelas, almendras, aceite de oliva virgen extra y vino, acogido a la Denominación de Origen Calatayud. Un cargo al que ahora añade la presidencia de la asociación encargada de la promoción de la cereza de Calatayud y el Aranda.

¿Cómo asume el cargo de responsable de esta entidad?

Con una sensación de responsabilidad y de ilusión acorde al cargo y al proyecto. La Asociación es el resultado de un grupo de trabajo y un proyecto de cooperación que se formó hace más de tres años, que ya representa a 30 socios y 8 millones de kilos, abarcando desde la producción primaria hasta la comercialización y transformación de la cereza. Nos sentimos con responsabilidad y con la mente puesta en trazar un plan.

¿Con qué objetivo nace esta asociación?

Queremos poner en valor un elemento diferencial por factores como la altura, la climatología o la calidad de los suelos. Teníamos el convencimiento de que la cereza, por estas características, contaba con una calidad superior. Así nos organizamos, en colaboración con el ADRI Calatayud-Aranda y el CITA y con financiación de fondos Feder y del Gobierno de Aragón, para ver si se podía constatar con estudios científicos.

¿Cómo han sido esos estudios?

Se han recogido muestras de diferentes variedades de cereza en las últimas cuatro campañas tanto de varios puntos de las dos comarcas como de diferentes puntos de España y se han sometido a un estudio. Los resultados químicos y organolépticos de todas las variedades tienen unos valores más altos en lo que se consideran los estándares de calidad de la cereza: color, índice de maduración, acidez, grados Brix, dureza…

"Nosotros defendemos el territorio y la cereza es la punta de lanza"
¿Y qué implica?

Todo el mundo está muy orgulloso de lo que se produce en su territorio, pero no sirve de mucho si no tienes datos objetivos y pruebas empíricas que lo avalen, argumentos que justifiquen en el mercado que tu producto es de mayor calidad. En el ámbito local y en el nacional. El futuro de la agroalimentación es centrarse en la calidad porque como lo hagamos en la cantidad tenemos muy poco recorrido.

Ha sido un proceso largo.

Si, son ya tres años y medio de trabajo constante y callado y de mucha colaboración. Además de los estudios, para asegurarnos de que se daban esas características químicas y organoléptica, con los primeros resultados se creó un grupo de cooperación donde se siguieron haciendo análisis, investigaciones y jornadas divulgativas, con productores y también en la Feria de Muestras de Calatayud, por ejemplo. Pasadas las tres primeras campañas, vimos que esto empezaba a cobrar cuerpo, que recibíamos bastante apoyo…

A partir de ahora, ¿qué queda por delante?

Queda un proceso intenso de reflexionar y de dialogar. De los 20 millones de kilos que se salen de las dos comarcas no todos se producen, se confeccionan o se les aplican los mismos criterios de selección. Tenemos que ser muy rigurosos y hacer sacrificios para aplicar unos criterios que aglutinen al mayor número de productores sin perjudicar el mensaje de uniformidad y homogeneidad, porque no toda la producción la podremos distinguir con el mismo sello.

Además de conseguir la marca de calidad en 2019, el siguiente objetivo es lograr una Indicación Geográfica Protegida (IGP) o una Denominación de Origen (DO).

Si estamos aquí es para lograr una Indicación Geográfica Protegida e incluso ir más allá, porque tenemos datos y kilos que lo justificarían con un valor de venta muy significativo. Ya estamos trabajando por la IGP y hoy día nuestra ambición va más allá. A mí me gustaría dejar constituida una Denominación de Origen porque se dan todos los ingredientes, agronómicos, políticos, económicos y sociales. Estamos hablando que entre las dos comarcas hay un valor de venta estimado que podría estar por encima de los 30 millones de euros.

¿Qué papel ocupa la promoción?

Es primordial. Si no lo hacemos nosotros, nadie va a venir a hacerlo. Si oficialmente está demostrado que nuestra fruta es muy buena, que de ella dependen unos 200.000 jornales, con el valor de venta que tiene, con una proyección internacional y que nos estamos agrupando, ahora es nuestro momento. Nuestra misión es salir fuera y decirlo. Porque tenemos dos trabajos: organizarnos internamente, estableciendo protocolos y pautas y, por otra parte, abrir los canales de comunicación para llegar a operadores, comercializadores y al cliente final de España y de fuera. Esto supone mucho trabajo, dinero y tiempo, pero lo tenemos que hacer.

"La campaña está siendo difícil y no se vende al precio que se debería"
Para eso es fundamental precisamente la asociación.

Nosotros defendemos el territorio y la cereza es la punta de lanza. Nosotros estamos poniendo en el mapa y hablando de territorio, porque hay otros muchos productos que van después de la cereza y que tienen que tenerse en cuenta.

¿Cómo va la campaña este año?

La campaña está siendo muy complicada y difícil, porque no se está vendiendo la cereza al precio que se debería vender. Se están exigiendo unos calibres y calidades que están dejando fuera muchísimos kilos, que siguen siendo de muy buena calidad. Empezó con una climatología muy adversa y a raíz de decir que está muy mal, lo hemos convertido en realidad. Estamos intentando promocionar también el consumo de calibres más normalizados, porque ahora el calibre 26 se considera pequeño cuando hace 10 años era el 22.

Más información en el Suplemento Heraldo del Campo

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