Heraldo del Campo

Zanjas que esconden secretos del vino

La D. O. Calatayud toma muestras de los suelos en los que se asientan sus viñedos para el Congreso Mundial del Terroir que se celebrará en junio en Zaragoza.

Unos técnicos toman muestran del suelo en una de las calicatas.
Unos técnicos toman muestran del suelo en una de las calicatas.

Desde 1996 la comunidad científica mundial se reúne para intercambiar información sobre las últimas novedades en la investigación del concepto terroir. Una cita que bajo el nombre de Congreso Internacional sobre el Terroir, se ha celebrado en Francia, Italia, España, Sudáfrica, Suiza, Hungría y Estados Unidos. Y ahora viaja a Zaragoza. Entre el 18 al 22 de junio de 2018, la capital aragonesa será la sede de la XII edición con esta cita que, impulsada por el Gobierno de Aragón con el apoyo científico de la Universidad Politécnica de Madrid, la tutela de la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV) y la contribución de numerosos colaboradores, reunirá a cerca de 300 expertos y científicos de 25 países relacionados con el mundo del vino. Abordarán el origen y la historia del terroir, sus componentes, su valorización y la percepción que de ellos tiene el consumidor.

La Denominación de Origen Calatayud quiere jugar papel protagonista en este encuentro. Y para ello ha comenzado a recabar información con la que demostrar en esta cita el valor diferencial de sus vinos a partir de las cualidades únicas de su terruño.

Así, para la prospección de diferentes suelos de parcelas de viñedo, la denominación ha entrado en el interior de sus tierras. Ha abierto unas zanjas de 2,5 metros de profundidad, (calicatas) en las que técnicos de la Universidad Politécnica de Madrid, en colaboración con el Laboratorio Agrario de la Escuela de Cogullada, han tomado muestras de tierras a distintas profundidades para clasificar los suelos tanto física como granulométricamente.

«Se han tomado muestras en cuatro tipos de suelo diferentes: tierras rojas arcillosas, calizas, arcilla pedregosa y pizarra», explican desde esta denominación, situada a los pies del Moncayo. Un trabajo, detalla el secretario del consejo regulador, Javier Lázaro, con el que «se busca identificar el perfil del suelo con sus distintos estratos y horizontes». Después, matiza Lázaro, «se realizará una clasificación para su posterior estudio y análisis comparativo y su influencia en los vinos».

Porque el objetivo no es conocer la tierra de la que se nutre el viñedo de Calatayud (que también), sino sobre todo cómo esta influye y determina las cualidades de los caldos de esta denominación. Los resultados de esta investigación serán los que se presenten en el Congreso Mundial del Terroir 2018, en el que también se mostrarán los trabajos realizados en el resto de denominaciones de origen.

Prestigio

«Un mejor conocimiento de los suelos y sus características es un paso importante para obtener vinos diferentes que expresen verdaderamente el terruño», señala el secretario general, quien explica además que esta investigación servirá además «para prestigiar técnicamente nuestra denominación de origen en unos tiempos en los que los mercados y los consumidores buscan aspectos singulares en las características de los vinos».

El término terroir procede de una palabra francesa de difícil traducción que, como insisten los expertos, no puede ni debe confundirse con el concepto tierra. Es mucho más complejo. El terroir es la combinación de factores naturales inmutables -como la capa superior del suelo, el subsuelo, el clima (sol, lluvia, viento, etc), la pendiente de la colina, y la altitud- que un viñedo en particular tiene. Y eso hace que no haya dos viñedos en todo el mundo con la misma combinación de estos factores, por lo que esas cualidades, unidas a la impronta de la mano del hombre terminan dando un vino único. Una diferenciación cada vez más demandada por los mercados.

Y precisamente son las singularidades del territorio y las peculiaridades de algunas de sus variedades, como la garnacha, las que han hecho que la Organización Mundial de la Vid y el Vino haya elegido a Aragón para la organización de este congreso, frente a otras regiones españolas y otros países, como Portugal, Serbia o Nueva Zelanda, que también habían mostrado interés.

Tipos de suelos

Gravas. Compuesto por guijarros y cantos rodados, procedentes de aluviones, con buen drenaje. La vid vegeta muy bien proporcionando vinos complejos, intensos, estructurados y carnosos. Pizarras rojas. Proceden de arcillas compactadas a grandes presiones. Tienen baja fertilidad sin apenas retener el agua de lluvia. Los vinos resultantes son sutiles, finos y elegantes. Pizarras grises. Retienen el calor del día y lo desprenden por la noche. Su escasa profundidad les hace fáciles de trabajar con tempero pero muy laboriosos cuando pierden la humedad. Producen vinos de alta graduación alcohólica y muy estructurados. Margas. Compuestos por calizas y arcillas son ideales para la viticultura con poca resistencia a la penetración de las raíces. Reflejan la luz solar y almacenan su calor para el periodo nocturno. Producen vinos con cuerpo, cálidos, potentes y aromáticos. Arcillo-ferruginosos. Compuestos por arcillas y con altos contenidos en hierro y cantos poco rodados, sus vinos tienen graduación alcohólica alta y mucho color.Más información en el Suplemento Heraldo del Campo

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