Un toro agitador, dos heridos y tres orejas de las baratas

El presidente Palomo estuvo triunfalista y con criterio desigual a la hora de devolver los toros a corrales. La Misericordia no estuvo al margen de lo acontecido en el Parlamento catalán.

Valadez, frente al primer toro de la tarde.
Valadez, frente al primer toro de la tarde.
Aránzazu Navarro

Al hilo de lo que simultáneamente estaba ocurriendo en el Parlamento catalán, con Carles Puigdemont y su anuncio de independencia, el primer toro que saltó al albero en la tarde de ayer llevó el nombre de Agitador. Y con permiso de un castaño bragado que el presidente Palomo devolvió prematuramente a los corrales por inválido, fue lo más sobresaliente de la corrida presentada por Ricardo Gallardo. Tanto en condición como en presentación, pues el fuenteymbro cautivó ya de salida por bajito, armónico y guapo. Un zapato para otro zapato. El de oro de 2016.

El mexicano Leo Valadez se doctoró frente a un animal que, sin ir sobrado de fuerza, ofreció opciones de triunfo importante. De salir aupado a hombros por la puerta grande y con un buen puñado de contratos firmados en su país. Allá donde la temporada continuará cuando la Feria del Pilar cierre el telón este próximo domingo. Allá donde el reglamento prohíbe festejos como el de ayer, con dos toreros extranjeros y uno de la tierra. Allá donde su padrino, el Joselito azteca, es máxima figura.

En Zaragoza, el hermano mayor de la saga de los Adame no tuvo suerte con el lote que le tocó en suerte. Su primero se lastimó y después topó con un ejemplar bobalicón que no se tragó ni el arrimón. La estocada le valió una vuelta al ruedo barata. Como baratas fueron las tres orejas concedidas por el usía.

La primera de ellas llegó tras el susto protagonizado por José María Amores. Con el codo fracturado, el banderillero puso un fantástico par de rehiletes que convirtió en aplausos el continuo runrún sobre el futuro inmediato de Cataluña. Una tarde de teléfonos móviles y de aficionados cansados. Del asunto y de que este trepe por los tendidos. Patriotismo no es berrear a cualquier hora ni entonar Manolo Escobar al tiempo de entrar a matar. Hay que respetar más al de abajo. En este caso, a un José Garrido que aburre -y se aburre- frente a animales como al que arrancó su primer trofeo.

El diestro extremeño necesita medirse a la emoción que no refleja su expresión. Y de ahí su mejora con el quinto de la tarde, un exigente sobrero de Lagunajada frente al que estuvo firme incluso después de ser herido. Cobró una oreja justita pero merecida por el valor exhibido. Nadie la protestó, y Palomo entendió que correspondía acabar el espectáculo desde el triunfalismo.

Leo Valadez –también había sido cogido sin aparentes consecuencias– paseó un último trofeo entre, esta vez sí, algunas tímidas protestas del respetable misericordioso. El joven de Aguascalientes recordará la corrida de ayer como la de su salto al escalafón mayor. El público, como la del regreso de Palomo y discutible rigor al palco. Orejas sin suficientes pañuelos y un toro retirado que, por lo que había descubierto en el toreo de capa, pudo ser de lío importante.

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