Tiempo de terapia

Popovic y la plantilla dialogaron ayer sin cortapisas para exponer, desde todos los prismas, los problemas que sufre el equipo.

Popovic, ayer al mediodía junto a Willian José, con el que hizo un aparte durante el entrenamiento.
Tiempo de terapia
Elena Muñoz

La semana ha comenzado cuesta arriba en el vestuario zaragocista. Nadie puede escabullirse del bajonazo tremendo que vienen sufriendo las prestaciones del equipo en las últimas seis semanas. Todos los futbolistas y el cuadro técnico se saben mirados con lupa, señalados como principales actores de la devaluación del equipo desde mitad de febrero. Y, por ende, como los únicos que tienen la posibilidad de devolver al Real Zaragoza al carril del triunfo y el buen juego. Todo, lo bueno y lo malo, está en sus manos de aquí al 7 de junio.


La plantilla no está resquebrajada. Al contrario, el ambiente es bueno y no se pierden ni la sonrisa ni el buen rollo en la mayoría de los componentes del plantel, como se pudo apreciar ayer en el primer encuentro en la Ciudad Deportiva tras una nueva decepción, la vivida el domingo en La Romareda ante el Alcorcón. El grupo, reducido en número desde agosto por mandato sancionador de la Liga de Fútbol Profesional y disminuido paulatinamente en este tiempo de crisis por lesiones y sanciones diversas, no le pierde la cara al reto de pelear por el ascenso a Primera División pese a tanta adversidad.


Pero sí que cunde un sensible grado de preocupación por lo que sucede últimamente. La que genera el dato objetivo de que el Real Zaragoza solo ha podido ganar uno de los últimos siete partidos, disputados todos ante rivales de la zona media-baja de la clasificación.


El vestuario es consciente de que ante Sabadell, Alavés, Llagostera, Mallorca, Lugo y Alcorcón ha dejado de sumar 14 puntos que, de haber sujetado en su mayor parte, tendrían ahora al cuadro aragonés con medio billete para la promoción de ascenso en el bolsillo. Y, probablemente, con los niveles de ilusión entre la afición en las más altas cotas dado que, automáticamente, el Zaragoza se habría incorporado con fuerza al grupo de los cinco galgos que llevan escapados más de media liga: Betis, Sporting, Las Palmas, Girona y Valladolid.


Ningún protagonista escabulle el bulto, lo cual es un avance en momentos de tantas dudas. Reconocer y admitir los errores y las carencias es el primer paso, irrenunciable, para hallar soluciones.


Por todo esto, futbolistas y técnicos retomaron ayer sus charlas grupales, sus momentos colectivos de diván, sus intercambios de pareceres cara a cara, sin callar nada y hablando con claridad. Un método con el que Ranko Popovic pretende encontrar cuanto antes la fórmula que ayude a reconducir la tendencia negativa que se ha posado en el tejadillo de la caseta zaragocista con muy mala pinta.


El preparador serbio censuró uno a uno, delante de todos los demás, los yerros y actitudes inadecuadas en el choque ante el Alcorcón. Los futbolistas también expusieron sus posturas, sus puntos de vista sobre lo que se está haciendo y lo que se debe y puede mejorar a partir del próximo duelo en Tenerife. Dentro del vestuario y, después, sobre el césped en el clásico corro alrededor del técnico, se propuso soltar todo lo que está en las mentes de los protagonistas. Que nada quede larvado, que todos sepan los criterios del prójimo, como única medicina posible para retomar el buen camino.


El equipo sabe que vienen curvas con el calendario de las últimas 11 jornadas. Que todo lo que se ha perdido ante los modestos rivales de esta fase de crisis habrá que recuperarlo ante los cinco de cabeza y varios de los rivales directos por la 6ª plaza: Ponferradina, Leganés, Numancia y Mirandés. Ayer, tras una buena dosis de terapia común, se selló un conjuro para salir del atolladero en Canarias.