A las puertas del colegio

Uno de cada cuatro adolescentes aragoneses fuma habitualmente cannabis, una droga que genera una rápida adicción pero que tiene una falsa imagen de inocua. Los profesores advierten de que el instituto se ha convertido en lugar de consumo y venta.

A las puertas del colegio
A las puertas del colegio
Isidro Gil

Elisabeth tiene 17 años y fuma cannabis desde los 14. Lo hace sin esconderse, a las puertas de su instituto de Zaragoza y a las ocho y media de la mañana. "Ya estoy acostumbrada, no me afecta como a otros ni pierdo la concentración. Bueno, algún examen he suspendido pero no creo que hubiera aprobado si no hubiera fumado", bromea. En ese instituto de Zaragoza no es la única que consume cannabis a diario, solo en su clase hay otros cuatro menores que comparten con ella la costumbre de encenderse un porro antes de entrar a clase. Son 18 alumnos en su grado medio, y en total fuman cinco, lo que cuadra las estadísticas que arroja la Encuesta Estatal sobre Uso de Drogas en Enseñanzas Secundarias (Estudes) correspondiente a 2013 y que señala que el 20% de los menores aragoneses ha fumado cannabis en el último mes;el 30% de los chavales de 15 años lo ha fumado alguna vez en su vida, y el 53,9% cuando llegan a los 17 años. La cifra supera el 60% al alcanzar la mayoría de edad. "Se ha creado entre los adolescentes la leyenda de que el cannabis no es como otras drogas, que incluso es beneficioso", considera Juan Antonio Planas, presidente de la Asociación Aragonesa de Psicopedagogía y profesor en el IES Tiempos Modernos. "El abuso es evidente, y va a más. Al igual que sucede con el tabaco o el alcohol, los adolescentes se inician antes y toman mayor cantidad que hace unos años. En el caso del cannabis, los profesores notamos claramente qué alumnos están bajo sus efectos o bien son fumadores habituales, porque sus consecuencias son muy rápidas. En cuestión de un par de meses el chaval está irascible, tiene muy poca tolerancia a la frustración, no consigue mantener la atención en clase ni concentrarse para estudiar. Existe una gran correlación entre el fracaso escolar y el abuso de sustancias en la adolescencia".


Gran ignorancia


¿Qué es lo lleva a un joven de apenas 14 años a interesarse por sustancias como el cannabis? Educadores, psicólogos y médicos coinciden en la banalización de la sociedad en general con respecto a los riesgos que supone el cannabis. "En esta droga en concreto existe una enorme indefinición, y la culpa la tiene ese término que se utiliza desde hace tantos años y que divide las drogas en ‘duras’ o ‘blandas’", considera el psicólogo Miguel Ángel Ramos, que desde la Asociación de Estudios Psicológicos y Sociales realiza talleres en institutos y centros cívicos aragoneses para la prevención de drogas. "Y muchos jóvenes creen que ‘blanda’ significa que es menos peligrosa, por lo tanto hay mayor permisividad en su consumo. Además, el cannabis se utiliza para paliar algunos problemas de los tratamientos oncológicos y esa imagen benévola lo ha situado a otro nivel diferente a la cocaína, por ejemplo. Supone una desinformación total, porque el principio activo del cannabis, el THC, causa unos daños irreversibles. Y mientras el cannabis está en ese limbo, abunda en los institutos".


Fumar cannabis supone un triple peligro, según los médicos:en los pulmones, en el corazón y en el cerebro. Y si se combina marihuana o hachís con tabaco, los efectos resultan aún más negativos. Primero, el humo llega a los pulmones, que se ven afectados por la combinación de sustancias tóxicas;en apenas unos segundos, el THC del cannabis pasa a la sangre y llega al corazón, lo que provoca taquicardias. De hecho, los fumadores de cannabis tienen tres veces más riesgo de sufrir un ataque cardíaco. Finalmente, la droga llega al cerebro, y provoca esa falta de atención, pérdida de memoria, somnolencia... "Y están saliendo otras muchas drogas nuevas, que nadan en esa ‘indefinición’. Antes había más campañas que advertían de los riesgos, ahora se limitan a decir que si te drogas no cojas el coche, como si dieran por sentado que jóvenes y adultos se van a drogar".


Sorprende, sobre todo, que los adolescentes aragoneses lideren el ranquin de consumo de cannabis, al igual que el del alcohol. Pero Ana Ferrer, jefa de la Unidad de Toxicología del Hospital Clínico de Zaragoza, considera que "no hay una explicación particular, quizá depende de en qué mes se hace la encuesta, de las circunstancias... Preocupa más el hecho de que ese inicio tan temprano continúe en el tiempo, porque los efectos son peores cuanto mayor es el periodo de consumo". Ana Ferrer advierte además de que opiáceos como el cannabis resultan muy adictivos, a diferencia del alcohol, cuya adicción es más lenta.


"En los últimos cinco años hemos percibido un aumento progresivo de personas que han tomado cannabis, aunque es muy diferente quién llega a Urgencias y quién lo fuma en su casa. Aquí solo llegan los casos más extremos", señala.


Vender para consumir


Está prohibido en los centros escolares aragoneses fumar en el patio, pero los estudiantes de Bachillerato y de Formación Profesional pueden salir del centro a fumar si así quieren. Es allí donde Elisabeth vende a sus compañeros bolsas de marihuana, su manera de conseguir dinero suficiente para sostener su propio consumo, que llega a los 20 porros al día. "Eso son unos 25 o 30 euros, yo no tengo dinero suficiente para comprar tanto cannabis". Otros compañeros fuman menos que ella. Cinco porros, diez... "Aún así, necesitarías unos 50 ó 70 euros a la semana, al final vendes algo de lo que has comprado a compañeros que fuman menos". La Guardia Civil y la Policía Nacional realizan controles periódicos en los centros educativos. Según el informe anual del Ministerio del Interior de lucha contra el narcotráfico, en 2013 hubo más de 200 decomisos en los centros educativos aragoneses, en los que la Policía interceptó sobre todo marihuana y hachís. Hubo un total de 191 denuncias de consumo y tráfico de drogas en el ámbito escolar de Aragón, que se saldaron con la detención de 8 personas y el desmantelamiento de tres puntos de distribución.


Ese fuerte incremento del consumo de cannabis entre adolescentes ya se refleja en los datos de Salud Pública de tratamiento por abuso de sustancias: de los 337 aragoneses que fueron atendidos en 2013 por consumo de cannabis, 177 eran menores de edad. En el Centro Municipal de Atención y Prevención de las Adicciones de Zaragoza el cannabis ya es la tercera droga más común (tras el alcohol y el tabaco) y en 2013 uno de cada tres pacientes acudió por su adicción al hachís o a la marihuana. "Hemos notado además un incremento en la solicitud de información: de las 166 peticiones recibidas en 2013, 91 estaban relacionadas por el cannabis, lo que indica que existe preocupación en el seno familiar", destaca Alberto Beltrán desde el centro. "Ese riesgo lo ven los padres, pero cuando llega un menor para iniciar un tratamiento nos sorprende que no tienen percepción del peligro que supone esta droga, están convencidos de que es más peligroso el tabaco, por ejemplo". Alberto Beltrán intuye que en el futuro se verán casos más graves respecto a la adicción al cannabis. "El principio activo, el THC, es ahora más potente que antes, por la manera de cultivar o bien porque se está empezando a consumir cannabis sintético", señala. Esta última variedad ha conseguido burlar la ley y se encuentra en un limbo jurídico: se puede encontrar en algunos establecimientos con distintos nombres y su propio creador, el químico estadounidense John W. Huffman, que la diseñó con fines medicinales, asegura que tomarla es "increíblemente peligroso". Sus efectos son similares a los del cannabis, pero añade más efectos secundarios.


Según datos del conjunto de España, el cannabis ya es la droga ilegal más consumida entre menores, se calcula que el 26,6% de los adolescentes la ha fumado en el último año y según el Plan Nacional sobre Drogas (PND) hay 83.000 menores que presentan un consumo problemático. "Creo que es porque resulta muy fácil de conseguir, solo tienes que tener un par de plantas en casa o conocer a alguien que las tenga", resume Elisabeth. Y su opinión es la misma que la de Francisco Babín, delegado del Gobierno para el PND, que al presentar la última encuesta el pasado verano indicaba ante los medios las razones por las que España lidera los ránquines mundiales de consumo de cannabis: es muy accesible y se puede comprar a precio muy bajo y en concentraciones muy altas. De media, un gramo de hachís puede llegar a costar en Europa 18 euros, pero en España se compra por debajo de los 6 euros. También la marihuana española es la más barata de Europa: de los 20 euros que cuesta el gramo más allá de los Pirineos, aquí se adquiere por 5 euros. Y, según el psicólogo Miguel Ángel Ramos, se vive actualmente una corriente de "relativismo social que envía mensajes a los adolescentes de que la droga no es tan mala, que solo depende de la cantidad, que por una vez no pasa nada... Por eso hace 15 años nadie fumaba un porro por la calle y ahora los chavales lo hacen a las puertas del colegio o en la terraza de un bar". Y por eso, según el PND la mitad de la población española apuesta por la legalización del cannabis y mínima sus efectos.


Aprender a ser felices


En los talleres que realiza Ramos, se incide en la importancia de aprender a tolerar la frustración, a controlar la necesidad de huir de la realidad, a responsabilizarse. "Porque ese es el núcleo: si no nos sentimos responsables, si creemos que la culpa la tienen los demás, entonces no lucharemos para construir nuestra felicidad, sino que nos alejaremos de esa realidad que creemos que nos hace infelices". Juan Antonio Planas cree que hay que romper el círculo vicioso en el que se encierran muchos adolescentes: "No soportan la realidad, así que fuman cannabis para huir de ella, pero eso les hace tolerar aún menos la frustración. Y si se prohíbe o se habla negativamente del tema, aún se rebelan más y se agarran al porro con más fuerza". Según Planas, la solución pasa por trabajar en la gestión de las emociones, una idea que comparte Miguel Ángel Ramos, que propone educar "para que el joven sepa cómo construir su realidad. Nadie nos enseña a crear nuestra realidad y buscar la felicidad, en realidad todos nosotros lo hemos hecho a través del ensayo y del error. Pero ahora la sociedad es más complicada que hace 20 años y nos sentimos cada vez más indefensos y temerosos. En realidad las drogas son un fleco del problema mayor, que afecta también a los adultos, y que nos lleva a encerrarnos en drogas, redes sociales, relaciones sexuales vacías... El mundo nos hace infelices y no sabemos cómo construir nuestra felicidad".