UNA HORTALIZA DE 300 KILOS

Una calabaza de cuento de hadas en Lalueza

La hortaliza, que plantaron en mayo, se recogió en la localidad oscense de Lalueza y pesó 300 kilos.

Ángel Gascón con la calabaza que arrancó de la mata para transportarla y pesarla en la báscula.
Una calabaza de cuento de hadas en Lalueza
F. PAULES

No irá a recoger a Cenicienta a media noche ni pertenece al decorado de una película de fantasía. Ángel Gascón, vecino de la localidad oscense de Lalueza, no ha necesitado ninguna varita mágica para cultivar una calabaza de 300 kilos -320 con el palé de madera- en el pequeño huerto que posee sino sus secretas dotes de buen hortelano.


Todo comenzó con una pequeña semilla. Minúscula. Fue su amigo Jorge Balaguer quien le dio la pepita, una de esas "pequeñitas, como las que se apartan cuando comes sandía". Ángel la plantó a mediados del mes de mayo. Y el ruin grano, cuatro meses después, se ha convertido en una grande y hermosa calabaza naranja que es la admiración de los laluecinos.


¿Tiene secreto? ¿Utiliza algún producto especial? Estas son las preguntas más formuladas por los que le conocen. ¿Cómo puede crecer algo así de la tierra?. Ángel asegura su secreto no es otro que el "fiemo" (estiercol). Pero sus amigos más cercanos confiesan que "es como los grandes chefs, todos tienen un secreto y ninguno lo dice". ¿Habrá hada madrina?


En lo que no hay misterio es en el peso. "Calculo que pesará 200 kilos o un poco más", comentó Gascón, momentos antes de partir. Pero su sorpresa fue mayúscula, casi casi como la de las hermanastras cuando vieron convertida a Cenicienta en princesa. ¡Pesaba 300 kilos! "Esto sí que no me lo esperaba", dijo el agricultor. Su gran calabaza había sobrepasado sus cálculos y sus expectativas. La báscula marcó los 320, aunque hubo que quitar una veintena de kilos por el peso de palé que sujetaba la gran hortaliza.


Y es que no fue fácil ni arrancarla sin que se rompiera ni transportarla. Fue muy pero que muy delicado. Hubo incluso que idear un artilugio complicado y especial -estaba formado por cintas y arandelas de hierro- para evitar que la calabaza se rompiera al sacarla de la tierra y subirla al tractor. Una vez en el vehículo, Ángel puso sus cinco sentidos en manejar el toro para meter la gran calabaza en el maletero de una furgoneta.


Empanadicos o puré

Y como nadie consiguió sacarle a Ángel el número del hada madrina, optaron por darle consejo acerca de lo qué debía de hacer con semejante fruto. "Yo haría empanadicos", apuntó Jerónimo Moya, amigo y consuegro de Gascón. Otros insistieron en una crema suave "que cuesta menos prepararla". También hubo quien le aconsejó utilizarla como elemento decorativo o quien pensó más en las 'pesetas' y le instó a llevarla a ferias para ganar premios, venderlas a grandes restaurantes... El caso es que ideas no faltaron, pero Ángel Gascón ni reveló el secreto de su huerto ni el destino de la calabaza.


Lo único que es seguro en esta historia es que este vecino de Lalueza volverá a sorprender con las hortalizas de su huerto monegrino. Porque muy cerca de donde creció la calabaza, ya había alguna sandía que apuntaba maneras.