Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Gazapos de ciencia y cine

‘Meg 2: la fosa’: bienvenidos a la antesala de la morada de los megalodones

Puede ser que gracias a Haiqi, el único megalodón en cautividad, los investigadores de Mana One hayan aprendido horrores –léase con segundas– sobre estos improbables escualos; tan cierto como que aún deben investigar más en profundidad acerca de la fosa en la que se hacinan y de su antesala.

Fotograma de la película ‘Megalodón 2: la fosa’ (Ben Wheatley, 2023).
Fotograma de la película ‘Megalodón 2: la fosa’ (Ben Wheatley, 2023).
Warner Bros

El equipo de investigación de Mana One inicia una misión para explorar la fosa en la que moran los megalodones. Allí descubren una explotación minera clandestina que les obliga a librar una batalla de alto riesgo por la supervivencia rodeados de los gigantescos depredadores.

Descubre el gazapo científico en este diálogo de la película ‘Megalodón 2: la fosa’ (‘Meg 2: the trench’), dirigida por Ben Wheatley en 2023, con guion de Jon Hoeber, Erich Hoeber y Dean Georgaris y con Jason Stacham (Jonas Taylor), Wu Jing (Jiuming Zhang), Shuya Cai (Meiying) y Cliff Curtis (Mac), entre otros, en el reparto.

El diálogo (en este caso monólogo) 

"Quiero presentarles a alguien muy especial: se llama Haiqi; es el único megalodón en cautividad del mundo. La encontramos herida cuando era una cría. Gracias a Haiqi hemos aprendido muchísimo de los megalodones y de la fosa en la que viven. Gracias a las generosas donaciones de quienes nos apoyan hemos podido desarrollar la tecnología para atravesar la termoclina: una capa térmica de agua helada que separa el mundo de Haiqi del nuestro y que es la antesala de una fosa a 6.000 metros de profundidad bajo el nivel del mar", explicó a los invitados al acto Jiuming Zhang, presidente del centro de investigación marina Mana One.

El gazapo

Ojalá la presentación en sociedad de Haiqi sirva para que quienes apoyan a la institución Mana One hagan donaciones todavía más generosas que permitan invertir, además de en tecnología, en investigación básica, porque se hace evidente que, de momento, poco han podido investigar a la vista del desconocimiento que su presidente manifiesta sobre la termoclina.

Y eso que tampoco se trataba de una investigación tan costosa. Porque basta con bucear un poco en internet (ya no voy a pedir que recurran a esa arcana práctica de consultar el índice de un tratado técnico) para encontrar multitud de recursos fiables que explican qué es la termoclina. Así, por ejemplo, y sin irnos muy lejos (de Hollywood), la web de la NOAA (Nacional Oceanic and Atmospheric Administration) resume que la termoclina es la capa de transición entre las aguas templadas superficiales oceánicas y la gran masa de agua fría que se encuentra por debajo de esta.

Para verlo claro, lo mejor es comenzar por explicar que la masa de agua oceánica está estratificada, esto es, dividida en capas que apenas se mezclan entre sí y donde el límite o frontera entre una y otra se establece atendiendo fundamentalmente a la diferencia de temperatura y, en consecuencia, a su diferente densidad, que es lo que justifica la estratificación y la inmiscibilidad.

Desde este punto de vista, la capa superficial, conocida como zona epipelágica o luminosa, es la capa que recibe la luz solar, que está en contacto directo con la atmósfera y donde se producen las olas. De este modo, la acción conjunta del sol que ilumina y calienta la superficie y el viento y demás fenómenos meteorológicos y el oleaje hace que el agua de esta capa esté mezclándose permanentemente y presente una agradable temperatura, todo lo cual favorece la proliferación de vida en ella.

Pues bien, el límite inferior de la capa epipelágica es la termoclina, una zona de transición que la separa de las aguas frías y tranquilas que se localizan por debajo y caracterizada porque en ella se manifiesta un acusado gradiente de temperatura. Vaya, un enfriamiento muy rápido y notorio conforme de desciende hasta alcanzar una profundidad en la que la temperatura vuelve a estabilizarse y se mantiene prácticamente constante Se considera que la termoclina forma parte de la zona mesopelágica, esto es, la capa de agua localizada entre los 200 y 1.000 metros y conocida también como zona de penumbra, dado que solo le llega una pequeña cantidad de luz solar.

Al hilo de lo anterior, conviene hacer notar que la termoclina, al igual que las regiones de la columna de agua oceánica que separa, no se localiza a una profundidad determinada, ni tiene un grosor fijo, ni tan siquiera unos límites de temperatura superior e inferior constantes, sino que tanto su profundidad como su extensión y su gradiente de temperatura varían dependiendo tanto de la época del año como con la latitud. Así, durante el verano, cuando la radiación solar es más intensa, la zona templada se hace más importante y la termoclina se localiza a mayor profundidad, en tanto que en invierno se aproxima a la superficie. Y, del mismo modo, conforme navegamos hacia latitudes polares, la termoclina cada vez es más superficial y estrecha.

¿Una termoclina o varias?

Hay un resquicio para defender que los investigadores (y los guionistas) sí han hecho los deberes: en sentido estricto se puede hablar de que existen más de una termoclina, entendidas como las capas de transición entre zonas o capas oceánicas sucesivas y caracterizadas porque en ellas se produce un rápido descenso de la temperatura del agua.

Capas oceánicas
Capas oceánicas

No obstante, ni por esas se puede justificar el discurso del mandamás, porque si atendemos a su contenido, vemos que afirma que la termoclina es una capa de agua helada localizada a 6.000 metros. A esa profundidad se suele establecer el límite entre la zona abisopelágica y la zona hadopelágia. El problema es que la temperatura del agua en ambas zonas ya se mantiene prácticamente constante y muy próxima a los 0ºC, lo que implica que no hay tal gradiente de temperatura. De hecho, el límite entre una capa y otra se establece fundamentalmente atendiendo a la orografía del suelo marino.

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