Tercer Milenio

En colaboración con ITA

bio, bio, ¿qué ves?

¿Por qué el bronceado no aparece de inmediato?

Es mucho mejor para tu ADN. Un nuevo estudio explica cuándo y por qué se inicia el aumento de la pigmentación tras exponernos a la radiación solar. 

Debemos ayudar a nuestra piel a protegerse del daño del sol
Debemos ayudar a nuestra piel a protegerse del daño del sol
Jean Beaufort

“¿De verdad has estado en la playa? Pues no se te nota nada”. Esta irritante frase es tristemente conocida para todos aquellos cuya piel permanece de un radiante blanco al acabar las vacaciones de verano. Ante esto, solo caben dos opciones. O bien insistir en que sí has cogido color y mostrar la marca del bikini (que no es más que una vergonzosa comparación entre dos tonos de blanco distinto, afrontémoslo) o bien sonreír, encogerse de hombros y cambiar de tema. Normalmente, acabas por abrazar la segunda opción y evitar esas sosas conversaciones que no llevan a ninguna parte.

Frente a las personas que no se broncean ni aunque su vida dependiese de ello, están quienes en septiembre lucen el tan deseado tono de piel color caramelo. Tras unas semanas llevando nada más que un bañador y, si acaso, un pareo, la caricia del sol ha hecho que las células de su piel se pongan a producir melanina como locas. Este pigmento es el responsable de que la piel se oscurezca y de que exista una diferencia de color con las zonas que han permanecido tapadas.

No obstante, este cambio no es inmediato. Tardamos varias horas, o incluso días, en notar que nos estamos bronceando. Hasta la fecha, no se sabía el motivo de este retraso entre la exposición al sol y el cambio del tono de piel. Ahora, un estudio reciente parece haber dado con la respuesta.

Las prioridades de la piel

El deseado bronceado veraniego puede tener consecuencias terribles si no tomamos las precauciones adecuadas. Las radiaciones solares pueden dañar nuestro ADN, produciendo mutaciones que podrían iniciar el desarrollo de un tumor. El melanoma, un tipo muy peligroso de cáncer de piel, es uno de los tumores que pueden producirse si no tenemos cuidado al tomar el sol. Por eso, si vamos a pasar un agradable día en la playa, debemos usar correctamente el protector solar y evitar exponernos al sol durante las horas centrales del día. También es importante ayudar a nuestra piel después, con una correcta hidratación y una buena alimentación.

Además de todas las medidas de protección que debemos tomar de forma consciente, nuestro cuerpo cuenta con otros mecanismos que se activan automáticamente en respuesta a la exposición al sol. Estos sistemas defensivos buscan proteger a las células de la piel, al ser las que reciben directamente los rayos solares, y son dos.

Por un lado, están los mecanismos de reparación del ADN, que corrigen posibles daños, es decir, mutaciones, que hayan podido aparecer a causa de la radiación solar. Las mutaciones pueden producirse por un daño directo o indirecto, debido a un aumento del estrés oxidativo en la célula que, de rebote, acaba deteriorando el ADN. Aunque nuestros sistemas de reparación son muy eficaces, pueden verse superados por un exceso de trabajo. Por eso, debemos facilitarles la tarea poniendo de nuestra parte para que no haya ni demasiado daño directo ni un aumento serio del estrés oxidativo.

El segundo sistema de control de daños es, precisamente, el bronceado. El cambio del tono de la piel es debido a una molécula llamada melanina, responsable de la pigmentación, y cuya producción se ve estimulada por la exposición al sol. Su misión es oscurecer la piel para protegerla de futuras exposiciones.

En un estudio reciente, en el que se ha trabajado tanto con modelos animales como con células humanas de la piel, se ha observado que estos dos mecanismos de protección no funcionan al mismo tiempo. Las células de la piel dan prioridad a los sistemas de reparación del ADN tras ser expuestas a radiación UVB. Al activarse los sistemas de reparación, se produce una inactivación de la producción de melanina, que no comenzará hasta que cese la reparación del ADN. Los investigadores que han participado en esta investigación creen que esto podría explicar por qué el bronceado tarda un tiempo en aparecer.

Al margen de dar una posible explicación acerca de por qué no nos bronceamos al momento, estos resultados nos muestran que el cuerpo no se toma a broma el efecto de la radiación solar. Para nuestras células, es mucho más importante asegurar que no hay daños en el ADN que contar con un extra de pigmentación. Por eso, nuestras prioridades deberían ser las mismas que las de nuestras células. El bronceado debería ser secundario; la salud de nuestra piel debe ser nuestra prioridad, tomando siempre todas las precauciones necesarias para disfrutar del sol reduciendo los riesgos al mínimo.

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