El caso de Lorena, el asesino que se declaró mujer, abre la duda carcelaria

El condenado por violar y matar a su prima está en un módulo de hombres, donde hay incertidumbre por la forma de aplicar la 'ley trans' en prisiones.

Imagen de archivo.
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Pixabay

Llamadme Lorena, dijo Jonathan Robaina. Acusado de asesinar a martillazos a su prima mientras la violaba con un objeto, pidió ante la Corte que se refirieran a él en femenino. Al menos su abogado habló de su cliente de esta manera durante el juicio. El acusado, al que siempre el magistrado y el jurado popular se dirigieron en masculino, no había iniciado un cambio de sexo ni había manifestado con anterioridad su interés en variar su identidad de género. Pero en algún momento de la fase de instrucción se quiso hacer mujer. Para entonces, entre 2018 y 2021, la autodeterminación de género recogida en el proyecto de la 'ley trans' llevaba en paralelo un gran camino recorrido sorteando polémicas.

El criminal, ya con sentencia firme desde hace cuatro meses, y la ley que este jueves aprobó el Congreso se cruzan otra vez por la sospecha de algunas organizaciones feministas. ¿Basta declararse de un género para serlo? Durante la prisión preventiva, mientras duró el proceso judicial, Robaina estuvo en el centro de Tahíche, en Lanzarote, a donde se suele trasladar a los presos de "alta peligrosidad" de Canarias. Se le clasificó como hombre.

Durante los primeros meses estuvo en el módulo de Enfermería. "Nunca comentó que era mujer, ni que quería cambiar de sexo, o que haría un tratamiento", explica un funcionario de Vigilancia de esa cárcel. "El cacheo se le hacía igual que al resto. Nunca manifestó nada. Ni 'no me toques', ni 'yo soy mujer'". Luego pasó al módulo de respeto, el número 6. Al terminar el juicio lo trasladaron a otro recinto penitenciario.

El caso de Robaina encarna la incertidumbre que existe en las prisiones ante la inminente entrada en vigor de la 'ley trans'. "Seguimos una instrucción de 2006, que está obsoleta con respecto a la realidad actual, y cada centro lo soluciona tomando en cuenta infinidad de variables", explica Joaquín Leyva, portavoz de la Agrupación de los Cuerpos de la Administración de Instituciones Penitenciarias (Acaip). "Ahora no hablamos de transexuales sino de cambios en la identidad de género sin que haya una transformación fisiológica. En la ley echamos en falta que se diga cómo es cuando se aplica a recintos cerrados como un centro penitenciario".

Las situaciones que se pueden generar van desde la mujer que se declara hombre para ingresar en un módulo masculino, instigada por las mafias que la prostituirán; hasta hombres que quieren estar en módulos femeninos para imponer su fuerza corporal. "¿Cómo hacemos con una persona fisiológicamente hombre que se percibe mujer, tiene atributos masculinos y sexualmente se declara lesbiana?", pregunta Leyva. "El asunto es complejo". Actualmente hay tanto hombres trans como mujeres trans en módulos de hombres y de mujeres, según las decisiones individuales tomadas por los responsables de los centros de internamiento, indica una fuente de Instituciones Penitenciarias, sin que exista una cifra oficial de estos casos.

Crímenes machistas

Para Robaina, haberse declarado mujer trans no afectó la sentencia. Sin embargo, la baza de la transexualidad sí la usó su defensa para intentar desestimar el cargo por violación. En el escrito del Supremo, que ratificó las condenas y le impuso una pena de 38 años de prisión, se especifica que la disforia de género manifestada por el acusado no fue "obstáculo o impedimento" para atentar contra la "indemnidad sexual de la víctima". Esta decisión judicial se replica en la 'ley trans', que señala que un hombre que ha cometido violencia machista será juzgado con esa identidad de género aunque la cambie con posterioridad al crimen. Pero no resuelve las dudas que se generan en el trato en prisión.

En este caso, el primero en el que un asesino confeso se declara trans en pleno proceso judicial, Robaina tenía 21 años cuando robó las llaves de la casa de sus tíos, se armó de navaja y martillo, según los hechos probados. Ella dormía cuando él le asestó varios golpes de martillo en la cabeza y la cara. Ella se despertó, forcejeó, pidió auxilio.

Él la aletargaba a golpes, hasta 30 dijeron los forenses. Entre uno y otro, la ahogaba con un cinturón que apretaba en el cuello de ella y la violaba con un objeto. Acorralado por los investigadores, confesó el asesinato pero negó la agresión sexual. Llamadme Lorena, exigió a su defensor. ¿Está Robaina actualmente en una cárcel de mujeres?

En un centro de hombres

La información del caso de Robaina no está disponible en Instituciones Penitenciarias, que aduce la protección de sus datos. Por medio del Portal de Transparencia, al que acudió la Alianza contra el Borrado de las Mujeres, tampoco se ha resuelto el misterio de su paradero. "La información es de interés social porque queremos saber si un asesino y violador, que dice que se siente mujer, está en una cárcel de mujeres o de hombres", exige Lola Venegas, portavoz de esta plataforma. "El fondo del asunto es que la 'ley trans' permite que con el cambio registral de sexo alguien sea una mujer a todos los efectos, pero no exceptúa las cárceles o los centros de mujeres agredidas, entre otros lugares".

El destino actual de Robaina, hasta donde ha podido confirmar este periódico, es el centro penitenciario Salto del Negro, en Las Palmas, donde no hay módulo de mujeres. Allí sólo van las que ya tienen el tercer grado. La familia de Robaina declinó comentar su situación a través de su abogado. Más allá del caso particular, por la importancia del precedente, se intenta responder a la pregunta de si en módulos femeninos hay personas condenadas por asesinar y violar mujeres, habiendo cometido el crimen cuando se identificaban como hombres. en este caso, no.

Sobre la vida en prisión, "que es una pequeña sociedad", se aplica "una regulación dictada por las circunstancias de la gente internada", indica Leyva. "Hay que cumplir con los protocolos de clasificación del interno, de la seguridad y de los programas de reinserción". Al asesino de su prima, Jonathan autodefinido como Lorena, no le sirvió de atenuante "no sentirse hombre" ni "no tener deseos sexuales hacia una mujer". Tampoco para lograr prebendas en la cárcel.

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