Por qué los adolescentes deberían entrar más tarde al instituto

Su atención mejora según avanza el día porque su ‘reloj’ va a otro ritmo.

adolescente dormir
Por qué los adolescentes deberían entrar más tarde al instituto
H. A.

Los adolescentes son el grupo de edad al que más se les pegan las sábanas por la mañana. Es una realidad avalada por la ciencia. Los patrones de sueño de los chavales son diferentes a los del resto de la población y eso les pasa factura en su rendimiento académico porque a primera hora de la mañana todavía no se han ‘despertado’ del todo y les cuesta asimilar conceptos. "Todos tenemos cierta predisposición a sentirnos más activos por la mañana (matutinos) o por la noche (vespertinos), pero en el caso de los adolescentes la tendencia natural es a ser búhos. Es decir, su organismo está preparado para activarse cuando cae el sol y para descansar cuando sale. Por eso, levantarse tan pronto para ir al instituto va contra su propia biología", explica el doctor Óscar Sans, coordinador del Grupo de Trabajo de Pediatría de la Sociedad Española del Sueño (SES).

¿Y cuál es el resultado de esa descoordinación entre el horario escolar y los ciclos de sueño de los adolescentes? "Pues que reciben buena parte de las clases en un claro estado de sopor, confundido a menudo con un clima de concentración elevado por el silencio que impera en el aula a esas horas de la mañana", lamenta Marta Ferrero, profesora, investigadora y vicedecana de la Facultad de Formación del Profesorado y Educación de la Universidad Autónoma de Madrid.

En la etapa de infantil (de 3 a 5 años), "hay un aumento de la atención durante la mañana que pasa a reducirse durante la tarde. Sin embargo, en primaria (de 6 a 12 años), el pico de atención comienza a trasladarse a la tarde y, en el caso de los alumnos de las etapas superiores (de 12 a 18 años), se desplaza claramente a la tarde y, además, se mantiene especialmente bajo a primera hora de la mañana", resume la experta en educación.

El problema es que cuando hablamos de hábitos de sueño "parece que lo único importante es la hora de irnos a la cama o la de levantarnos, pero no es así exactamente. La rutina se trabaja a lo largo de todo el día. Por ejemplo, si hago deporte un par de horas antes de irme a dormir es normal que me cueste más conciliar el sueño porque el ejercicio actúa como un activador del organismo. ¿Y a qué hora entrenan los adolescentes cuando van al instituto? Pues al ser los mayores, lo hacen a última hora de la tarde. Llegan a casa a las nueve o a las diez de la noche a tope de energía, se duchan, hacen los deberes, cenan, ven un rato la tele... Entre una cosa y otra se meten a la cama tardísimo", argumenta el doctor Sans, jefe de la Unidad de Trastorno del Sueño del Hospital Sant Joan de Deu (Barcelona).

Mates para empezar, no

Y si a su tendencia natural a ser búhos y a cómo tienen organizadas las extraescolares sumamos las nuevas tecnologías, ya tenemos "la tormenta perfecta". "La mayoría están en la cama pegados al móvil (whatsapps, series, redes sociales...) y esa luz azul que emite el dispositivo tampoco ayuda a que concilien el sueño. Se duermen muy tarde y encima son los primeros que se tienen que levantar para ir al instituto", describe el neurofisiólogo, que llama la atención sobre otro reto educativo al que se enfrentan los adolescentes a primera hora de la mañana: el tipo de asignaturas. "Suelen empezar con Matemáticas, Física, Química... Justo las materias que requieren una mayor atención. ¡Y su cerebro está todavía dormido! Están ahí, sentados, escuchando, pero en realidad les tocaría la fase de sueño profundo", explica el doctor Óscar Sans.

¿Qué propone? Cambiar el orden en el que se imparten las asignaturas y empezar por materias que activen el cerebro del alumno como, por ejemplo, Educación Física. Es importante que les dé la luz del día, que corran, que salten, que se muevan... A esa hora su organismo está como el relojito de arena que aparece en la pantalla del ordenador cuando se queda pensando antes de arrancar. El ejercicio, el movimiento les ayuda a despertarse más rápido, a ponerse las pilas. Siempre que se pueda, también está bien ir andando al centro.

Algunos institutos de Estados Unidos ya han retrasado una hora el inicio de las clases y los alumnos han sacado mejores notas.

Es evidente que el problema de sueño de los adolescentes no se arregla únicamente con entrar más tarde al instituto, pero no cabe duda de que retrasar la entrada les ayudaría mucho. La mayoría de los centros empiezan las clases en torno las ocho de la mañana. Además, como muchos alumnos tienen jornada continua, lo que hacen es llegar a casa, comer rápido y echarse una siesta de un par de horas o tres. ¡Cómo van a dormirse pronto a la noche! Es imposible. Otro error que cometen es pensar que el fin de semana pueden recuperar todo el sueño perdido entre semana. Y no. Por muy tarde que se levanten lo único que consiguen es desfasar todavía más su rutina de sueño: es como si pasasen el fin de semana en Nueva York. Los adolescentes viven como en un ‘jet lag’ permanente y eso les afecta a muchas esferas de su vida. Rinden menos, están de mal humor...

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión