HEMEROTECA

El hombre que adivinaba el ‘Gordo’ de la Lotería de Navidad

En los años 60, HERALDO contó en sus páginas la historia de Guillermo Rittwagen, un hombre que fue agraciado por la suerte en varias ocasiones.

Recorte del artículo publicado en HERALDO el 21 de diciembre de 1966.
Recorte del artículo publicado en HERALDO el 21 de diciembre de 1966.

Don Guillermo Rittwagen fue un español de origen alemán que cultivaba el periodismo y colaboraba en las más importantes revistas nacionales pero, además, vivía exclusivamente consagrado al estudio de la Lotería, hasta el punto de que “adivinaba el número en que habría de tocar el ‘Gordo’ de la Lotería de Navidad”. Sobre su figura escribió su amigo J. Rico de Estasen, de los servicios especiales de EFE, en las páginas de HERALDO el 21 de diciembre de 1966, el día previo al Sorteo de la Lotería de Navidad.

“Listas oficiales, comunicaciones de la Dirección General del Tesoro Público, anuncios de sorteos extraordinarios, diagramas, estudios numéricos, paquetes de décimos que constituyeron un día la ilusión de los jugadores, llenaban las paredes, ventanas, puertas, anaqueles, repisas... ¡hasta los techos!, dando a la soleada mansión de aquel hombre polifacético un aspecto atrayente y extraordinariamente original".

"En sendos anaqueles, representados por millares de fichas ordenadas científicamente, mi inolvidable amigo había escrito la historia de todos los sorteos celebrados, el detalle de todos los números que habían salido premiados desde el año 1814 en que la Lotería Nacional, creada por las Cortes de Cádiz, se trasladó a Madrid. Era un interesante registro de la suerte, un archivo de la fortuna, una estadística de la Lotería, que representaba innumerables años de perseverante labor. Con ella a la vista, el señor Rittwagen supo en tantas ocasiones determinar, no ya la cifra de su terminación, sino, incluso, el número en que había de salir premiado con el ‘gordo’ de Navidad".

“El 21 de abril de 1919 -me dijo el señor Rittwagen en cierta ocasión- tuve una participación en el número 15617, que resultó agraciado con el premio mayor. Aquel inesperado triunfo de la suerte hizo que desde entonces me dedicara de un modo serio, profundo, científico, al estudio de la Lotería".

“En total, recogí más de cuatro mil sorteos. Con ellos he logrado poseer un verdadero laboratorio de la fortuna, el único archivo de la suerte que existe, no ya en España, sino en todo el mundo”. Las actividades de don Guillermo Rittwagen relacionadas con la Lotería Nacional trascendieron al público con una intensidad tal que, diseminados por España y por fuera de ella, existía una verdadera legión de españoles y extranjeros que perseguían la suerte, que buscaban la manera de enriquecerse, atendiendo las indicaciones de aquel hombre sencillo y bueno, que se reputaba una auténtica autoridad en la materia, el cual, para permanecer en contacto con sus favorecedores, hubo de fundar una curiosa y muy valiosa revista titulada ‘Azar y cálculo" que se publicó hasta el mes de junio de 1936.

- Según sus cálculos -pregunté en cierta ocasión al señor Rittwagen-, ¿cómo debe jugarse a la lotería para que nos toque?

- Aunque tratándose de cosas de azar resulta imposible formular conclusiones -me dijo-, creo que el hombre, que ha logrado domeñar todas las fuerzas de la naturaleza, logrará también, algún día, vencer al veleidoso azar.

- Y, ¿ha acertado alguna vez?

- Por lo que se refiere a los premios mayores de los sorteos mensuales, muchas. En dos ocasiones, hasta el segundo y el Gordo de Navidad. Verá usted cómo fue: En el mes de diciembre del año 1932, en una entrevista periodística di a conocer las combinaciones probables de los premios mayores de la Lotería de Navidad, ateniéndome a la circunstancia de que nunca hubiesen correspondido a los millares 27 y 29.

- Y..., ¿acertó usted el Gordo?

- Lo acerté. Tres días más tarde quiso la casualidad que, por primera vez en los anales de la Lotería de Navidad, surgiera el primer veintinueve mil, cuya composición completa estaba integrada por las cifras terminales 757, correspondientes a las 128 combinaciones probables que yo había lanzado a los cuatro vientos.

- Y, ¿por qué no jugó usted, entonces, el 29.757, como lo había pronosticado?

- Por la sencilla razón de que no disponía de las 12.800 pesetas necesarias para jugar, siquiera, un vigésimo de 128 números que entre los 35.000 entrantes en el sorteo, reputaba probables. Pero, de haberlas poseído o de haber contado con ciento veintiocho personas que hubiesen seguido mis asesoramientos interesándose con alguna participación en todos ellos, una de ellas hubiera sido agraciada con el premio de los treinta millones.

Cuando don Guillermo Rittwagen acertó el número a que habría de corresponder el segundo premio de la Lotería de Navidad, sucedieron las cosas de la siguiente forma:

El día 15 de diciembre de 1933, uno de los redactores del diario ‘Ahora’ pidió a Rittwagen que le enviara un artículo hablando de la Lotería, que habría de publicarse coincidiendo con el sorteo de Navidad.

Al ir a llevárselo -me contó nuestro amigo- le aconsejé que jugara los números del teléfono del periódico. Yo conocía el número del teléfono público del mencionado diario, pero no el de todas las oficinas. Mi indicación no se concretaba a un número determinado, sino que era de carácter general.

El redactor refirió el asunto a sus compañeros y acordaron que el secretario adquiriera el número 18.340, que era el del teléfono del diario. Pero la suerte lo dispuso de otro modo y, en lugar de aquel número, salió otro: el del teléfono de la Secretaría de Redacción: el 18.343, al que correspondieron seis espléndidos millones de pesetas. Por solo tres números de diferencia no quedaron aquellos millones entre el personal del desaparecido colega. Así y todo percibieron varios miles de pesetas del premio correspondiente a la centena.

En la última de mis charlas con don Guillermo Rittwagen le formulé esta pregunta:

- Para tratar de alcanzar el Gordo, para los sorteos sucesivos, ¿qué me aconseja usted?

- Mi obsesión permanente es señalar la coincidencia del premio ‘gordo’, en lo que queda de siglo, en la centena anual, o sea, que se debe jugar del 1900 al 1999. Esto lo considero tan seguro como hacerlo en un 27.000... que no ha salido nunca. Si este 1900 o este 27.000 terminaran en cero o en uno, mejor que mejor...

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