Tercer Milenio

Contra el 'usar y tirar', el derecho a reparar

Para cerrar el círculo, una cuarta erre se suma a las de reducir, reutilizar y reciclar. La UE ya habla del derecho a reparar, de cambiar el ‘usar y tirar’ por aparatos duraderos fáciles de arreglar.

Los terceros viernes de cada mes, en el Repair Café que se celebra en Etopia, reparadores voluntarios ayudan a los ciudadanos a reparar esos aparatos que han dejado de funcionar.
Los terceros viernes de cada mes, en el Repair Café que se celebra en Etopia, reparadores voluntarios ayudan a los ciudadanos a reparar esos aparatos que han dejado de funcionar.
Toni Galán

"Cuando algo se me estropea, me da mucha rabia tirarlo sin saber qué le pasa y ver si se puede arreglar". Es viernes por la tarde, e Ignacio Fort ha venido con un curioso aparato rosa al Repair Café que se celebra una vez al mes en Etopia. Es un limpiador facial con un cepillo exfoliante rotatorio que "ya no funciona y la marca ha dejado de existir, pero a mi mujer le gusta usarlo y vengo a ver si lo arreglo o, al menos, a aprender un poco".

Abierto a quienes se resisten a la trituradora del ‘usar y tirar’, el Repair Café reúne a reparadores voluntarios y ciudadanos con aparatos estropeados que, juntos, buscan cómo darles una segunda oportunidad antes de mandarlos a la basura o, más bien, al punto limpio. "Me da tanta rabia tirar las cosas y volver a gastar...", reconoce Fort. Hace unos días, desmontó en su casa la campana de extracción de su cocina "y solo tenía los filtros obstruidos". Pero otras motivaciones le han traído hasta aquí, como "la conciencia de la finitud del planeta, saber que los recursos son escasos y que alargar la vida útil de un aparato beneficia al medio ambiente porque se generan menos residuos". Y, además, la ocasión de, "por el camino, aprender, adquirir habilidades –a mí siempre me ha gustado arreglar cosas y ver cómo funcionan los mecanismos– y, si se puede, sentir la satisfacción de reparar lo que se había roto". 

Él se dedica al mantenimiento industrial, pero también le resulta bonito asistir, en primera fila, a la "magia" de ver cómo se desenvuelve un profesional. Su ‘mago’ particular esta tarde es José Cortés, estudiante de 3º de Ingeniería Mecánica en la Escuela de Ingeniería y Arquitectura de Unizar y reparador voluntario del Café Repair desde hace unos meses. Siempre empieza por hacer muchas preguntas. "Esa primera información básica es lo más importante: saber cuándo se rompió y si le pasaba algo antes", dice, en busca de los síntomas para identificar el problema y tratarlo.

Revisa los componentes, las conexiones de los cables o, si es necesario, abre el aparato para ver si hay algo quemado o roto. Polímetro en mano, también mide la tensión, la intensidad y la resistencia eléctrica. Y, si el fallo no es evidente, ayuda documentarse un poco "sobre los problemas más habituales que ha tenido ese aparato y mirar en internet cómo los ha solucionado la gente". Su experiencia le ha enseñado que "cuanto más preciso es un mecanismo, más posibilidades de que falle". Los cables suelen ser "la causa más habitual de rotura –a veces simplemente por doblarlos muchas veces– y también el cargador: si no tiene suficiente potencia, siempre le exiges el máximo", explica. Y muchas gente no sabe que "si una batería se descarga y está mucho tiempo sin usarse, se degrada, y el aparato puede no volver a funcionar". Hoy, de momento ha descubierto que el cargador no es y que el cable del limpiador facial que ha traído Ignacio funciona, así que parece ser algo interno, pero el diseño muchas veces no ayuda a acceder al interior. Este es el caso. Así que, protegido con un guante y armado con una decapadora, va a tratar de ablandar el pegamento para abrirlo.

Fort conoció el Repair Café en Francia, ya que se trata de una iniciativa internacional que nació en Ámsterdam en 2007 como forma de promover la sostenibilidad a escala local. Actualmente, se ha extendido a Bélgica, Alemania, Francia, Reino Unido, Estados Unidos..., incluso a la India y Japón. Los 2.461 Repair Cafés repartidos por todo el mundo arreglan unos 44.298 aparatos cada mes. A Zaragoza llegó en 2017, de la mano de la empresa Herco Suministros Industriales, que decidió organizarlo como parte de su "cultura de responsabilidad social, para sumarnos al mundo de la circularidad impulsando la cultura de la reparación, de darle una segunda vida a un aparato estropeado y evitar que se quede en un cajón", señala Carlos Sánchez, gerente.

Javier Carrasco, asesor en sostenibilidad de esta empresa, explica que, con esta actividad abierta a la ciudadanía, pretenden "darle la vuelta a esa economía lineal, tan impregnada en nuestra sociedad, de comprar, usar y tirar para volver a comprar; así, incorporamos a pequeña escala, la del consumidor, criterios de economía circular". Y, tras casi cinco años, han descubierto que la mayor parte de los objetos que la gente trae al Repair Café "son reparables, y se reparan; son pequeñas roturas, pequeños problemas que las personas que utilizamos ese objeto desconocemos; a veces, solo es cuestión de limpiar algo y ya está". Y, casi siempre, con herramientas poco sofisticadas: "Con tijeras, destornillador, alicates y un poco de soldadura se repara casi todo", concreta el gerente de Herco, que proporciona las herramientas necesarias (el café es cortesía de Eboca Vending). Ahora, los Repair Cafés tienen lugar en los Laboratorios de Innovación Abierta de Unizar en Etopia, "un parque temático del ‘hágalo usted mismo’, con impresoras 3D y máquinas para reparaciones de mayor calado", destaca Carlos Sánchez.

Repair Café en Etopia, Zaragoza
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Cacharreando

En el Repair Café, la ciudadanía encuentra un lugar donde llevar la cafetera, la plancha, el secador de pelo, el cable del teléfono, el mando de la tele o la rumba que han dejado de funcionar. Han recibido incluso drones "y una televisión grande que trajeron entre dos personas". No todo tiene arreglo, pero los reparadores voluntarios hacen todo lo posible por alargar su vida útil.

Una vez al mes

De manera voluntaria, un grupo de reparadores acude los terceros viernes de cada mes a la cita con los ‘cacharros’ que trae la ciudadanía. Lo que más reciben son aparatos electrónicos, pequeños electrodomésticos, bicicletas, van llegando patinetes y también juguetes. Allí hay reparadores expertos en electrónica, ordenadores, móviles..., reparadores mecánicos, otros que tienen mano para todo y, ahora mismo, buscan una persona que repare textiles. El contacto directo con estas personas expertas es una de las partes más valiosas de la experiencia. "Los reparadores transmiten conocimiento, esos truquillos que resuelven problemas sencillos", resaltan desde Herco.

El del Repair Café es un público adulto, con una media de edad entre los 40 y los 55 años. Javier Carrasco cree que influye que la generación de entre 18 y 30 años está tardando en independizarse y si algo se estropea en casa, no son ellos quienes lo traen, sino sus padres.

Repair Café en Etopia, Zaragoza
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¿Tirarlo? Ni hablar

La mayoría de las personas tienden a desechar rápidamente aquellos productos que se rompen o que consideran obsoletos. Otras veces, el propio mercado hace que resulte más fácil y rápido comprar un producto nuevo que repararlo. Sara y su hijo Lorca han traído al Repair Café un casco de moto al que se le ha roto el eje que soporta la visera y no hay forma de sustituir la pieza. "La marca nos dice que compremos otro nuevo". Pero ellos se resisten y confían en que la impresión 3D les dé una solución.

Sara y su hijo Lorca, de 15 años, han venido con una manta que no calienta por toda la superficie, una cafetera con una soldadura reventada y un casco de moto. La cafetera era un regalo y, a la motivación ecológica se une lo sentimental: "Me apego mucho a las cosas, me cuesta darlas por perdidas, y no me mola la cultura del derroche". Su suegra, María, que aún hace jabón de tajo con aceite usado, tiene una frase para la ocasión: "De lo que se tira no se saca nada".

Y no está el mundo para tirar. Desde el Departamento de Dirección de Márquetin e Investigación de Mercados de la Universidad de Zaragoza, Ana Grilló aporta algunos datos: "La UE estima que el consumo global de materiales se va a doblar en los próximos cuarenta años, mientras que el volumen de residuos generado cada año crecerá un 70% de aquí a 2050. La mitad de las emisiones de gases de efecto invernadero, y más del 90% de la pérdida de biodiversidad y la escasez de agua son consecuencia de la extracción y procesamiento de recursos". 

De ahí que, con un enfoque de economía circular que busque mantener los productos en circulación durante más tiempo, prolongando su vida útil, "a los principios básicos de las tres erres: reducir, reutilizar y reciclar, haya que unir un cuarto: la reparación", añade su compañera de departamento Mercedes Marzo.

La reparación "permite alargar la vida útil del producto, evitando la fabricación de uno nuevo y, por tanto, disminuyendo la necesidad de usar nuevas materias primas, así como el consumo de recursos como agua o energía –expone la catedrática Marta Pedraja–. Además, se reducen los residuos que se generan al dejar de emplear ese producto". Residuos que, "aunque se incorporen a circuitos de reciclaje, generan efectos negativos en el entorno, ya que dicho reciclaje suele basarse en procesos industriales que, para poder recuperar determinados materiales y emplearlos en la creación de nuevos productos, deben destruir los ya existentes. Todo esto requiere de recursos que cada vez son más escasos".

Solo en Aragón, se recogen en torno a 9 kilos por habitante de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos cada año. Y lo malo es que la cifra va a más. En 2020, la Comunidad recogió 12.346 toneladas de este tipo de residuos –8.812 de ellas de origen doméstico–, frente a las 10.267 que se recogieron en 2019. Son los desechos sólidos con mayor crecimiento en el mundo; según el Observatorio Mundial de los Residuos Electrónicos, se estima que alcanzarán los 74,7 millones de toneladas en 2030.

Derecho a reparar

Europa quiere productos más duraderos y fáciles de reparar, pero hasta el punto de que sea más sencillo reparar que comprar un dispositivo nuevo. El Parlamento Europeo está trabajando para incluir en la legislación el nuevo ‘derecho a reparar’, que garantice que los productos se diseñen para durar más tiempo, que sean reparables de forma segura y fácilmente desmontables, así como incluir más información en el etiquetado y garantías más amplias. 

En España, todos los aparatos y electrodomésticos fabricados a partir de marzo de 2021 deben incorporar un manual de reparación y han de poder ser reparados con herramientas convencionales. Además, desde el pasado enero, la garantía ha pasado a ser de tres años y las piezas de repuesto deben estar disponibles durante diez años desde que el producto deje de fabricarse.

Según el Eurobarómetro, el 77% de los consumidores preferirían reparar sus dispositivos antes que sustituirlos por unos nuevos. Sin embargo, tienen que comprar otros o tirarlos debido a los costes de reparación y a la falta de servicios. Grilló apunta que "los estudios señalan que las barreras relacionadas con el producto y el mal diseño incluyen problemas de desmontaje, materiales de baja calidad, cierres problemáticos, pegamentos y soldaduras, etc.". Muchos productos "son diseñados con el objetivo de tener una vida útil corta, incluso de un solo uso, y planificando una posible reparación del mismo como algo prácticamente inviable por causas tanto técnicas como económicas".

Acabar con la obsolescencia programada es otro de los objetivos que se ha marcado la UE, quien ya lo define como una práctica comercial desleal. Pero, para Grilló, "además de ‘obligar’ a los productores a, por ejemplo, a incluir un índice de reparabilidad para teléfonos y e incluir información sobre la duración de la batería, resistencia a caídas y protección contra el polvo y el agua, el consumidor debe cambiar su mentalidad". Resulta necesario que la durabilidad de los productos sea un criterio de peso en el proceso de compra y, para ello, hay que informarle de los beneficios medioambientales y económicos que conlleva.

Indudablemente, como señala Marzo, "la educación y la formación desempeñan un papel fundamental en este proceso de transición hacia la economía circular". Teniendo también en cuenta que "hace décadas que no se incide en el desarrollo de habilidades destinadas a reparar los productos", advierte Pedraja, que cree que "la generación de la posguerra española es la última que necesitó desarrollar habilidades como coser, clavar clavos, reparar juguetes, coches…; mi abuela siempre decía: ‘En esta casa no se tira nada’. La ropa del hermano mayor pasaba al pequeño, realizando los arreglos necesarios. A medida que se fue desarrollando un mundo ‘desechable’, estas habilidades dejaron de ser necesarias. ¿En qué hogar actual no se tira prácticamente todo incluso pudiéndose seguir usando?". Hoy, "factores socioculturales como el aumento de la preocupación por el entorno, junto con la actual crisis económica y la crisis de materias primas por la guerra de Ucrania, pueden ayudar a romper con la mentalidad del ‘usar y tirar’".

Próximas citas de Repair Café

  • Los viernes de la tercera semana de cada mes, de 18.00 a 20.00, en Etopia Centro de Arte y Tecnología (avda. de Soria, s/n, Zaragoza. El próximo: 21 de octubre.
  • El 12 de diciembre, de 18.00 a 20.00, Repair Café en Zaragoza Activa (c/ Mas de las Matas).


Ciclo ‘Mantengo y reparo’

En Zaragoza Activa:
  • El 27 de septiembre, taller ‘Mi caja de herramientas’ sobre cuáles son las herramientas (multitarea y especiales) que conviene tener en casa para resolver casi cualquier necesidad.
  • El 26 de octubre, taller ‘Mantenimiento de la bicicleta’, sobre los trabajos básicos y sencillos para tenerla en perfecto estado.
  • El 28 de noviembre, taller ‘Primeros auxilios domésticos’, con el decálogo de las pequeñas averías en casa y explicación de qué debemos revisar cuando un pequeño electrodoméstico deja de funcionar.
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