jóvenes que inspiran

Ana Baquerizo: "Los asesinatos y las violaciones que salen en las noticias son la punta de un gran iceberg"

Esta joven periodista y activista, es coordinadora y portavoz de Amnistía Internacional en Zaragoza y miembro de la Comisión Internacional del movimiento en España. 

La periodista y activista zaragozana Ana Baquerizo.
La periodista y activista zaragozana Ana Baquerizo.
Valerie Kahudová

Ana Baquerizo es periodista, activista, coordinadora y portavoz de Amnistía Internacional (AI) en Zaragoza y miembro de la Comisión Internacional del movimiento en España. Y también una empática empedernida con un gran sentido de la justicia, aunque estas cosas no se pongan en el currículum. 

Actualmente se encuentra en Craiova, Rumanía, donde, a través del European Solidarity Corps, trabaja en un proyecto audiovisual que trata de concienciar a los ciudadanos de esta región sobre diversos temas, entre ellos, la violencia de género. Aunque, pese a la distancia, no descuida sus labores en AI: "Una de las campañas específicas para mujeres que estamos demandando en Aragón desde el colectivo es que haya centros de atención a víctimas de violencia sexual con especialistas y equipamiento adecuado disponibles las 24 horas", explica.

Su inquietud por ver y entender el mundo y luchar contra las injusticias la ha llevado también a países como la India, Arabia Saudí, Ruanda o Irán, donde ha podido ver desde diversos prismas la brecha de géneros.

¿Dónde está el machismo?

Una pancarta de las manifestaciones del 8-M en Aragón en 2020.
Una pancarta de las manifestaciones del 8-M en Aragón en 2020.
Pablo Segura

"Al ser algo cultural está tan interiorizado que muchas veces no nos damos cuenta de que está ahí", considera la joven. E incluso en un entorno predispuesto a deconstruir y a combatir esta situación, a veces, es difícil esquivar todas las balas: para mí como mujer ha sido más difícil llegar a la coordinación. Este ejemplo debe servir para ver que no es que siempre haya mala intención, sino que son comportamientos tan arraigados que, a veces, son difíciles de ver", confiesa Baquerizo. "Lo que sale en las noticias, como los asesinatos o las violaciones, son la punta del iceberg de todo lo que hay debajo: las bromitas machistas, el sexismo, no dar valor a las palabras de una mujer... Cosas que pueden menospreciarse, pero que sustentan todo lo anterior", considera. En su opinión, "sin esa desigualdad inicial que parece tan básica, no tendríamos lo que luego nos escandaliza".

"Lo que sale en las noticias -asesinatos, violaciones- es la punta del iceberg de todo lo que hay debajo, detalles que se menosprecian, pero que sustentan todo lo anterior".

"He estado en sitios diferentes en los que he visto muchas injusticias. En Arabia Saudí, por ejemplo, hay un sistema de tutela masculino que obliga a la mujer a ir acompañada o requerir el permiso de un hombre, marido o padre en todo momento. Tras una larga lucha, el Gobierno ha aprobado que puedan conducir y, a pesar de eso, las activistas que dieron la cara han permanecido en la cárcel por defender ese derecho. En Irán, que es una República Islámica, el machismo está institucionalizado: la palabra de las mujeres vale menos, tienen vetado el acceso a algunos trabajos o tienen que llevar una vestimenta específica por ley. En Angola, que es un país cristiano, a pesar de contar con una constitución y un ministerio de Justicia, también hay muchas formas de discriminación hacia las mujeres. Por ejemplo, el caso de Laurinda Gouveia, que estuvo en la cárcel tras crear un club de lectura junto a otros 16 estudiantes en el que trataban material relacionado con ciencias políticas. Allí muchas mujeres están más expuestas a al pobreza y es habitual que los hombres las abandonen dejando a su cargo a los hijos de la familia. En la India he visto a mujeres a las que les han tirado ácido a la cara", recuerda. 

Aunque de otra forma, asegura que en otros países en los que ha estado como Portugal, Rumanía, Inglaterra o España, también ha podido ver muchas formas de discriminación. "Al final, mi lectura es que, vayamos al país que vayamos, la discriminación está en diferentes formas, pero siempre está. En España, por ejemplo, creo que a las mujeres nos cuesta más acceder a determinados puestos o posiciones de trabajo dentro de una empresa u organización, que debemos esforzarnos más y demostrar más. En Rumanía, por otra parte, hay muchas personas que consideran que la violencia de género no es un problema social, sino particular, que forma parte de la privacidad de la pareja".

Lo que para esta joven periodista está claro es que en algunos lugares en los que es muchísimo más difícil ser mujer. "La capacidad que tengo yo de protestar o de moverme en España o por Europa no es la misma que tienen en otros lugares. Por eso es importante que aquellas que estamos en un contexto privilegiado respecto a otras, tendamos la mano a aquellas mujeres que se están jugando la vida", considera. 

Descubrir el feminismo antes de ponerle nombre

A los 16 años conoció Amnistía Internacional a través de un profesor que le propueso escribir una carta.
A los 16 años conoció Amnistía Internacional a través de un profesor que le propueso escribir una carta.
Unsplash

La historia de Ana Baquerizo está muy ligada al concepto del feminismo, incluso antes de que ella pudiera comprender el significado de esa palabra. "La primera vez que me di cuenta de que por ser mujer se me infravaloraba tendría unos seis o siete años", comienza Baquerizo. "Parece imposible tan pequeña, ¿verdad? Pero era muy evidente: siempre he sido muy futbolera, una pasión que comparto con mi padre, y me di cuenta de que había algo raro en que yo jugase. Era un 'bicho raro' en el patio del colegio y sentía que tenía que demostrar más que el resto, justificar por qué me gustaba y si realmente conocía a jugadores y sabía como jugaban. Sentía mucha rabia por ser cuestionada todo el tiempo". Unos años más tarde se le ocurrió buscar en el diccionario los términos 'machismo' y 'feminismo'. "Entendí que, en contra de lo que entonces se creía entonces, no eran conceptos opuestos".

"En el colegio sentía que tenía que justificarme porque era una niña a la que le gustaba jugar al fútbol"

Estos fueron dos de los tres momentos clave que recuerda que marcaron el rumbo que ahora tiene su carrera profesional. El tercero llegó a los 16 años. "Tuve un profesor maravilloso que me enseñó Amnistía Internacional y me dijo que podía colaborar enviando unas cartas para que alguien que ahora no recuerdo pudiera salir de la cárcel. Pensé que poder formar parte de eso era maravilloso y preparé unas postales a mano. Creo que fue en ese momento en el que me di cuenta de que yo también podía hacer cosas para cambiar el mundo".

 "De mi historia saco en claro dos cosas", prosigue. "Primero, que es importante dejar que los jóvenes lleguen a sus propias conclusiones sobre si lo que ven les parece justo y si se sienten cómodos con la forma en la que funciona el mundo; segundo, que no sean infravalorados, porque muchas veces se les reduce a que 'están en la edad del pavo' o que 'no son capaces de ver las cosas', pero sí lo son. Solo necesitan a alguien que les diga: 'oye, ¿quieres escribir una carta para ayudar a alguien?'".

Por qué se le llama 'violencia de género'

Violencia de género.
Violencia de género.
Pixabay

Aunque hay quien se aleja de este concepto porque considera que la violencia no requiere de estas especificaciones, Baquerizo destaca la importancia de llamar "a las cosas por su nombre". 

"Cuando hablamos de cosas diferentes, utilizamos conceptos diferentes", razona. "Si hablamos de algo concreto que tiene unas causas, consecuencias y una sociología que lo envuelve, tenemos que darle un nombre concreto para diferenciarlo de lo demás". Aunque está de acuerdo en que "todas las violencias están mal y tienen cosas en común", defiende que la diferenciación es necesaria. "La violencia de género o machista se ejerce por parte de los hombres hacia las mujeres porque hay unos estereotipos de género heredados culturalmente que nos ponen en una jerarquía en que los hombres lideran y las mujeres acatan, y como esa violencia corresponde exactamente a ese patrón, tiene que tener un nombre específico"

Además, asegura que sobre esta cuestión no hay debate sobre la mesa, porque los organismos internacionales aceptan el término y lo emplean. "Intentar cuestionarlo me parece una trampa, y quien quiera hacerlo no está informada de lo que pasa en el mundo", sentencia.

Un 8M muy diferente

La lavandera de San José, ataviada para la ocasión y con carteles reivindicativos.
La lavandera de San José, ataviada para la ocasión y con carteles reivindicativos.
HA

Ante las recomendaciones institucionales de no participar en las manifestaciones con motivo del Día de la Mujer por la situación sanitaria, diversas activistas han tirado de creatividad y ya pueden verse sus efectos en algunos escenarios de Zaragoza, donde las esculturas visten el color morado propio de este día.

"Este tiene que ser un año diferente porque lo ha sido en todo. Y creo que es muy importante que haya reivindicaciones y que éstas deben ser continuas, porque hay avances que ha costado muchísimo implmenentar y siempre habrá grupos que las quieran detonar. No obstante, deben compatibilizarse con otros derechos que también están sobre la mesa, como el de la salud, para proteger a las personas más vulnerables", evalúa Baquerizo.

"La palabra 'igualdad' me parece preciosa, pero no parece que estemos preparados para entender lo que significa todavía"

Entre las reivindicaciones, la joven activista resalta la importancia de "visibilizar en nuestra sociedad de qué diferentes maneras a las mujeres se nos coloca por debajo de los hombres para poder tener una visión real de lo que está pasando".

Para ella, el feminismo es empoderar a las mujeres. Porque, dice, la palabra igualdad le parece "preciosa" pero cree que la sociedad es todavía tan desigual que no estamos preparados para entender lo que significa. "Por eso ahora lo que hace falta es empoderar a las mujeres y hacerles ver que pueden llegar a determinados sitios donde normalmente no llegan y visibilizar y ayudarles a entender que lo que sienten, hacen y eligen muchas veces está conducido por los estereotipos de género. Por ejemplo: si la mayoría de mujeres decide cuidar antes que realizarse profesionalmente puede ser porque estamos educadas de esta forma. Tomar conciencia de estos roles y de cómo nos afectan es clave para empezar a cambiarlos".

"La gente normal y corriente que se junta para cambiar las cosas es la que mejora el mundo" 

Aunque cree que todavía queda "muchísimo por hacer", considera que también es necesario dar la enhorabuena por todo lo que se ha conseguido. "Tenemos que celebrar a esas mujeres que fueron pioneras en su día y cuyas historias nos emocionan hoy. Y también que la lucha colectiva haya crecido y sea lo que hot es. Pero también tenemos que seguir reivindicando para poder equilibrar la balanza. Al fin y al cabo, el activismo es gente normal y corriente que se junta para cambiar cosas, y eso es lo que mejora el mundo", insiste.

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