Tercer Milenio

Ciencia ciudadana

5.000 macetas de fresas para controlar la calidad del aire en España

Plantas de fresa en escuelas, residencias de la tercera edad, asociaciones de amas de casa y colectivos variados se convierten en biosensores en el proyecto de ciencia ciudadana Vigilantes del Aire, de la Fundación Ibercivis y del IPE-CSIC.

Vecinos de La Puebla de Fantova participantes en el proyecto
Vecinos de La Puebla de Fantova participantes en el proyecto
Laude Guardia / Fundación Ibercivis

El proyecto de ciencia ciudadana Vigilantes del Aire, liderado por la Fundación Ibercivis y el Instituto Pirenaico de Ecología (IPE-CSIC), está recorriendo España de Norte a Sur y Este a Oeste. Desde finales de septiembre se están repartiendo plantas de fresa para colocarlas en las ventanas, donde actuarán como estaciones de monitorización de la contaminación atmosférica.

Este proyecto acerca la ciencia a todo tipo de colectivos, a través de distintos materiales (unidades didácticas, infografías, diseños gráficos, etc.), pensando especialmente en aquellos sectores de la población para los que resulta más complicado acceder al mundo de la ciencia. Los participantes solo tienen que cuidar la planta de fresa, enviar dos hojitas en el sobre prefranqueado que se les entrega junto a la planta y completar un formulario. Con las hojas y la información recogida en dichos formularios, se colaborará en un estudio científico de ámbito nacional y europeo sobre la calidad del aire que respiramos en entornos urbanos.

Son seis regiones de España las implicadas en esta primera fase; ya se han repartido 600 plantas en Cambre (La Coruña) a población estudiantil y rural y otras 1.000 plantas en Barcelona. En próximas fechas se incorporarán al estudio Granada, Burgos, Vitoria y las tres provincias aragonesas.

En Burgos, tendrá lugar un evento participativo, junto a la Oficina Verde de la Universidad de Burgos donde se distribuirán 30 macetas por docente de cada distrito postal de la ciudad, además de repartir plantas en diferentes colectivos sociales. En Granada, junto a la Fundación Descubre se está presentado el proyecto a distintos colectivos; el reparto se efectuará el día 15 de noviembre. En Vitoria, y a través del Centro de Estudios Ambientales, en sus instalaciones de Ataria, se repartirán 300 plantas de fresa para ayudar a la investigación medioambiental desde este jueves 31 de octubre.

Finalmente, en Aragón, sus tres provincias contarán con fresas en las ventanas. En Zaragoza, concretamente, se repartirán plantas en residencias de la tercera edad. También está previsto hacer un llamamiento para aquellas personas que quieran recoger su planta en la puerta del Mercado Central provisional, el martes 12 de noviembre a las 12.00. En la ribera del Ebro se estudiará la calidad del aire con la participación de colegios de varios pueblos. En la zona de la Ribagorza, el pasado viernes se realizaron talleres en localidades que sufren la despoblación; y en la provincia de Teruel, las plantas llegarán a la asociación de mujeres de Calamocha y a la asociación contra el cáncer de la misma población.

Las plantas como sensores de contaminación, además de llegar a una gran diversidad de colectivos (por ejemplo centros penitenciarios), serán el sujeto de recreaciones artísticas, como la que se está preparando desde la Escuela Superior de Diseño de Aragón. En palabras del profesor implicado, Francisco Javier Serón Torrecilla, “proyectos como Vigilantes del aire nos permiten hibridar campos de conocimiento como el diseño, el arte y la ciencia y, ante todo, producir el encuentro de comunidades muy diversas en torno a la ciencia ciudadana, desde estudiantes a colectivos en riesgos de exclusión, todos alrededor de estas plantas de fresas y sus tiestos viajeros que estamos preparando y serán generadores de un conocimiento colectivo”.

Investigación ambiental

Las hojas que nos entreguen los ciudadanos serán analizadas en el laboratorio por un método de magnetización que permitirá obtener una estimación de la cantidad de metales que se han depositado en las plantas. Estos metales provienen principalmente de la quema de combustibles fósiles, de algunas actividades industriales y del desgaste de los discos de freno y otros elementos como las ruedas en los raíles de trenes y tranvías.

Una vez identificados y cuantificados los contaminantes de cada muestra, se procederá a confeccionar mapas que reflejen la calidad del aire en cada ciudad, integrando dichos datos en un estudio a nivel nacional que complemente a la red oficial de estaciones medidoras de contaminación atmosférica.

Hay que tener en cuenta que una ciudad del tamaño de Barcelona apenas tiene siete estaciones de calidad del aire, por lo que los datos que recojan los participantes aportan una información complementaria muy valiosa.

Todos los datos y resultados obtenidos serán públicos, lo que permitirá a los participantes conocer de primera mano la calidad del aire de los alrededores de su vivienda en comparación con el resto de la ciudad.

Esto permite al ciudadano ayudar a la investigación al mismo tiempo que se aumenta su concienciación y conocimiento ambiental. En la sociedad de la posverdad, acercar la ciencia a la gente (y especialmente a los jóvenes), es imprescindible para fomentar el espíritu crítico y despertar potenciales vocaciones científicas entre los más pequeños, algo muy necesario para afrontar los grandes retos ambientales a los que se enfrentará la humanidad en los próximos años.

El proyecto Vigilantes del Aire es continuación del proyecto de ciencia ciudadana Vigilantes del Cierzo, realizado en Zaragoza y cuyos resultados pueden consultarse

El estudio está basado en el proyecto Airbezen de la Universidad de Amberes.

Vigilantes del Aire, un proyecto cofinanciado por la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología-Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades, se ha presentado a una convocatoria europea para poder replicarse en otros tres países y continuar con las mediciones ambientales a escala internacional.

Mari Carmen Ibáñez, gestora de proyectos y organización de eventos de la Fundación Ibercivis, y Enrique Navarro, Daniel Bruno, investigadores del Instituto Pirenaico de Ecología-CSIC

Esta sección se realiza en colaboración con el Observatorio de la Ciencia Ciudadana en España, coordinado por la Fundación Ibercivis

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