Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Andrea Casamayor, una matemática de cuento

Tuvo que firmarlo con nombre de hombre, pero su tratado fue el primer libro de ciencia que conocemos publicado por una mujer en España: matemáticas elementales escritas para el pueblo llano por la zaragozana Andrea Casamayor. Está ya en proceso de montaje una docuficción sobre ella. El cuento científico que hoy publicamos –basado en hechos reales pero con dos pequeñas ficciones que pudieron ser verdad o no– ha sido motivado por el trabajo de investigación puesto en marcha para el rodaje de ‘La mujer que soñaba con números’. Una investigación que, entre otras cosas, ha encontrado la ‘s’ perdida de su verdadero nombre: Andresa.

Andrea Casamayor, en una ilustración de Eulogia Merle para el Museo Nacional de Ciencia y Tecnología, MUNCYT
Andrea Casamayor, en una ilustración de Eulogia Merle para el Museo Nacional de Ciencia y Tecnología, MUNCYT

Érase una vez hace casi trescientos años, en esta inmortal ciudad de Zaragoza, una bella joven. Su pelo rebelde bailaba al ritmo del viento. Su mirada era diferente, a veces perdida, a veces concentrada. Hablaba lenguas extranjeras y dominaba el divino lenguaje de las cifras. Se llamaba María Andrea, nacida bajo la protección del santo, un frío 30 de noviembre de 1720. Con poco más de 17 años publicó el libro ‘Tyrocinio arithmetico, Instrucción de las quatro reglas llanas’, el primer libro de ciencia publicado por una mujer en España.

Su padre era Juan Joseph Casamayor, mercader textil francés en la Zaragoza ilustrada del siglo XVIII. Vivían en la calle del Pilar y, como miembro de la creciente burguesía afincada en la capital de Aragón, su numerosa descendencia sería bien educada. Aunque a las señoritas bastaba con instruirlas en las labores propias de su sexo, bien sabía que si aprendían a leer, escribir, contar u operar las cuatro reglas aritméticas, podría obtener mejores dotes tanto para ellas como para él. Buscó un bachiller con años de experiencia y estatura sobresaliente para que les dictara lección. Un día de la tercera semana, alarmado por el alboroto de sus hijos, entró en la estancia donde se enseñaba. Halló al maestro con la vara de cedro, a punto de golpear a la pequeña María, mientras ella repetía una y otra vez "¡son 64 sueldos!". Juan Joseph ordenó que se detuviera y que explicara el origen de semejante situación. Todo ofendido, el docente, explicó que la niña se equivocaba en la resolución del problema y no aceptaba ni reconocía el error cometido. Ante esto, el padre se volvió hacia su hija, y esta levantando su fuerte mirada y con voz firme mantuvo: "No me equivoco, son 64 sueldos. Él es quien se equivoca y quien debería disculparse ante los números por maltratarlos así". Juan Joseph decidió tomar el yeso y realizar él mismo la operación, obteniendo el resultado defendido por María Andrea. Sus hermanos estallaron en gritos de alegría por el triunfo de su David sobre Goliat.

En 1731 los dos primeros escolapios llegaron a Zaragoza con el apoyo del arzobispo Tomas Crespo Agüero. Predicaban una enseñanza de calidad, gratuita y universal tanto en letras como en ciencias. María Andrea no entendía que si era universal, ella no pudiera asistir. En su universo de números no había diferencia entre hombres o mujeres o entre ricos y pobres. Los números eran de todos y eran los dioses que hacían más libres e iguales.

Las primaveras se sucedían y María Andrea floreció. Sin embargo ella prefería la compañía de viejos monjes estudiosos que la de atractivos mocetes o príncipes azules. Su padre, enfermo y preocupado por el futuro de su preferida, decidió rendirse a sus deseos. La apoyaría en su locura de publicar su primer libro. Era una obra sencilla, pequeña, escrita en cuarto, para que cualquiera aprendiera las reglas de la aritmética, o también llamada álgebra menor. Habló con los censores, con el juez de Impresiones y oidor de la Real Audiencia y finalmente, un día de cierzo del año nuevo de 1738, esperó la llegada del piadoso arzobispo.

El libro debía publicarse para el reconocimiento social de María Andrea y, sin embargo, no podía publicarlo con el nombre de su autora. El arzobispo recordó el evangelio de San Juan. "Siempre encuentro respuestas en la Biblia", pensó. Ante la pregunta retórica de Pilatos a Jesucristo, ‘quid est veritas?’ (¿qué es la verdad?), no se da respuesta alguna, debido a que, según algunos doctores de la Iglesia, la misma pregunta contiene la respuesta en forma de anagrama, ‘est vir qui adest’ (es el hombre que tienes delante). Un anagrama se forma con las mismas letras de la palabra inicial pero en diferente orden: las palabras amor, mora, ramo, Roma y Omar son anagramas entre ellas. Así, el ‘Tyrocinio arithmetico’ aparece firmado por Casandro Mamés de La Marca y Araioa, anagrama de 29 letras del nombre completo de su autora: María Andresa Casamayor de La Coma.

Tristemente, su padre no vio el libro publicado. Murió pocos días antes, satisfecho y orgulloso. María Andrea continuó estudiando, colaborando con fray Pedro Martínez, rector del Colegio Dominico de San Vicente Ferrer y escribió un segundo manuscrito, hoy perdido, de título ‘El Parasi solo’ de Casandro Mamés de la Marca y Arioa. De 109 hojas de tamaño folio, era de un nivel matemático superior al primero. Ya no era necesario mantener el secreto y en la introducción se identificaba su verdadera autora. Fray Martínez falleció en 1739 y el arzobispo Tomás Crespo, tres años después. En poco tiempo, los amigos y familiares que habían ayudado a la joven había desaparecido.

Una mujer libre

María Andrea fue libre, no se casó ni entró en la Iglesia. Trabajó en su vocación, fue maestra de niñas y, por lo que hoy, sabemos, durante gran parte de su vida, maestra de primeras letras en las escuelas públicas de la ciudad de Zaragoza. Tal vez la publicación de su libro le ayudó a conseguir este puesto. Como al resto de maestras municipales, la corporación no les pagaba y, a cambio, recibía una casa donde vivir. Su sustento lo conseguía con el donativo de sus pupilos. Por el censo de la ciudad de 1766, sabemos que María Andrea Casamayor vivía sola en una casa, que todavía hoy milagrosamente se mantiene en pie, cercana a la iglesia de Santa María Magdalena.

Ha llegado hasta nosotros el documento ‘Apuntación de las licencias que se han dado a las Maestras de Niñas para que puedan enseñar’, conservado en el Archivo Municipal del Ayuntamiento de Zaragoza. En la primera línea del listado de maestras de niñas se lee "Seminario Viejo. Maria Casamaior". Este Seminario Viejo, propiedad de los Padres Jesuítas hasta su expulsión en 1767, voló por los aires en un accidente fortuito al ser utilizado como polvorín en el segundo sitio de la ciudad.

El 23 de octubre de 1780 falleció María Andrea, tal y como queda registrado en el Libro de Muertos de la basílica del Pilar. Sin embargo, su nombre y su fama no se perdieron. Félix Latassa, Melchor Poza, Cecilio Gasca, Manuel Serrano, Manuel Jiménez Catalán, Francisco Aguilar, Eloy Fernández, María José Casado y Piluca Fernández, entre otros, cantaron el ejemplo de esta matemática, esta princesa de cuentas que, en circunstancias sociales tremendamente desfavorables, supo creer, educar y luchar por un mundo de igualdad.

Julio Bernués y Pedro J. Miana Instituto Universitario de investigación en Matemáticas y Aplicaciones - Universidad de Zaragoza

Ilustración de Eulogia Merle para el Museo Nacional de Ciencia y Tecnología, MUNCYT

En busca de la ‘s’ perdida del nombre de ‘La mujer que soñaba con números’
Realidad y ficción se mezclarán en el documental sobre María Andrea Casamayor que Sintregua Comunicación ha terminado ya de grabar. Está ahora mismo en proceso de montaje y se estrenará esta primavera. ‘La mujer que soñaba con números’, dirigido por Mirella R. Abrisqueta, sitúa al espectador en el siglo XVIII a través de una trama paralela y actual que narra cómo una compañía de teatro intenta sacar adelante una obra sobre la matemática zaragozana, a quien dan vida las actrices María José Moreno y Claudia Siba.

Además de emblemáticos personajes de la Ilustración aragonesa como Ramón Pignatelli, el Conde de Aranda o Josefa de Amar y Borbón, por esta docuficción también asomarán expertos actuales en el siglo XVIII aragonés y español, así como en historia de la ciencia, matemáticos, historiadores y filósofas. Los escenarios: Bureta, Grisén, Zaragoza y Madrid.

En busca de asesoría, el rodaje del documental decidió contactar con el Instituto Universitario de Matemáticas y Aplicaciones de la Universidad de Zaragoza. La investigación emprendida por Julio Bernués y Pedro J. Miana ha atado cabos y, entre otras novedades, incluso le ha devuelto el nombre a esta zaragozana del siglo XVIII, que no había sido estudiada en detalle. Como Félix Latassa la menciona como ‘Andrea’ en su ‘Biblioteca nueva de los escritores aragoneses’, así se la conocía hasta ahora. Sin embargo, es Andresa en su partida de bautismo, localizada en el Archivo Histórico del Pilar; y en el censo municipal de 1766, conservado en el Archivo Histórico del Ayuntamiento de Zaragoza, se inscribe a Andresa Casamayor "en una casa viviendo sola en el barrio de la Magdalena. Esta casa milagrosamente todavía se mantiene en pie, con disparos de la Guerra de la Independencia en su fachada, en la calle del Doctor Palomar", revela Miana. Además las letras de su nombre, barajadas en el anagrama con el que firma su libro: Casandro Mamés de la Marca y Arioa, solo encajan con esa ‘s’.

Esta investigación "ha resuelto varios enigmas –lugar y fecha de nacimiento, procedencia de su familia, localización de su casa familiar y de la suya propia; su medio de vida al fallecer su padre y no casarse… y, sorprendentemente, incluso su verdadero nombre", pero quedan otros pendientes. "Latassa menciona un segundo manuscrito de Casamayor que no llegó a publicarse y quedó en manos de sus familiares. Su contenido era de matemáticas más elevadas y nos podría mostrar el nivel que llegó a alcanzar María Andrea". Miana cree que, por desgracia, "acabaría ardiendo en una estufa".

Fuera de su época

Por el camino, Miana ha descubierto también "a una mujer no solo adelantada a su época, sino fuera de su época. Con una mentalidad totalmente moderna porque primero se forma, aprende, y vive de su trabajo como maestra de niñas". Con 17 años, escribió un libro de educación básica, "de Álgebra Menor, esto es, Aritmética, que explica con ejemplos concretos cómo realizar las operaciones básicas de sumar, restar, multiplicar y dividir y presenta las distintas unidades de medida de longitud, superficie, volumen y masa, así como las monedas de curso legal de los diversos territorios de la España del siglo XVIII". Al alcance de un público no erudito por su sencillez y su precio. Para Miana, "un merecido homenaje sería la adopción de su nombre por el actual IES Parque Goya, como varios profesores ya están promoviendo".

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